Cuanto mayor es el desarrollo industrial con inclusión social, menores son los grados de dependencia económica y mejores las posibilidades de equidad distributiva. La industrialización inclusiva neutraliza los efectos negativos del intercambio desigual y potencia el crecimiento del salario real, lo que implica un alza en la participación de los trabajadores en el PBI.

Un requisito para que prospere la industrialización es el desendeudamiento externo. Los gobiernos de Juan D. Perón y de Néstor y Cristina Kirchner coincidieron en intensos procesos de desendeudamiento que financiaron la industrialización. Se redujo el pago de servicios y amortizaciones de deuda y de condicionamientos del FMI, como requisito determinante para lograr la autofinanciación, único camino para alcanzar el desarrollo industrial. Los préstamos externos nunca financiarán procesos industrializantes.

El gobierno peronista de 1946-1955 logró saldo acreedor de la deuda por primera vez en la historia argentina. De 12.500 millones de pesos adeudados de la “Década Infame”, pasó a ser acreedor por 5 mil millones, al tiempo que nacionalizó los servicios públicos que estaban en manos de capitales externos. De manera similar, los gobiernos peronistas de 2003-2015 recibieron como herencia una deuda superior a los 180 mil millones de dólares en situación de “default”, proveniente de políticas neoliberales desde la Dictadura Militar hasta la Convertibilidad.

Deuda

Según el FMI, entre 2003 y 2013 se redujo la deuda externa en un 73 por ciento, pasando a ser el mayor desendeudamiento del mundo. En 2003, la deuda sobre PBI representaba 152,6 por ciento y al finalizar la reestructuración en 2010 se ubicaba en el 34,7 por ciento. 

En 2001, la deuda en pesos representaba el 3 por ciento y la nominada en dólares, el 77 por ciento. En 2015, en cambio, el 75 por ciento de lo adeudado era en pesos y el resto en dólares. Deber en dólares implica la sumisión política y económica. La deuda en pesos se gestiona, en el marco de la soberanía monetaria.

El gobierno de 1946-1955 impidió la entrada del FMI y el gobierno de 2003 - 2015 le pagó lo adeudado para excluirlo de las decisiones económicas. También coincidieron, en lograr la mayor equidad distributiva de la historia, es decir, la participación promedio de más del 50 por ciento del sector social trabajo en el PBI, en relación al sector social del capital.

Mercado interno

Sin un pujante mercado interno resulta imposible el desarrollo industrial. Sin salarios creciendo por encima de la inflación, el mercado interno desfallece, por ende, la industrialización pasa a ser una quimera. Por tanto, la mayor potencia del mercado interno implica necesariamente más equidad distributiva a partir de un mejor poder adquisitivo. 

Un actor fundamental en el proceso industrializador son las pymes, ya que éstas se conforman con un alto componente de capitales nacionales y comparten la necesidad de un mercado interno potente. El Estado debe fomentar con créditos blandos la elevación del componente tecnológico de las pymes, que les permita lograr un perfil exportador.

Divisas

Las divisas genuinas del país son generadas únicamente a través del saldo positivo de la balanza comercial y constituyen la única fuente de financiamiento posible para impulsar el desarrollo industrial inclusivo. 

Por ende, el comercio exterior argentino no puede estar en manos de ocho grandes empresas --seis de ellas transnacionales-- que determinan el destino de las divisas y encima potencian el incremento los precios de los alimentos a nivel interno.

Por otro lado, es necesario diferenciar ahorro de atesoramiento. El ahorro en algún momento puede llegar a ser inversión productiva. El atesoramiento es la negación del ahorro y, por ende, implica la fuga de divisas en lugar de inversión. Si el atesoramiento hubiera sido ahorro, la inversión productiva hubiese desarrollado una eficiente industria local. 

* Docente, economista y contador público. Integrante del Club Argentino Arturo Jauretche. [email protected]