“Comenzó noviembre y notamos la fuerte baja de presión, pero no imaginábamos dos meses enteros sin servicio. El agua es algo básico y a nosotros nos faltó en el peor momento del año”. Con esas palabras comienza su relato Sofía, quien vive en 153 y 67, a metros del Centro Cultural y Polideportivo Los Hornos. El calor abrasador y la sequía que viene sufriendo la provincia de Buenos Aires pusieron en jaque al servicio de agua potable. El exceso en la demanda debido a las épocas que se atraviesan hizo que la empresa Aguas Bonaerenses S.A. (ABSA) no dé abasto y deba recurrir a acciones de emergencia.
A comienzos de noviembre, el gobernador Axel Kicillof anunció la emergencia por sequía y dispuso medidas de acompañamiento para la situación. Según los registros, la Provincia de Buenos Aires atraviesa la menor disponibilidad hídrica en los últimos 60 años debido a la falta de precipitaciones, las cuales impactaron de lleno en los acuíferos que ofician de fuente principal para la captación de agua. Esto trajo consigo una serie de problemáticas que tienen como último eslabón el consumo de los habitantes.
Desde hace tiempo, la Ciudad de La Plata convive con la falta de presión en la red de agua. El caso de Los Hornos es aún más grave, ya que ante la carencia del suministro, la mayoría de las bombas de agua que se utilizan para suplantar esa presión ausente, se encuentran rotas. “La sequía es tan grande que las bombas trabajan de más y se terminan quemando” cuenta Santiago, trabajador de ABSA, quien asiste con su camión al barrio platense para que las y los vecinos cuenten con lo mínimo e indispensable. “Yo puedo entender que haya poca presión, es verano y los consumos aumentan. Pero de ahí a que no haya nada, me parece realmente grave. Pasar navidad y año nuevo sin agua fue realmente doloroso, porque uno se priva de un montón de cosas” subraya Sofia.
Según la palabra de ABSA, las problemáticas derivadas de la sequía “se replican en las 94 localidades de la provincia en las cuales presta su servicio”. Desde la entidad remarcan que “hay comportamientos que pueden disminuir el impacto negativo, las cuales dependen exclusivamente de la conciencia popular, momentáneamente afectada por las necesidades urgentes que devienen del calor”. A su vez, remarcan que “se hace difícil cuando tenés más de 845.000 usuarios que duplican o triplican el consumo”.