La reciente Art Basel Miami, la feria de arte contemporáneo más grande del mundo, que cumplió los primeros días de diciembre veinte años desde su primera edición en la península de Florida, no sólo cerró de manera festiva el 2022 con Madonna y las Kardashian, como presencias estelares y miles de visitantes anónimos. También anticipó cómo será la movida queer en las artes visuales durante el año que recién se inicia. Algo que ocurrió durante el mes pasado en Wynwood Walss y el Distrito del Diseño, un destino sofisticado en el norte de la I-195 y el Midtown.

El evento que le cambió hace dos décadas la cara y el cuerpo a Miami, un territorio construido sobre pantanos y vinculado a la frivolidad, las torres Trump y los negocios sucios, es hoy un objetivo obligado para los galeristas y coleccionistas del mundo entero. Mientras se prepara para marzo 2023 la versión Art Basel Hong Kong, ya es visible cuáles son las tendencias estéticas nacional (argentina) e internacional de la plástica LGBT+.

El norte colonizador modela con sus arcas insaciables, sus plataformas virtuales y su tiranía subliminal el gusto general, sobre todo el de ese sector para quien la causa por el arte, los derechos humanos y la política en general son cuestiones sin importancia. El sur, que también existe, está cada día más en la mira de los compradores. Algo que ocurre de manera global, dentro y fuera del universo queer, porque el sistema de toma y daca es cada vez más insensible y voraz, y necesita alimentarse como un monstruo implacable.

Nuevos nombres en el universo del arte

Pinturas e instalaciones escultóricas suelen ser las expresiones predominantes, aunque el textil (bordado, tejido, cestería, redes y enredos) está alcanzando un estatus propio, que no había sido reconocido en su valor hasta hace muy poco tiempo. Nombres como Sofía Torres Kosiba, de Córdoba, Chiachio & Giannone, de Buenos Aires, o Rosana Linari, de Puerto Madryn, son hoy referentes ineludibles de estas prácticas creativas, como la activista y fotógrafa Ilse Fusková fue vanguardia en los años cincuenta, con sus mujeres con zapallos como vaginas.

No sólo Nueva York, Chicago, San Francisco o Amsterdam son espacios de lucha, construcción y búsqueda de un buen vivir para las diversidades genéricas. El Caribe profundo, Nigeria, el norte y centro argentino, por dar sólo algunos ejemplos, son geografías propicias para la generación, difusión, disfrute y “consumo” gozozo de una belleza orgullosa y emergente que se sostiene con los colores del arco iris.

Sofía Torres Kosiba está preparando el Museo Cachondo con sus obras. Ella es cordobesa, artista queer.

Servidas, de la serie Ojetes de descarga es “una pieza para meterle el dedo”, dice a Soy Torres Kosiba, quien junto a Marie Scaffati prepara el Museo Cachondo, un proyecto que gira alrededor de la idea del fetiche y el humor como clave que desarma los conceptos más conservadores del erotismo. Imágenes y piezas “cochinas y borders” de artistas amigues formarán parte de la movida que se presentará en el Hotel Inminente, de Córdoba.

“Hombres con vulva, cuerpos, cuerpas, masculinidad reciclada donde no queda nada bio, sino apenas la sombra de una hombría modelada con los residuos de la heteronormatividad. Mujeres, niñeces trans…. Ahí estamos focalizando, en las juventudes e infancias”, reflexiona Ro Linari Textil, quien expondrá este año en las Olimpíadas LGTB+ que se harán en Puerto Madryn y también mostrará sus trabajos en escuelas secundarias patagónicas que poseen galería de arte. “El arte queer es una fiesta temática con subversión de género: une marimacho o una bella trans. Lo que hacemos es compost procesando la humanidad. Las hormonas sintéticas revolucionan el deseo degenerado para poder vivir el amor desde los bordes”.

Retrato con rosas (2022). Bordado a mano con hilos de algodón, patchwork y quilt.  Chiachio y Giannone

Artistas como González-Torres, Rauschenberg, Johns y Warhol rompieron en su momento con los estándares de las bellas artes al exponer en sus telas y papeles la temática sexual. Hoy cotizan en criptomonedas millonarias. Hay otros como los cada vez más nac & pop Chiachio & Giannone, que deslumbran en distintas partes del mundo con sus variaciones de autorretratos abriendo la vida doméstica de una pareja gay a través de hilos, patchwork, quilt y distintas técnicas de bordado. Coleccionistas de trapos y Retrato con rosas, aún no fueron colgados en la Argentina, aunque sí los pudieron gozar los visitantes de la galería Steve Turner, que los representa en Los Ángeles.

Cuerpos humanos completos, en estado de Eros o Tánatos, el placer o la violencia frente a lo diferente, los comestibles y las palabras que alimentan o denotan la historia y el presente de todas las formas del amor. La malasangre y la alegría, los cruces étnicos, en paños, con suaves pinceladas, con la contundencia del mármol o la reproductibilidad de lo digital, de modo abstracto o figurativo, habrá que estar atento a los múltiples encuentros que depara 2023 para las artes plásticas queer. Imágenes como campo de estudio y experimentación, en espacios cerrados, pero también en las calles. Obras, no como mera representación pasiva sino como herramienta de celebración de todas las identidades, aún en los lugares donde todavía reinan los señores tijeras y las señoras censura. 

“Coleccionistas de trapos” Bordado a mano con hilos de algodón, textiles antiguos intervenidos y aplicados, patchwork y quilt. Chiachio & Giannone (2022)