Más de 65 mil fieles despidieron este lunes al papa emérito Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro, en el primero de los tres días de la capilla ardiente en la que se expondrá el cuerpo de Joseph Ratzinger antes del funeral que encabezará el jueves el papa Francisco. Las máximas autoridades políticas de Italia, el presidente Sergio Mattarella y la primera ministra Giorgia Meloni, abrieron en la mañana la larga procesión de fieles que dará el último adiós al papa fallecido el sábado a los 95 años.
Ratzinger, que en 2013 fue el primer papa en renunciar en los últimos seis siglos, yacía sobre un catafalco de tela dorada a los pies del Altar de la Confesión y del baldaquino de Bernini, sobre el lugar en el que según la tradición, fue sepultado San Pedro. Vestía la casulla roja (color del luto papal) sobre una túnica blanca. Pero al no ser un papa "reinante" por haber renunciado, no se le colocó el palio, la estola blanca que se lleva sobre los hombros y que representa su jurisdicción.
La capilla ardiente provocó una larga fila de personas que daba la vuelta a la plaza de San Pedro y que desfiló ante los restos del papa alemán, escoltado por dos miembros de la Guardia Suiza provistos de alabardas. Muchos eran fieles que inclinaban la cabeza ante el papa o se persignaban, mientras que otros eran turistas o personas que justo estaban de paseo por Roma.
En el lugar estaba también la "familia vaticana" de Ratzinger, las personas que lo asistieron en su retiro en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, entre ellos su secretario personal, Georg Gänswein, quien recibió el pésame de algunos fieles. Velando el cadáver se pudo ver a monjas y antiguos miembros de la Curia, como el cardenal y arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares con su bastón, y a los purpurados Camillo Ruini en silla de ruedas y el alemán Walter Kasper.
Los restos de Benedicto XVI fueron llevados a la basílica a primera hora de la mañana, primero en coche desde el monasterio en el que murió en los jardines vaticanos seguido por la procesión nocturna, y después en andas dentro de la basílica. Antes de que se abriera al público la capilla ardiente, se celebró una liturgia restringida con la presencia de Mattarella y Meloni.
Mientras el templo vaticano celebraba estas exequias en su interior, afuera en la plaza algunos operarios ultimaban los preparativos del funeral del jueves, presidido por Francisco, algo inédito dada la inusual convivencia de dos papas en la última década. No será un funeral de Estado, al no tratarse de un papa reinante, aunque contará con delegaciones oficiales de Italia y del país natal de Ratzinger, Alemania. Otras autoridades podrán asistir pero a título personal.
Después, el cuerpo de Benedicto XVI será enterrado en la cripta de la basílica de San Pedro, donde reposan muchos otros papas de la milenaria historia de la Iglesia católica. La tumba elegida por él mismo fue la que acogió los restos de su admirado Juan Pablo II, vacía desde que su cuerpo trasladado a otra tumba en 2011 al ser santificado.