El Año Nuevo promete traer una catarata de denuncias penales contra los protagonistas de los chats que sacuden al mundo político: el ministro de Seguridad y Justicia porteño, Marcelo D’Alessandro, y Silvio Robles, el hombre de confianza del presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti. Mientras crecen los pedidos de renuncia contra el titular del máximo tribunal, es factible que se presente un pedido para que Rosatti no intervenga en la causa por la disputa por los fondos coparticipables entre la Ciudad y la Nación. D’Alessandro, por el momento, cuenta con el aval de Horacio Rodríguez Larreta y se aferra a su silla en el Gabinete porteño.
El jueves pasado apareció una nueva filtración del teléfono de D’Alessandro. En esta oportunidad se publicaron intercambios que habría mantenido con Robles, que no solo es el director general de la vocalía de Rosatti sino que actúa como su sombra. Los mensajes que se conocieron se refieren tanto a la disputa por la coparticipación como a la pelea por una banca en el Consejo de la Magistratura.
D’Alessandro salió a decir que no veía por qué debería renunciar después de cosechar su segundo escándalo en menos de un mes mientras que en la Corte guardaron silencio. No hubo respuesta a las consultas de este medio sobre la difusión de los mensajes. La explicación del ministro porteño oscila entre dos polos: por un lado, dice que fue víctima de un hackeo –lo que daría verosimilitud a los chats– y, por otro lado, sostiene que los intercambios fueron editados o adulterados.
El Frente de Todos –a través de los bloques de diputados y senadores– anunció que promoverá denuncias penales contra los involucrados. “Estamos evaluando una denuncia penal contra D’Alessandro, Robles y Rosatti”, dijo la senadora Juliana Di Tullio en una entrevista en El Destape Radio. Tanto en la Cámara Alta como en la Cámara Baja dijeron a este diario que las presentaciones se podrían hacer a partir del lunes, pese a que ya los tribunales trabajarán con una dotación mínima por la feria de enero.
En paralelo fueron varias las voces de los gobernadores que reclamaron que se someta a juicio político al presidente de la Corte. Una de ellas fue la del gobernador de Chaco, Jorge “Coqui” Capitanich. “Nosotros vamos a impulsar el juicio político”, sostuvo. “No puede ser que Rosatti siga en la Corte”, había dicho horas antes Gerardo Zamora, gobernador de Santiago del Estero. “No puede seguir hasta que esto se resuelva. No sé si la palabra es obsceno o pornográfico: es un escándalo sin precedentes”, añadió. Desde La Rioja, Ricardo Quintela tuiteó: “¿Qué más hace falta para que renuncie Rosatti? El pueblo y la patria reclaman que se vaya, no merecen tener un presidente de la Corte Suprema de Justicia que atente contra el bienestar social”.
Si bien el pedido de juicio político a los integrantes de la Corte Suprema fue uno de los temas que el presidente Alberto Fernández discutió la semana pasada tanto con gobernadores como con organismos de derechos humanos, no hubo una señal del Ejecutivo en ese sentido. De presentarse un pedido de juicio político contra algún integrante del máximo tribunal, se requieren dos tercios para la remoción. Son números que el Frente de Todos no tiene. De hecho, quedaron frenados por menos proyectos de ley que hacen al funcionamiento del sistema de justicia, como las reformas judicial, del Ministerio Público, del Consejo de la Magistratura y la ampliación de la propia Corte Suprema.
Frente a ese panorama, la pregunta que se hacen en los círculos del Frente de Todos es si Rosatti puede seguir interviniendo en las causas de la Coparticipación y del Consejo de la Magistratura. El gobernador bonaerense Axel Kicillof, que dijo que la filtración de los chats es como “ver la trastienda del lawfare”, fue quien puso esa discusión sobre la mesa. “Rosatti no puede seguir un minuto más a cargo de este tema después de este chat”, dijo Kicillof.
En el Congreso dan por sentado que el gobierno pedirá el apartamiento de Rosatti, pero por ahora no hay confirmación. Meses atrás, la administración de Fernández había recusado al presidente de la Corte después de una publicación de Página/12 que daba cuenta de que Robles, su principal asesor, había asistido a un cumpleaños en el restorán El Secreto del hotel Four Seasons acompañado por D’Alessandro.
El ataque de D’Alessandro
D’Alessandro protagoniza las dos filtraciones del último mes. A principios de diciembre se difundieron dos chats: uno que se creó después de que este diario revelara un viaje a Lago Escondido con jueces federales, el jefe de los fiscales porteños, un exjefe de jurídicos de la Secretaría de Inteligencia y jerarcas del principal grupo de medios del país; el otro se conformó para articular las maniobras para no ser investigados por la justicia federal de Bariloche. En las últimas horas, se filtraron mensajes que, según informaciones preliminares, habría intercambiado el ministro porteño con Robles, con el fiscal porteño Augusto Troncoso, con el empresario Marcelo Violante y con el fiscal suspendido de Mercedes Juan Ignacio Bidone, condenado como parte de la banda del espía Marcelo Sebastián D’Alessio.
En la misma línea que se discutió en el chat que se armó tras la revelación del viaje a la estancia del magnate Joe Lewis, D’Alessandro denunció ante la justicia federal que es “víctima de maniobras de espionaje ilegal”. En una presentación que circuló, el ministro dice que existe un “plan criminal sistemático dirigido a dañar ante la opinión pública” su imagen y reputación al igual que la de otros funcionarios y magistrados que “cumplen sus labores con honestidad y probidad”. Cuando contestó una recusación, el camarista Carlos Mahiques –que también integró la comitiva a Lago Escondido– también habló de una “campaña de hostigamiento” contra el Poder Judicial.
D’Alessandro acusó por la filtración al diputado Rodolfo Tailhade. ¿Cuál es el argumento del ministro porteño? Que el jueves a las 13 Tailhade dio una entrevista en la que dijo que tenía en su poder más chats de D’Alessandro que aún no se habían conocido. En una entrevista con la AM 750, el diputado nacional contestó que, para esa hora, los chats ya circulaban masivamente y que incluso la vocera de D’Alessandro llevaba varias horas respondiendo a las consultas periodísticas por esos mensajes de Telegram.