“Me vino Andrés”, “Cantó el gallo”, “Se me retiró”, “¿Me manché?” “Volvió la regla”, “Se atrasó mi período”. Los vaivenes del habla popular propusieron en un tiempo estas y muchas otras maneras de referirse al sangrado vaginal que ocurre cada mes en las mujeres y que hasta hace muy poco era un tema tabú. Como su ausencia. En elipsis, por lo bajo, oculto, a veces marrón como la ropa de las brujas, crece como grito sagrado: menstruación. ¡Menstruación!
Hoy asistimos al cuestionamiento y la ruptura de sus mitos. Considerada una enfermedad por la cultura patriarcal, es decir, por la tradición, en torno de la menstruación se acuñaron frases como: "No te bañes que se te corta", "Prohibido lavarse el pelo", "No hace falta que te cuides si vas a coger", "Metete en la cama", "Menstruarás con dolor". Fueron (¿son?) como ideas falsas que funcionan como mandatos bíblicos, estereotipos del estilo de que Eva, la primera mujer, surgió de la costilla de Adán, que las chicas que llegamos después somos el huevo de la serpiente, brujas, las responsables/culpables de TODA la maldad, por la que arderemos en el infierno.
Amas y señoras de los dolores más profundos y de los placeres más descontrolados, la autoridad del varón nos oprime desde hace miles de años y el capitalismo asimiló esa explotación patriarcal, la adoptó y se la apropió para su beneficio. Para quienes quieran indagar en la etimología de la palabra menstruación, los diccionarios coinciden en su origen latino (menstruus) y en que deriva de mes o ciclo lunar (mensis), que se relaciona con la raíz indoeuropea medir.
¿Será que la regularidad de la menstruación debe ser medida, es decir controlada, por el sistema machista, racista, sexista y clasista de producción y reproducción, real y simbólico? Nuevas voces acerca del período han surgido y se enfocan en las diferentes etapas vitales femeninas. Lo hacen con una perspectiva radicalmente diferente a aquella que las patologizó. Infancia y pubertad, adolescencia, adultez joven y mayor, cada momento biológico tiene un correlato ideológico, una cosmovisión en la línea personal y colectiva del tiempo. #Conchapodcast, #Acabar, en formato podcast, soberaniamenstrual, menstruacionconsciente, Menstruita, en IG, son referentes imprescindibles que amplían la temática escarlata y afines de la marea feminista.
El poder del placer, el salvajismo tribal, la creatividad de las cuerpas, solas y en comunidad, desde la menarca hasta la menopausia y sus posts, rompen hoy el claustro individual, el cerco de lo doméstico/domesticado del hogar, para soltarse y bailar en las calles con un telón de fondo de distintos tonos de rojo.
Putear cuando viene, insultar cuando no viene. Aceptarla como herramienta o resistirse y negarla. Por presencia o por ausencia, para nuestra cultura la menstruación siempre pareció ser un problema. Pero todo concluye al fin, todo tiene un final y en las últimas décadas del siglo veinte, con el fortalecimiento del feminismo, sobre todo en Occidente, la menstruación, la transición a la menopausia (perimenopausia) y su retiro (menopausia) dejaron de asociarse con afecciones o conflictos.
Con la visibilidad del menstruus de las monstruas “se recupera algo de nuestra naturaleza instintiva”, escribía a comienzos de los años noventa la pionera en la temática Clarisa Pinkola Estés, en el legendario libro Mujeres que corren con los lobos. “Dentro de toda mujer, incluso de la más reprimida, alienta una vida secreta, una fuerza llena de buenos instintos, creatividad apasionada y sabiduría eterna”.
“Aunque los regalos de la naturaleza les pertenecen desde el nacimiento, los constantes esfuerzos de la sociedad por ‘civilizarnos’ y constreñirnos a unos roles rígidos nos han dejado sordas a los dones que albergamos”, explicaba la antropóloga, autora además de El baile de las mujeres sabias. Como otras congéneres, la estadounidense Pinkola Estés iluminó a las féminas en general y, en particular, a aquellas que transitan la madurez, una etapa que ahora se considera de apogeo.
La circulación de un saber y de la experiencia
“Todas sentimos el anhelo de lo salvaje”, retoma la ya clásica lectura la licenciada Susana Scornavaca (@susana.psi). Psicóloga de la UBA con un posgrado en Psicoanálisis, y coordinadora junto a su colega, Alejandra Acosta, de talleres de reflexión sobre cuestiones de género, dice a Las12 que las distintas etapas alrededor de la menstruación “son una temática compleja que me toca en lo personal y en lo profesional. A la vez, se trata de algo muy singular, ya que cada persona que se perciba como mujer y menstrue, narrará ese camino a su modo. A cada una de las mujeres que pasaron y pasan por el consultorio, a mis amigas, sus hijas, la mía y yo misma, el alivio nos llega cuando empezamos a ponerle voz a ese sufrimiento mensual silencioso y vergonzante que comienza en la pubertad y termina con la menopausia.
“Al compartirlo, hacerlo circular, armar ceremonia, aportar significado y salir de las penumbras del tabú y el pudor se recobra ese ser femenino que porta voz y voto. Aparece entonces el término menstruar en lugar de indisponer”, continúa Scornavaca. “‘Estoy indispuesta’, ¿qué es eso? ¿es no estar disponible? ¿acaso no estamos dispuestas? ¿No puedo ni podemos? ¿en qué nos limitamos, nos limitan, nos limita? Solo estamos menstruando”, inquiere y cuestiona. “Estamos aprendiendo a no pensarnos como enfermas, malhumoradas, exageradas, locas, obsesivas y todas las etiquetas y rótulos con que nos han nominado. Enlazadas y en comunión con otras, empezamos a proclamar y reconstruir de ese momento evolutivo inevitable, un discurso que nos empodera y nos reconoce como mujeres menstruantes, entre otras y muchas cosas”.
Al correrse del modelo biologicista, la aparición de la menstruación, sus ciclos y su paulatino retiro se consideran en un contexto histórico, social, económico, étnico. Desligado de una cuestión médica y de un discurso moral del deber ser, los ciclos de fertilidad son inherentes a la vida femenina, que toman una forma particular en cada mujer, de un modo tangible y a la vez espiritual.
“En la sociedad moderna, el ciclo menstrual se experimenta como un fenómeno pasivo del que sólo se admite su «aparición», ya que todo el proceso restante se ignora o bien se oculta”, dice la investigadora esotérica, diseñadora e ilustradora científica Miranda Gray, en su libro Luna roja. “Así, se nos enseñó a enfrentar nuestra angustia y nuestras necesidades sin llamar la atención, en tanto que este comportamiento forma parte de lo que es ser una mujer”, dice esta exploradora de las culturas artúrica y celta, maestra de reiki y tarotista, quien relaciona lo menstrual con la creatividad, con las ancestras y con los vínculos entre madres e hijas. “Nosotras solemos esconder nuestras dificultades: debido al miedo a que los demás nos consideren débiles o piensen que hacemos una montaña de un grano de arena. Nos enseñaron a ocultar nuestras emociones y, sobre todo, los cambios que se producen en ellas. Sin embargo, cada ciclo de la luna roja es una vía secreta y exclusiva de nuestro género para empoderarnos”.
En el libro Cómo mejorar tu salud hormonal (Ginecosofía), de la canadiense Lara Briden, se lee “No le debes belleza a nadie,” una cita de Erin McKean y se subraya que en el estigma de “la palabra con M” hay mucho de patriarcado. Briden es médica naturista (@larabriden) y acompaña a mujeres menstruantes o en el proceso de dejar de serlo “para que no sea un padecimiento”. Interesada por la fisiología femenina, la especialista neozelandesa descubrió “lo que funciona” en sus consultantes. “Hay muchos tipos de salud hormonal porque hay distintos tipos de hormonas”, advierte la también autora de Cómo mejorar tu ciclo menstrual.
“Ciclos sanos significa tener ovulaciones naturales y regulares que lleguen al menos cada 45 días y que no sean dolorosas ni difíciles”, explica. “Una perimenopausia saludable significa tener una época fácil y sin síntomas con los períodos y el estado de ánimo durante la perimenopausia y luego una transición fácil y sin síntomas al final de los períodos (menopausia)”.
La salud hormonal es la intersección de la biología femenina con nuestro entorno, lo que incluye factores como la alimentación, el alcohol, el ritmo circadiano, las toxinas ambientales, el estrés, los cónyuges, los hijos y, por supuesto, la cultura. “Por lo tanto, hay que trabajar contra la presión que muchas mujeres sienten para estar delgadas, así como la expectativa generalizada de que la perimenopausia es difícil y vergonzosa, cuando en realidad, algunas mujeres prosperan con ella”.
¿Cómo influye el paso del tiempo en el placer sexual?
"La perimenopausia y la menopausia tienen fama de provocar una libido baja o una disminución del placer. Pero la verdad es más complicada, porque el placer sexual puede verse disminuido por la fatiga, la falta de sueño y la medicación, especialmente los antihistamínicos, los antidepresivos y los anticonceptivos hormonales”. Es que según la psicoterapeuta belga Esther Perel, autora de los best sellers Inteligencia erótica y Sexo, no cautiverio, gran parte de la disminución del deseo atribuida a la menopausia es en realidad el resultado del aburrimiento con una relación duradera. “Recomienda encontrar formas de restablecer el romance y el misterio. Por otra parte, las mujeres de cualquier edad pueden experimentar dolor o sequedad vaginal y deben hablar con su médique porque casi siempre hay una solución”.
Briden, naturópata nacida en Edmonton, Canadá, asegura que el peor estereotipo sobre las mujeres que han superado las cuatro décadas es “que son viejas o han dejado de ser útiles a la sociedad. Como explico en Cómo mejorar tu salud hormonal, la perimenopausia es en realidad el comienzo de una nueva y emocionante fase de la vida o lo que llamo un ‘regreso a la niñez’. También desacredito la idea de que la menopausia es una enfermedad o un ‘accidente por vivir demasiado’. La teoría científica actual es que la menopausia evolucionó porque las mujeres mayores (posreproductivas) siempre han sido muy útiles para sus grupos familiares”.
¿Por qué las mujeres tenemos que sostener económicamente la anticoncepción y los ciclos menstruales? ¿Qué papel creés que deberían jugar el Estado, las obras sociales y la medicina privada?
--Hay varios lugares en el mundo donde los gobiernos proporcionan productos gratuitos para el período, incluido mi país de adopción, Nueva Zelanda. Creo que es bueno para la sociedad permitir ese tipo de "dignidad menstrual". En cuanto a la anticoncepción, también creo que es bueno que el gobierno facilite, o al menos subvencione, el acceso a métodos eficaces. Y yo añadiría que eso incluye métodos para hombres. Soy gran fan de los preservativos y tengo los ojos puestos en un nuevo método de vasectomía reversible que acaba de entrar en ensayos clínicos en Australia.
¿Cómo impacta en los roles de género el hecho de que las mujeres tengamos la casi exclusiva responsabilidad de proveernos información certera, segura y accesible, para tener salud sexual y reproductiva?
--Creo que un movimiento popular feminista por la salud es bueno para las mujeres. La "revolución del período" incluye: la conciencia de la importancia que tienen los ciclos menstruales naturales y sanos, el cuestionamiento de los anticonceptivos hormonales, y la exploración de métodos naturales para evitar el embarazo, como los métodos basados en el conocimiento de la fertilidad. Las mujeres están reclamando su salud frente al antiguo modelo médico paternalista que utilizaba habitualmente fármacos anticonceptivos para suprimir los ciclos menstruales.
¿Por qué en materia de hormonas, reproducción y relaciones eróticas y sexoafectivas, cuando las cosas “no salen bien”, se suele culpar a las mujeres, mientras que los “éxitos” parecieran provenir de los hombres?
--Ser hombre se considera la norma, por lo que la medicina tiende a tratar a las mujeres como si algo anduviera mal en sus cuerpos. Pero, por supuesto, ¡ser mujer es tan normal como ser hombre! Desde el punto de vista de la biología evolutiva, considero que la fisiología femenina es la versión normal estándar del ser humano, y la masculina, la variante. Envejecemos más lentamente que los hombres y tradicionalmente vivimos más. Es posible experimentar muchos de los aspectos de ser mujer (incluidos los ciclos menstruales y la perimenopausia) de buena manera, sin síntomas. Confía en tu cuerpo. La salud de las mujeres no es tan complicada ni misteriosa como nos han hecho creer. El gran cambio en los últimos cinco años es que más mujeres le dicen no al uso rutinario de anticonceptivos hormonales y reclaman sus ciclos menstruales naturales como algo importante para la salud general y la felicidad.