La firma Atanor despidió ayer a 24 empleados de su planta de Río Tercero, Córdoba. “Mintieron. Nos dijeron que en Río Tercero iban a invertir y que nos quedemos tranquilos”, dijo Omar Barbero, secretario general del gremio de Petroquímicos de Río Tercero. Atanor cerró hace unos meses las plantas de Munro y Baradero, en la provincia de Buenos Aires, lo que implicó el despido de 160 trabajadores. Los empleados de Río Tercero tomaron la planta ante la decisión patronal, aunque luego suspendieron la medida a raíz del dictado de la conciliación obligatoria por parte del Ministerio de Trabajo. La conciliación tiene una vigencia de 15 días durante los cuales todavía no está claro si los despedidos podrán volver a trabajar. Por otro lado, trabajadores de la fábrica de calzados y productos textiles GGM tomaron la planta en la localidad bonaerense de Las Flores, en demanda de los sueldos adeudados desde hace cuatro meses por falta de trabajo.
La crisis en el empleo industrial no ofrece síntomas de mejora. Los despidos y cierre de empresas se acumulan semana a semana. En este caso le volvió a tocar a Atanor junto a la textil GGM. Atanor había sido noticia en febrero, cuando cerró sus plantas de Baradero y Munro. A las cuatro de la mañana, al llegar a los establecimientos productivos, unos 160 trabajadores se enteraron a través de una notita de papel que la planta cerraba y les solicitaba comunicarse a los teléfonos de recursos humanos.
Atanor, controlada por el grupo estadounidense Albaugh, se dedica a la producción de sustancias químicas. En febrero, Néstor Carrizo, tesorero del Sindicato Químico de Zárate, planteaba que “en las dos plantas que buscan cerrar –por Munro y Baradero– se hacen insumos que después se emplean para el resto de los establecimientos de Atanor. Esto nos hace pensar que la empresa tiene un plan no declarado para reconvertirse en importadora. Y pueden incluso avanzar en el cierre del resto de las fábricas”.
Ahora, Atanor avanzó en el ajuste de su planta de Río Tercero, Córdoba, con el despido de 24 trabajadores, según el listado que colocó de madrugada en la entrada del establecimiento. “La empresa nos prometió que iba a invertir 70 millones de dólares y ahora salen con esto. Despidieron a mecánicos, electricistas y choferes”, explicó a este diario Omar Barbero. En respuesta a los despidos, los trabajadores tomaron la planta por unas horas, aunque luego desactivaron la medida. “Tuvimos una reunión con el Ministerio de Trabajo y ahora estamos en conciliación obligatoria por 15 días. De modo que por ahora se levanta la medida de fuerza”, agregó Barbero. En Río Tercero se fabrica ácido 2,4-diclorofenoxiacético (herbicida), agua oxigenada, cloro, soda cáustica y ácido clorhídrico. Allí trabajan directamente más de 300 personas además de las contratistas.
Por otro lado, la empresa textil y de calzado GGM, ubicada en Las Flores, provincia de Buenos Aires, fue tomada por los trabajadores. “Tomamos la fábrica porque la patronal nos dio licencia por dos meses y no apareció más”, sintetizó Omar Arcebio, uno de los 300 empleados. Los propietarios de esa compañía le habían garantizado un pago del 75 por ciento del salario adeudado, pero todo quedó en promesas. En la planta se fabrican las zapatillas de las marcas Pony, Signia y Asics.
El caso llegó hasta el Ministerio de Trabajo bonaerense. Uno de los primeros acuerdos a los que llegaron fue reducir la jornada laboral para evitar las cesantías, mientras que GGM abonaría al menos un 20 por ciento de la deuda antes del pasado mes de junio. Pero nada se cumplió. La presión de los trabajadores y del gremio permitieron que GGM ingresara al Programa de Recuperación Productiva (Repro), que contempla un subsidio de 3 mil pesos. Sin embargo, el problema de fondo es que no hay trabajo por la reducción del mercado interno y la suba de importaciones.