Un grupo de investigación argentino liderado por la doctora en Química Biológica Patricia Saragüeta (Instituto de Biología y Medicina Experimental-Conicet) reconstruyó la historia evolutiva del yaguareté, los jaguares que son los principales depredadores del continente americano y se encuentran en peligro crítico de extinción. El aporte se enmarca en un proyecto mayor del que participaron especialistas de diferentes países –Brasil, USA, Rusia, Irlanda, Portugal, España– cuyo objetivo es trazar los vínculos existentes en las rutas evolutivas que cruzan las trayectorias de los gatos más grandes de la Tierra, algo que podría aportar herramientas para la conservación de las especies amenazadas.
–¿Con qué objetivo se realizó la investigación? La conservación de la riqueza evolutiva de especies en peligro de extinción es un tema que preocupa a múltiples equipos en el país.
–Con esta investigación queremos entender cómo se produce la diversidad genética en las especies de grandes felinos, ya que conocer la información contenida de estas especies amenazadas nos ayudará a entender como está formada la población actual de yaguaretés y cuál es la historia que traen. Conociendo su ADN daremos un poco más de información a los científicos que trabajan directamente con ellos en silvestría en temas de ecología y conservación de fauna autóctona, a nuestros colegas y colaboradores de misiones en el Instituto de Biología Subtropical del Conicet (Conicet) y el Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (Ceiba), así como también a los grupos de personas que buscan su protección.
–¿Podría describir de modo sintético en qué consiste la investigación sobre los yaguaretés que lidera desde su laboratorio?
–En nuestro laboratorio realizamos cultivos de células de jaguares a partir de biopsias conservadas en el Banco de Recursos Genéticos (BRG) del proyecto Ecoparque, cofundado por nuestro grupo y actualmente dirigido por el biólogo Adrián Sestelo. A partir de esas células se purifica su ADN y se construyen bibliotecas con fragmentos que serán leídos, de tal manera de obtener la secuencia de sus bases, lo que constituye su información genética. Este trabajo lo han realizado Inti Tarifa-Rieschle y Ana Mestre-Citrinovitz, de la Universidad Heidelberg.
–El ADN completo de un organismo es lo que se denomina su genoma. ¿De qué manera, entonces, reconstruyeron esta información para el jaguar?
–Para armar el rompecabezas de esta información hay que conseguir el ensamblado de todos esos pedacitos de secuencias, que son millones (entre 200 y 300 millones de lecturas de secuencias cortas por individuo). Los bioinformáticos, en nuestro caso Francisco Pisciottano, guiado por nuestro colaborador Toni Gabaldón, del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, utilizan programas computacionales para ordenar el rompecabezas y extraer la información completa de los genes, lo que nos permite conocer el orden y la ubicación de estas secuencias en los cromosomas. Aunque el ensamblado no contiene toda la información del jaguar, es un paso muy importante para mostrarnos con qué herramientas genéticas se manifestará. Es lo que llamamos el “genoma de referencia”.
–Esos estudios genómicos habilitan la posibilidad de conocer el genoma completo de las especies.
–Exacto. En lugar de trabajar con unos pocos genes determinados, como hace tradicionalmente la genética, la genómica aborda el estudio de todos los genes de un organismo en forma simultánea y comparativa, cuando se dispone de varios genomas evolutivamente cercanos para contrastarlos entre sí y extraer las características que los diferencian. Obtener la secuencia del genoma completo del yaguareté nos permitió alinearlo con los genomas ya disponibles de los demás panterinos (la subfamilia de los félidos que incluye también al león, al leopardo, al tigre y al leopardo de las nieves) y reconstruir el árbol filogenético de estas especies.
–¿Un árbol genealógico?
–Es algo así como el árbol genealógico que representa las relaciones de parentesco entre las cinco especies de grandes gatos y respecto a otras especies más alejadas evolutivamente, tales como el gato doméstico, el humano y el ratón, que se utilizan a modo de comparación externa. Este estudio demostró que las relaciones evolutivas entre los miembros del género Panthera fueron particularmente complejas y que los antepasados de cada una de las especies actuales se cruzaron entré sí en numerosas ocasiones.
–¿Y qué resultados obtuvieron a partir del examen comparativo con otros felinos?
–Nos permitió identificar aquellos genes que pueden haber tenido una importancia fundamental en la evolución específica de este gran depredador, como por ejemplo, aquellos responsables de dotarlo de sus características distintivas, tales como su robusta cabeza y su poderosa mandíbula, que le permiten morder y atravesar con éxito las corazas de reptiles como los caimanes o grandes tortugas.
–Todo como producto de la selección natural positiva.
–Sí, estos animales –como todos los demás– han participado del proceso de selección positiva, también llamada evolución adaptativa o darwiniana. Es el mecanismo por el cual un gen puede experimentar cambios que modifiquen su función a lo largo del tiempo mediante la selección natural.
–¿Qué otros factores permiten afirmar que sus estudios han trazado con éxito la historia de cruzamiento entre especies y la evolución de algunos genes involucrados en rasgos como la reproducción y la percepción sensorial?
–En este trabajo se identificó el conjunto de genes que estuvieron sometidos al efecto de la selección natural a lo largo de la historia evolutiva del linaje del jaguar. Entre los resultados más interesantes, también, se encontraron varios genes relacionados con la visión, el olfato, la reproducción y el metabolismo de proteínas.
–Las especies del género Panthera han sufrido grandes reducciones. ¿De qué manera la hibridación de especies podría funcionar como “rescate evolutivo”?
–Nuestros análisis nos han permitido abordar, además, la historia de las poblaciones de estos félidos. Los resultados mostraron que todas las especies del genero Panthera sufrieron drásticas reducciones de sus tamaños poblacionales a lo largo de los últimos 300 mil años. Ello causó, como resultado, la presencia de poblaciones fuertemente diezmadas de estas especies, lo cual las tornó mucho más vulnerables. Frente a ello, las cruzas ancestrales entre individuos podría haber sido un mecanismo favorecido ya que ayudarían a aumentar la diversidad genética de las mismas.