Ese bendito momento en el que Messi levantó la Copa del Mundo en Doha, el pasado 18 de diciembre, tiene una lectura tangible y miles de interpretaciones. Lo propiamente real es que la Argentina se convirtió nuevamente en monarca del fútbol, en lo a que selecciones nacionales se refiere, mientras que una de las tantas metáforas que sobresale de esa polaroid es que el gesto sirvió para coronar uno de los años más productivos de la cultura popular local. En todos sus ámbitos, pero en especial en la música. Aunque el corolario no estuvo exento de vehemencia. De hecho, lo que tampoco nadie olvidará de 2022 será su intensidad.
Si se voltea la mirada hacia el pasado 1° de enero, todo el que se anime a hacerlo se asombrará de dónde se vino para acabar de esta manera. El pase sanitario empezaba a regir para mayores de 13 años, y con esquema completo de vacunación contra el coronavirus. Tenerlo permitía la asistencia a eventos de más de mil personas en espacios abiertos y cerrados, al igual que a boliches, salas de recitales, salones de fiestas y cines. Su objetivo era estimular la vacunación, y que las actividades masivas o grupales fueran seguras. Más en un contexto en el que aparecieron nuevas variantes: Delta y Omicrón.
La Costa Atlántica, Córdoba y otras ciudades del país se preparaban para una temporada desbordada de recitales y festivales. De toda la oferta, la vuelta de Cosquín Rock al Aeródromo de Santa María de Punilla se asomaba como la actividad más atractiva. No sólo por su grilla, sino tambien porque se tornó en el primer experimento masivo de presencialidad sin limitaciones de aforo. Pero 10 días antes de que el gran encuentro musical cordobés abrirera sus puertas, para finalmente consumar la celebración de los 20 años de su creación, el gobierno porteño aprovechó la discusión de la vuelta a clases para revocar todos los protocolos propios de la época: desde el pase sanitario hasta las burbujas. Esto decantó en que salas de recitales y clubes de electrónica comenzaran a programar al cien por cien de su productividad.
Cuando esta edición aniversaria de Cosquín Rock se despidió, la demanda de shows y fiestas en locaciones de la capital argentina era demencial, al punto de que a esa altura del año ya se había programado básicamente todo el primer semestre. A los artistas que habían definido un circuito de presentaciones, se sumó una avanzada que nació durante el confinamiento. Y apareció un tercer segmento de grupos y solistas que se atrevió a salir de su lugar de confort para tantear nuevos públicos y salas. Así que los aforos no dieron abasto para ese auge musical, en el que no hubo filtros.
Esto sucedía al mismo tiempo que varios proyectos musicales anunciaban su separación o seguían inmersos en el suspenso pandémico. Aún en la actualidad, algunos de ellos todavía no salieron del ostracismo e incluso terminaron por cancelar las actuaciones o giras para las que se venían preparando. En muchos casos, la decisión estuvo asociada con la situación económica en la que los encontró la reactivación, aunque en otras circunstancias pesó el estado de salud psíquico. Durante el encierro, tanto acá como en otras partes del mundo, varios eventos virtuales reservaron un espacio para advertir acerca de este último tópico. Pese a que todavía no existen políticas públicas en torno a este asunto en las industrias culturales, el gobierno nacional, el porteño y los privinciales paulatinamente fueron recuperando sus espacios. Lo hicieron en calidad de vitrinas y articuladores.
Aparte del regreso de los mercados musicales MICA y BAFIM, que respectivamente mostraron su mejor versión, espacios del talante de Tecnópolis desplegó a lo largo de 2022 un sinnúmero de eventos con una curaduría exquisita. Lo mismo que el Centro Cultural Kirchner, donde se albergaron ciclos con una imaginería tan necesaria como fabulosa. Entre los que destacó “Spinetta: Discos esenciales”, los tributos a David Lebón (a razón de sus 70 años y como previa de su show en el Luna Park) y Ramón Ayala, y el recital de Benito Cerati celebrando los 20 años de dos de los mejores discos firmados por su padre: Dynamo y Colores santos. Por su parte, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hilvanó una versión del festival Ciudad Emergente, esta vez en el Velódromo de Palermo, que se ajustó a lo que desea ser: amplificador de la cultura joven.+
Regresos y despedidas
En mayo, el gobierno porteño se puso a prueba al celebrar los 55 años de trayectoria artística La Mona Jiménez en el Obeslico, frente a 125 mil personas. Pero quizá esto no hubiese sucedido, ni tampoco el cierre que protagonizó en el último Cosquín Rock, si el “James Brown del cuarteto” no se hubiera consagrado como icono pop tras su actuación en Lollapalooza Argentina de 2019. Justamente esa fue la última edición que se había hecho previo al encierro. Su realización entre el 18 y el 20 de marzo de este año fue una especie de desahogo. Sobre todo para el público, luego de dos años de incertidumbre. Fue algo así como el inicio no oficial de la endemia.
Debido a que la paranoia y los protocolos continuaban latentes, el fuerte de la grilla de Lollapalooza recayó en la artística local, que tuvo en el universo de la música urbana a su principal bastión. Si bien el año pasado ese movimiento se convirtió en el nuevo mainstream local, en 2022 lo demostró micrófono en mano. Desde Chita, Clara Cava y Saramalacara hasta Nicki Nicole, pasando por los traperos Kiddo Toto y Taichu dejaron bien en claro su potencial. Lo que alcanzó tintes épicos con las performances de Tiago PZK y Bizarrap (todavía se recuerda ese set, en el que, tras sonar el clásico ricotero “Jijiji”, se levantó una polvoreda parecida a un tsunami).
Sin embargo, los shows de Duki, L-Gante, Dillom y en especial el de Wos fueron básicamente proféticos, ya que más tarde logaron lo inimaginado. Antes de que eso aconteciera, el regreso de Lollapalooza generó en simultáneo el desembarco de los primeros actos musicales extranjeros. Fue el esperado debut local de Miley Cyrus, quien sin duda confirmó su estatus de adalid pop, a la vez que se trató del primer show en la Argentina de IDLES. Y vaya electroshock que pegó el post punk de los de Bristol. Fue la vereda de enfrente del rapero A$AP Rocky: puro bling bling. El festival significó asimismo el regreso de The Strokes, con su mejor performance en la Argentina hasta la fecha, al igual que la de Foo Fighters.
Pero ese show quedará en el recuerdo porque fue la última actuación en vivo de su baterista, Taylor Hawkins, quien falleció pocos días después en Bogotá. La noticia consternó al mundo del rock. En septiembre, el músico estadounidense fue despedido en el estadio Wembley (Londres) con un recital en el que estuvieron Paul McCartney y los integrantes de Queen. En 2022, la música se vio igualmente enlutada por los decesos de Michael Lang (cocreador del festival de Woodstock), Maxi Jazz (voz del grupo de electrónica Faithless), Christine McVie (miembro de Fleetwood Mac), la leyenda cubana Pablo Milanés, el cantante Aaron Carter (hermano de Nick Carter, de Backstreet Boys), el pionero del rock and roll Jerry Lee Lewis, el rapero Coolio, la cantante Olivia Newton-John, Mark Lanegan (precursor del grunge), el cantante Meat Loaf, Ronnie Spector (líder de la banda The Ronettes), Andy Fletcher (tecladista y fundador de Depeche Mode) y el músico electrónico Vangelis.
Mientras tanto, en la Argentina, fallecieron Flavio Etcheto y Martín Carrizo, que arrastraban sendas enfermedades desde hacía tiempo. Los que se despidieron de este mundo sorpresivamente fueron la cantautora Karina Vismara y el cumbieron El Noba. La primera por un cáncer agresivo y el otro por un accidente de moto. Pero la noticia que sacudió a la escena musical internacional fue la del fallecimiento de Marciano Cantero, cantante y bajista de Los Enanitos Verdes. A los 62 años, el líder de la banda mendocina, insignia del rock y el pop local en el exterior, perdió la batalla contra una enfermedad renal.
No hay más localidades
Durante 2022 se dio un nuevo fenómeno cultural local: el sold out compulsivo. Si bien este diario publicó una nota a fines de octubre en la que explicaba técnicamente cómo se produce el proceso (a través de robots llamados “bots”), lo humanamente cierto es que que nadie quiere estar ajeno al suceso, por lo que el término se arraigó en una sociedad donde la manija está a la orden del día, potenciada por las redes sociales. Eso alimentó la oferta de recitales no sólo internacionales sino también nacionales. Es curioso que suceda en medio de la fragilidad economica, llevando al consumo hasta sus límites: fue incontable la cantidad de showsque se consumaron en 2022.
Una vez que terminó Lollapalooza Argentina, comenzaron los anuncios de los recitales internacionales. Primero Maroon 5 saldó en abril su deuda, tras cancelar por la pandemia su show en el Campo Argentino de Polo. Lo mismo pasó con Metallica y KISS, que llevaron adelante recitales con sabor a revancha. Billy Idol y Green Day se presentaron el mismo día que lo hicieron los italianos Maneskin. También vinieron Dua Lippa, Guns ‘n’ Roses y Harry Styles. Y en el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, la revelación del post punk, los bielorusos Molchat Doma, actuaron en el Konex. Como dato curioso, Argentina es uno de los países donde más música cantada en ruso y ucraniano se consume. Sobre eso, o acerca de lo sucede en su país, no pudo hablar Nina Kraviz, por temor a represalías y cancelaciones. La DJ siberiana volvió a Buenos Aires en abril para compartir fecha con Richie Hawtin.
Además del retorno de la electrónica en el Luna Park, otro pasaje memorable del género en 2022 fue el set de Solomun en noviembre en Mandarine Park. Por esa época, Coldplay había hecho historia al instalarse 10 días seguidos con su gira "Music of the Spheres" en cancha de River, estableciendo un nuevo hito argentino. O más bien dos, luego de que Chris Martin no sólo aprendiera a cantar en español “De música ligera”, sino también “Persiana americana”. Pero el show internacional del año, conceptualmente hablando, sucedió luego, y fue de la autoría de C. Tangana, quien presentó una obra maestra de la performance en el Movistar Arena. Si en algo coinciden “el madrileño” y Rosalía es en su origen español y en el uso de la steady cam en su actuación. Los distancia su lectura de la música latina y del minimalismo, de lo que dio fe la artista catalana en su paso por el predio de Villa Crespo.
La despedida de Daddy Yankee y el regreso de Bad Bunny (ambos en cancha de Vélez) rankean entre los mejores huracanes del Caribe que asaltaron la ciudad. El otro evento climatológico que no pasó desapercibido fue el show de Jack White en la apertura del festival Primavera Sound Buenos Aires, en el que devino en una especie de Thor del rock. Fueron ráfagas de electricidad en las que no hizo falta el SAME. Amén de su pluralidad, si algo fabuloso tienen los festivales es su capacidad de desconcertar. Eso lo lograron The Magnetic Fields y Metronomy en sus intervenciones en el Music Wins, en tanto que lo de Trueno en el Quilmes Rock fue una cosa de locos. No sólo por su intervención, en la que beligerancia y elegancia buscan ponerse de acuerdo, sino porque su freestyle levantó la floja presentación de Gorillaz. Quizá por eso Damon Alabarn, al invitarlo a escena, lo veía con cara chocha.
Luego de que Duki se consagrara con esos cuatro Vélez y Dillom erigiera su estatus de revelación de la escena urbana atestando ese Luna Park, el trofeo de artista argentino del año es para Wos. Si hasta Messi eligió “Arrancármelo” (mejor título imposible para una canción que sabe a esa sensación), single que lanzó en abril pasado, para usarla de banda de sonido en su consagración en Qatar. Y es que entre coperos se entienden. El rapero también conocido como Valentín Oliva alzó el Gardel de Oro en la última edición de la máxima cita de la industria musical de la mano de Oscuro éxtasis. Ese disco le representó otras cuatro estatuillas adicionales, convirtiéndose en el primer artista de la movida urbana en obtener tamaño reconocimiento en los Premios Gardel. Pero lo mejor estaba por llegar. Tras agotar dos funciones en el estadio Diego Armando Maradona, el rapero cerró el año con un recital en el estadio Uno de La Plata.
El show tuvo una impronta telúrica, a tal instancia de que los vecinos de las inmediaciones del estadio afirman que temblaba en la zona cada vez que había un arrebato mundialista. Aparte del año de Wos, el 2022 será recordado como la instalación de Conociendo Rusia en el imaginario del rock argentino. Lo demostró con los dos Movistar Arena a casa llena que llevó a cabo. Ese lugar fue escenario de la celebración de los 30 años de la salida del disco cumbre de Fito Páez, El amor después del amor, al igual que del desembarco del Bye Bye Tour de Babasónicos y del regreso de Andrés Calamaro ante su gente. A propósito de los retornos, volvió Melingo, junto a sus amigos de toda la vida, con un show épico y redentor en Niceto Club. También regresaron Usted Señálemelo, el tándem conformado por Ca7riel y Paco Amoroso y Die Toten Hosen (que juegan de locales) en Obras Sanitarias.
En 2022, la fiesta Bresh llegó a Japón y luego a Qatar. También fue un gran año para Zoe Gotusso, que abrió cuanto show internacional hubo y fue la invitada de Andrés Calamaro en su recital. Con su Obras y su Luna Park, Marilina Bertoldi confirmó que no le teme a las multitudes, y hasta puede cabalgar un caballo de calesita durante una balada intensa. Ahí en el templo de los deportes, Bandalos Chinos amenizó su primer estadio. La Renga estuvo a pleno en ambas orillas del Río de la Plata y Catupecu Machu finalmente se reunió. En octubre, el Congreso aprobó la ley nacional 27.695 de expropiación de República de Cromañón para la creación de un memorial. En diciembre, Divididos anunció lo que todos esperaban: una gira nacional por sus 35 años.
La escena argentina que se viene es el post punk no binario, y Buenos Vampiros, Winona Riders y Mujer Cebra ya encendieron las alarmas. ABBA revivió en holograma, y Pink Floyd lo hizo a través del tema “Hey Hey, Rise Up!”. El Grammy al “Album del año” fue para Jon Batiste, gracias a We Are, al tiempo que ese rubro en la versión latina del premio fue para Rosalía, por esa maravilla titulada Motomami. Los canadienses Alvvays presentaron en Buenos Aires uno de los mejores discos de 2022, Blue Rev. Bad Bunny se tomó una pausa, pero antes sacó Un verano sin ti, y Beyoncé es candidata al disco del año con Reinassance. Mi Amigo Invencible pateó el tablero con su álbum Isla de oro, y con este Mariano di Césare es el flamante songwriter local. Babasónicos se empoderó con Trinchera, y Trueno se fue al carajo con Bien o mal. Lo que sí es indiscutido es que “¡Muchachos!”, de La Mosca, es el himno de un año en el que pasó de todo.