Luiz Inácio Lula da Silva asumió este domingo su tercer mandato como presidente de Brasil pero en la ceremonia oficial faltó Jair Bolsonaro. En lugar de entregarle la banda presidencial a su sucesor el ahora exmandatario eligió pasar el fin de semana en Orlando, Estados Unidos, donde saludó a sus seguidores y firmó autógrafos. Bolsonaro partió sorpresivamente este viernes de Brasil en el avión presidencial, poco después de dirigirse a sus fanáticos para exigir una dura oposición al nuevo gobierno. Desde la celebración de los comicios del 30 de octubre, que perdió en segunda vuelta por una ajustada diferencia, el capitán retirado del Ejército se había encerrado en su residencia oficial, reduciendo al mínimo su presencia en actos públicos y su actividad en redes sociales.
Acompañado de guardias de seguridad y con la camiseta del Sport Club do Recife, Bolsonaro repartió autógrafos y se sacó fotos pero no hizo declaraciones. El sábado, el expresidente también recibió a vecinos brasileños en la zona en la que se hospeda. Además de él la primera dama, Michelle Bolsonaro, y la hija de la pareja, Laura, de doce años, se hospedan en la mansión del exluchador de Artes Marciales Mixtas (MMA) José Aldo da Silva, aliado del mandatario saliente.
Según el diario Folha de Sao Paulo, Bolsonaro salió dos veces durante el domingo para saludar a los seguidores: a la mañana y al mediodía, cerca del horario de la ceremonia de asunción de Lula. Hasta donde se conoce, Bolsonaro solo salió de paseo una vez desde que llegó a Florida: el sábado fue a comer pollo frito en un local de la cadena KFC. La noche de Año Nuevo la pasó en esa casa junto a su familia, según sus colaboradores.
En 2020 Bolsonaro también visitó Florida, y en esa ocasión se alojó en el club Mar-a-Lago del expresidente estadounidense Donald Trump, en Palm Beach. Tanto Bolsonaro como Trump se negaron a reconocer el triunfo de sus rivales presidenciales, Lula y Joe Biden respectivamente.
Trump tampoco acudió a la ceremonia de investidura del demócrata Biden en enero de 2021 y prefirió refugiarse en Florida, en su club costero de Mar-a-Lago. Ambos fueron aliados políticos durante sus mandatos y sostuvieron en marzo de 2020 reuniones en ese club residencial, demostrando así su afinidad no solo en sus políticas y su nacionalismo a ultranza sino en el estilo y la manera de comportarse.
¿Intento de fuga?
Este nuevo viaje de Bolsonaro se transformó rápidamente en uno de los temas más comentados por los brasileños en Twitter, donde muchos opositores lo acusaron de "fugarse" del país para evitar eventuales problemas judiciales una vez que termine su mandato y pierda sus fueros especiales, ya que que es investigado entre otras cosas por supuesta divulgación de información falsa.
La secretaría general de la presidencia autorizó el traslado al exterior de una comitiva de funcionarios para dar "seguridad y apoyo personal al futuro expresidente de la República, Jair Messias Bolsonaro" en un viaje internacional a "Miami, Estados Unidos, a realizarse del primero al 30 de enero de 2023", según se publicó en el diario oficial de este viernes.
Para el analista Creomar de Souza, de la consultora política Dharma, se trata de un "intento de continuar negando la realidad, de deslegitimar al próximo gobierno". "Un presidente pasando la banda presidencial transmite la idea de que la elección acabó, permite la pacificación del país. Con su ausencia, es como si Bolsonaro estuviera diciéndoles a sus seguidores que se niega a aceptar el resultado", opinó Souza.
En su transmisión en vivo por las redes del viernes pasado, Bolsonaro se dirigió a los centenares de seguidores que continúan movilizados frente a sedes militares en Brasilia y otras ciudades, pidiendo una intervención de las Fuerzas Armadas para impedir la llegada de Lula al poder. "Algunos deben estar criticándome, diciendo que podría haber hecho esto o aquello. No puedo hacer algo que no sea bien hecho, sin que los efectos colaterales sean demasiado dañinos", justificó el mandatario saliente.
Con lágrimas en los ojos, Bolsonaro dijo que en sus cuatro años de gobierno dio "lo mejor de sí". El presidente saliente llamó a sus seguidores a "no tirar la toalla ni dejar de hacer oposición", pero pidió que sea en forma pacífica y dentro del marco que establece la Constitución. Pese a defender a los manifestantes, criticó una tentativa de ataque con explosivo en los alrededores del aeropuerto de Brasilia por parte de un seguidor suyo la semana pasada.
Una ceremonia inédita
Se trató de la primera vez desde 1985 que un presidente saliente no entregó la banda presidencial a su sucesor. Ese año el último presidente de la última dictadura militar, el general João Figueiredo, se rehusó a participar en la ceremonia de investidura de José Sarney, quien recibió la banda de parte de un funcionario del Planalto, según reseñó el diario O Globo.
Lula, de 77 años, subió este domingo la rampa del Palacio de Planalto, en Brasilia, pero en lo más alto no lo esperaba Bolsonaro. En su lugar, ascendió a la parte alta del palacio presidencial acompañado por un grupo de personas que "simbolizan la riqueza y la diversidad del pueblo brasileño", entre ellos un niño, afrodescendientes, mujeres, personas con discapacidad y el conocido líder indígena Raoni Metuktire.