Miles de personas se acercaron este jueves a la Basílica de San Pedro para despedir a Joseph Ratzinger, el Papa emérito Benedicto XVI, que fue elegido como sumo pontífice en abril de 2005, renunció en 2013 y falleció el pasado sábado a los 95 años. La ceremonia comenzó cerca de las 9.30 –hora local– en la explanada del Vaticano y fue encabezada por el Papa Francisco, quien pronunció unas palabras.


Entre el lunes y el miércoles, asistieron casi 200.000 personas al funeral y las previsiones para solo este jueves eran de un poco menos de la mitad de ese número. Para la ceremonia, el Gobierno de Roma desplegó un importante operativo de seguridad, donde intervinieron más de 1.000 agentes y se cerró el espacio aéreo sobre la plaza colmada de gente.

Francisco encabezó lo que fue una situación inédita en la historia de la Iglesia católica: el funeral de su predecesor. En la homilía de la misa con la que despidió esta mañana a Ratzinger, agradeció su trabajo y destacó su “sabiduría, delicadeza y entrega”.


Junto a Su Santidad, estuvieron presentes alrededor de 3.700 sacerdotes de todo el mundo, además de más de 120 cardenales y 400 obispos. A su vez, viajaron a Roma una decena de jefes de Estado y representantes de monarquías europeas, que asistieron a la ceremonia "a título personal”, y no en nombre de sus países.

Las palabras de Francisco sobre Benedicto XVI

Sentado, por problemas físicos en su rodilla, el Papa pronunció unas palabras de agradecimiento. "Es el pueblo fiel de Dios que, reunido, acompaña y confía la vida de quien fuera su pastor", expresó frente a los miles de feligreses.

"Como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años", agregó Francisco.

Después de la ceremonia, por deseo expreso del sumo pontífice alemán, el cuerpo de Ratzinger fue trasladado hasta las Criptas Vaticanas, donde será enterrado en la tumba en la que antes estuvo Juan Pablo II.

Allí, será sepultado junto a un “rogito”, un pergamino que describe los momentos más destacados de su vida. En el texto, la Iglesia afirmó que el emérito "luchó con firmeza contra los delitos cometidos por representantes del clero contra menores o personas vulnerables”.

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