¿Quién fue la primera mujer subrogada? La Virgen María -disparó Marisa Brel, en la mesa de Mirtha Legrand, el domingo 16 de julio. Marisa no se priva de nada. Su hijo Timoteo nació por el alquiler de un vientre en Estados Unidos. Ella se tatuó en la muñeca el nombre de la mujer que llevó adelante el embarazo -Joy, a la que llama madre sustituta- y, en el 2013, bautizó al niño en la Iglesia de la Dulce Espera por una promesa a la virgen. También escribió el libro “Mamá... ¡otra vez!”. Es la protagonista de un documental de National Geographic que se llama “Mi decisión”. El título es igual al lema con que el feminismo reivindica la idea de la decisión sobre el propio cuerpo en los casos de aborto legal. Sin embargo, aunque la Iglesia Católica se opone a los métodos de fertilización asistida, hace la vista gorda con quienes son madres y padres a través de tratamientos de baja y alta complejidad. Pero, además, no se trata de una libertad reproductiva total, sino de miradas sobre quién y cómo. Por ejemplo, Marisa Brel criticó a Luciana Salazar e insinuó que recurrió a un vientre a distancia porque no quería arruinar su figura. El caso de Luli -que posteó una foto de una ecografía en su Instagram de Barbie impoluta- volvió al debate en torno a uno de los temas más controvertidos del movimiento feminista y de la diversidad sexual. ¿Se trata de un avance científico que saca el acceso a la maternidad de la dependencia con los varones? ¿Las mujeres pueden criticar a otras mujeres? ¿Hay casos en que determinadas enfermedades justifican una maternidad subrogada pero si es por una elección que contaba con alternativas no se justifica? ¿Se trata de una forma de explotación sexual y de aprovechamiento de clase de mujeres, varones con dinero por sobre otras mujeres con necesidades que prefieren poner el cuerpo a cambio de un sustento económico? ¿Si se frena la regulación de alquiler de vientres o de madres sustitutas se les quita la posibilidad a parejas de dos varones o a gays o a trans de formar nuevas y diversas familias? ¿Si se regula el alquiler de cuerpos se acepta que las mujeres son incubadoras que escupen bebés? ¿Si no hay dinero de por medio el altruismo femenino es válido y si se cobra no? Los interrogantes y las respuestas son variados y claramente contrapuestos.
En la Argentina la maternidad subrogada iba a estar legislada en el nuevo Código Civil, en el ante proyecto presentado al Congreso Nacional en el 2012, pero por presiones de la Iglesia -junto con el comienzo de la vida para limitar el derecho al aborto- quedaron afuera de la reforma normativa del 2014. Ahora hay un proyecto de ley, impulsados por el Registro de Personas Gestantes Solidarias y presentado por la diputada Araceli Ferreyra, de Peronismo para la Victoria. Mientras que existe jurisprudencia que avala el alquiler de vientres o la maternidad solidaria, según como se quiera ver y nombrar. Pero, como no es una práctica regulada de forma clara, la mayoría de ricos y famosos van a Estados Unidos como si la cigüeña tuviera nueva sede en Miami junto a los shopping y las palmeras. La lista es larga y diversa: Marley y Flavio Mendoza (como padres solteros), Florencia Trinidad (con su marido Pablo Goycochea) y Ricardo Fort (cuyos dos hijos ahora son criados por su ex novio Gustavo Martínez). El costo puede ir de los 100 a los 150 mil dólares, según la nota “Lujo para pocos”, de Big Bang! News.
No somos envases
La abogada española y activista LGBTI Violeta Assiego Cruz dispara contra el ideal de la necesidad de ser padre o madre como un derecho, de la maternidad for export o como material de importación (en Argentina se realiza a través de Miami pero también la India es un mercado de vientres disponibles) y de generar un negocio a costa del útero de las mujeres: “No existe el derecho a tener hijos por mucho que alguien desee cumplir el sueño de ser padre o de ser madre. Sí existe, en cambio, el derecho de la mujer a controlar su propia sexualidad, a decidir libre y responsablemente sobre su cuerpo y a hacerlo de manera informada y autónoma, sin coacción, discriminación ni violencia. Por eso, para hablar de regular la gestación subrogada la gestación subrogada no se debería realizar sin supervisión pública, se tiene que suprimir el papel de los intermediarios y, ante todo, hacerse en un marco de solidaridad. Es decir, que la gestación subrogada sea altruista. Porque si el objetivo final de la mujer -al renunciar a su maternidad biológica- es entregar un bebé a quienes sí constituirán la filiación biológica, ese acto tiene que estar exento de cualquier tipo de contraprestación económica”.
En Argentina, la abogada y activista lesbiana Greta Pena es Presidenta de 100% diversidad y derechos que forma parte de la Comisión Asesora en Técnicas de Reproducción Humana Asistida y reclama, de forma urgente, una ley que regule esta práctica: “Nuestra demanda es la regulación de la gestación por sustitución por parte del Estado. Actualmente, es una práctica que no está prohibida en nuestro país, que se está realizando cada vez más, pero sin una ley que la regule y, por lo tanto, ese vacío jurídico genera la desprotección de todas las partes intervinientes, pero sobre todo de quienes están en posición más desventajosa: las gestantes y los niños y niñas nacidas por esa técnica de reproducción asistida. La gestación está considerada una técnica de reproducción humana asistida (TRHA) por la OMS y por nuestra ley 26.862 (articulo 8ª) de acceso y cobertura de las TRHA. La falta de regulación ha generado que las familias que acceden a la gestación por sustitución para tener hijos (muchas de nuestro colectivo) y la propia gestante necesiten recurrir a la justicia para conseguir el reconocimiento de los vínculos filiatorios con sus hijos nacidos por esa técnicas y poder así garantizar el derecho a la identidad familiar de esos niños y niñas. Las gestantes no cuentan con ninguna norma protectoria de sus derechos durante el proceso de gestación y postnacimiento y son fácilmente susceptibles de explotación, sobre todo cuando están en situación de pobreza o necesidad económica, ya que no hay ninguna autoridad pública que controle o intervenga en el proceso”.
Su propuesta es que el cuerpo humano no tenga valor comercial, sino afectivo; que la gestación por sustitución se regule como una TRHA de alta complejidad que requiere para su realización de la autorización judicial previa para comprobar que no se trata de una cuestión de lucro para la gestante (que no podrá poner el cuerpo más de dos veces en su vida), que tiene que existir un vínculo previo entre gestante y padres/madres y que, después del nacimiento, no quede ningún lazo entre gestante y nacidx. Greta considera que la ley es la mejor forma de proteger a las mujeres y no dejar la maternidad subrogada en manos del mercado. “Desde el colectivo de diversidad sexual nos sentimos hermanadxs, comprometidxs e inescindibles políticamente de los movimientos feministas y de mujeres”, destaca.
Estebán Paulon es Subsecretario de Políticas de Diversidad Sexual del Gobierno de Santa Fe y apunta: “No es una demanda que desborda. Hay personas que se deciden por la adopción y otras que tienen una persona de su entorno que no tiene problema en brindarse para gestar ese niño o niña. Debería ser un derecho accesible a todas las personas y no solo a las de muchísimo dinero, que viajan al exterior y que pagan cientos de miles de dólares en lugares donde las mujeres sí son tratadas como mercancías”.
Ser padres no es un derecho
En España el debate es un eje central del feminismo (mucho más que en Argentina) y hay un una gran masa crítica. La Profesora de Teoría Feminista de la Universidad Complutense de Madrid, Luisa Posada, subraya: “Mi opinión es contraria a los vientres de alquiler y prefiero esa denominación al eufemismo de maternidad subrogada”. De hecho, la principal organización de repudio a la práctica tiene una página que se llama NoSomosVasijas. Por su parte, la activista BarbijaPuta dispara: “Se trata de comprar el útero de mujeres pobres por parte de gente con más ingresos. Ninguna mujer rica ha gestado jamás para un extraño un bebé. El feminismo tiene que estar con todas las mujeres, principalmente las menos privilegiadas. El feminismo que defiende antes el deseo de los privilegiados es más liberalismo que feminismo. Ser padre no es un derecho, derecho es tener una familia, sólo en España hay 18.000 niños sin familia, pero a esos no los quieren”.
La escritora española Carmen Domingo investiga sobre vientres de alquiler y también se niega a usar el término maternidad subrogada. Ella cuestiona el deseo sin límites de los dueños de las billeteras globales: “Por el poder económico las mujeres somos las pobres de los pobres, las olvidadas de los olvidados. Y es ese poder el que ha decidido que un deseo se puede cumplir, incluso si eso supone comprar un niño. Y no, no todos los deseos se pueden cumplir, ni teniendo dinero. Primero debemos preocuparnos por que se cumplan nuestros derechos y los de los niños -querer ser padre o madre de unos niños que tengan tu carga genética o la de tu pareja es un deseo, no un derecho-. Que todo se puede comprar, pues sí, poder se puede. En el sistema capitalista tener dinero significa que puedes convertir la mayoría de tus deseos en realidad, sobre todo aprovechándote del privilegio que te da ese dinero y de la falta de privilegios que da el no tenerlo, por eso hay gente que no puede tener bebés y los compra a mujeres pobres”. Mientras que también sospecha de los vientres por afecto o vínculos previos, sin dinero de por medio. “El caso del afecto es algo tan subjetivo, tanto, que acabaría siendo un coladero para muchas donaciones por afecto que no lo son. ¿De qué forma se sabe si no hay dinero por medio?”, cuestiona.
Por su parte, con una postura opuesta, María Rachid, Secretaria General de la Federación Argentina LGBT elige llamar como gestación solidaria o por sustitución a esta práctica. Ella resalta: “Hemos asesorado y patrocinado en decenas de prácticas llevadas en el exterior, como también algunas que ya se están desarrollando en el país y presentado un proyecto de ley donde expresamos una propuesta que regule estas prácticas respetando la autonomía sobre el cuerpo de las mujeres y la voluntad procreacional de quienes desean tener un hijo/a por lo que no deberían implicar ningún costo para quienes quieran acceder a ella. El argumento de que es una práctica para familias ricas solo se da en el contexto en el que no está regulado expresamente por lo que las obras sociales y prepagas se resisten a cubrirlo. Ni el Estado ni nadie puede vulnerar la autonomía sobre el propio cuerpo de las mujeres, ni rohibirnos el desarrollo de ningún tipo de actividad que queramos desarrollar, con cualquier parte de nuestro cuerpo, la que puede incluir el gestar para otra persona o pareja”.
Las opiniones son divergentes, pero no es un tema ajeno, ni solo de la farándula. En Bariloche, la Jueza de Familia de Viedma María Laura Dumpé, autorizó a una mujer, amiga de una pareja de dos varones, a ser la portante de embriones logrados a través de métodos de reproducción asistida con esperma de uno de ellos y óvulos de una donante anónima. Ni la mujer (ni sus tres hijos) tendrán ninguna relación, después del parto, con el bebé. El futuro ya llegó. Pero sigue abriendo interrogantes.