Desde Río de Janeiro
No, no es el Brasil del fútbol, todavía. Nos falta fútbol técnico e hinchada pero podemos aprender de Argentina. A Lula le gusta una frase que sintetiza bien, en su opinión, el movimiento actual de Brasil. Volver, que significa que el país fue a otro lugar, se ausentó dejó de estar donde ya habíamos estado.
¿Dónde estaba Brasil? El país había sido llevado a un terreno hasta entonces desconocido. El del aislamiento internacional, el de la defensa de posiciones absolutamente contrarias a las que el país tradicionalmente había defendido. El del predominio de los bancos privados en la economía. El de los ricos por encima de los pobres. El de las personas abandonadas en las calles.
Una país que se desconoció a sí mismo. Que dejó de ser un país cordial, amistoso con los otros, alegre. Que dejó de ser lo que había sido para transformarse en una cosa monstruosa, que niega los valores universales, empezando por la democracia.
No se reconocía mas el país de la musica, del fútbol, del arte, de la fiesta. Pasamos a ser un país que no se reconocía más a sí mismo. Teníamos gobiernos en los que no nos reconocíamos, que no habíamos elegido, que se hablaban a sí mismos y no a los brasileños.
Los gobernantes eran las personas más odiosas. El pueblo, los profesores, las mujeres, los negros pasaron a ser odiados por los gobernantes.
Fueron seis años que parecieron una eternidad. Se vivía cada día con un peso que parecía eterno. No solo el país no era el mismo. Todos nos sentíamos como personas extrañas, alejadas de nosotros mismos.
Lula consiguió que las personas griten en las manifestaciones: "¡volvió Brasil! ¡volvió Brasil!"
El que vuelve ahora para toma posesión de la presidencia de Brasil es el llamado Lula 3. Una ceremonia tensa. Porque a pesar de que Bolsonaro, coherente con su actitud desde su derrota en el balotaje, se ausentó completamente, prácticamente renunció a lo que quedaba de su mandato y viajó a Orlando, la parte más radicalizada de sus correligionarios insisten con sus manifestaciones.
Toda la programación del ceremonial tuvo que ser revisada – desde el itinerario hasta el carro blindado o abierto, con o sin chaleco antibalas para Lula. Por el clima creado por la tentativa de atentado terrorista una semana antes de la investidura de Lula.
Aún así, la asunción se da en un clima de fiesta. No es solo un año nuevo. Es un tiempo nuevo, duramente conquistado.
Pero a partir de ahora tenemos un presidente que nos representa. Cuya vida describe prácticamente la historia del país.
Retomamos el camino interrumpido por un golpe. Retomamos la democracia, con un presidente electo democráticamente por tercera vez.
Brasil tendrá un feliz 2023.
El sentimiento de que Brasil volvió llegó plenamente a todos. Todos nos fuimos sintiendo brasileños de nuevo, plenamente.