Hay fechas que interpelan la memoria colectiva porque son de alguna manera la síntesis de muchos años de lucha contra la dominación y la opresión.
Enero, es en ese sentido un mes emblemático. En 1959 a comienzos de ese año fue la entrada triunfal a la ciudad de La Habana Cuba de los "barbudos de la Sierra Maestra" del Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
Inicio de la Revolución Cubana gestada desde el siglo XIX por los anarquistas, continuada por José Martí y el pueblo insurrecto contra Batista y el imperio del Norte.
El 1° de enero de 1994, en Chiapas, al sur de México, la irrupción desde la selva Lacandona de las mujeres y hombres del Movimiento Zapatista rompiendo la lógica absurda del "fin de la historia" e inaugurando una nueva alborada de un proceso emancipador.
Estas personas embozadas para hacerse visible y hacer visible a todas y todos los condenados de la Tierra por el capitalismo.
En la madrugada mientras vengo transitando me cruzo en la calle con un hombre de gorra azul que alzando su jarro precario me mira y me dice "felicidades campeón".
Ni él ni yo somos campeones de nada, más bien lo contrario.
Este saludo liminar es para mí el saludable augurio de que aún es posible propiciar una rebeldía colectiva y solidaria si nos vamos reconociendo en la ruptura con la indiferencia y el individualismo.
Estamos comenzando a escribir las primeras líneas de un año que a nivel mundial y regional será turbulento.
Acaso como escribió con fervor un poeta: "La era está pariendo un corazón, no puede más, se muere de dolor, y hay que romper el cielo si es preciso por vivir".
Para el comienzo, lecturas inquietantes. La novela de Martín Kohan Bahía Blanca y los cuentos de Juan Forn en Nadar de noche. A transitar las horas y los días con "la esperanza entre los dientes" como decía John Berger.
Carlos A. Solero