Desde hace una semana la Ciudad de Dolores se encuentra atravesada por un acontecimiento: el juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa, desde el céntrico Palacio de Tribunales, gana las miradas de los habitantes de la ciudad. Aunque no se acercan masivamente al lugar, los y las vecinas se mantienen al tanto de lo que ocurre, consultan, opinan, charlan y recuerdan otros casos que, desde lo judicial, también impactaron en la vida del lugar, como el juicio por el asesinato de José Luis Cabezas. Aunque todavía no hay nada organizado, algunos habitantes no descartan acercarse al Palacio el día de la sentencia o el 18 de enero, cuando en medio del juicio se cumplan tres años del crimen.
El tema de conversación
Los televisores solo muestran una cosa. Detrás de las vidrieras de los bares, cafés o restaurantes, en las pantallas siempre, a toda hora, hay algún canal de noticias: los fiscales ingresan a Tribunales, los padres de Fernando Báez Sosa hablan en conferencia de prensa o algún familiar de alguno de los ocho acusados esquiva apurado los micrófonos. En sus tapas, los diarios locales también reflejan lo que se respira en la Ciudad de Dolores: todos los ojos están puestos en el juicio que transcurre en los Tribunales de Belgrano 141.
A solo una cuadra del Palacio, los dos empleados de un kiosko charlan sobre la cuestión. Es la previa de una nueva jornada del juicio y uno de ellos asegura que no hay manera de que los imputados no reciban prisión perpetua, en especial Máximo Thomsen, dice, “que es el más complicado”. El otro responde que todavía hay que esperar y recuerda los planteos de nulidad que la defensa presentó en la primera jornada del juicio. La gente busca informarse y pregunta a los periodistas sobre las novedades del debate. En general esas conversaciones terminan con una expresión de deseo por parte de los y las vecinas: que haya condena.
“Para nosotros es un acontecimiento muy importante. Acá un poco que nos conocemos entre todos y vamos conversando de lo que nos enteramos”, dice a Página 12 Cristina Vargas, vecina de Dolores que asegura que el juicio “se transformó en tema de conversación en todos lados”. Vargas pasea por la Plaza Castelli, centro neurálgico de Dolores, en medio de una ciudad vacía, porque en el Primer Pueblo Patrio se respeta la hora de la siesta. Frente a la plaza está el edificio municipal, la escuela normal, la iglesia y el Hotel Plaza, donde Silvino y Graciela, los padres de Fernando, se hospedaron durante los primeros días del debate.
“Son casos muy serios y uno trata de darles la mejor atención y de hacerlos sentir cómodos”, cuenta a este diario Norma, recepcionista del Plaza, el primer hotel de la ciudad, mientras cambia de turno con Guillermo, otro recepcionista. Los dos comentan que cuidaron toda la información referida a Silvino y Graciela, incluso ante los vecinos y vecinas que se acercaban al lugar preguntando por ellos. Norma dice tener 26 años trabajando en el hotel y recuerda que allí, durante el juicio realizado entre fines de 1999 y principios del 2000, se hospedaron también familiares de José Luis Cabezas. "Estuvieron los padres mucho tiempo, eso fue muy duro", recuerda.
De Tribunales al Penal
El edificio de Tribunales, sus vallas protectoras, las cámaras, micrófonos y móviles televisivos que llegaron a Dolores desde Buenos Aires, son cada mañana el centro de atención. En ese mismo lugar, en la misma pequeña sala de audiencias que hoy recibe el debate oral por el crimen de Fernando, se desarrolló el juicio por el asesinato de Cabezas.
"También había muchos periodistas y el hotel estaba lleno. En ese caso el juicio fue muy serio... en el caso Coppola fue más show", considera Norma sobre otro de los acontecimientos que impactaron a la ciudad, cuando en 1996 el ex representante de Diego Maradona estuvo preso durante más de dos meses en la Unidad Penal N°6 de Dolores. El propio Diego fue a visitar a Guillermo Coppola al Penal en el que actualmente están detenidos los ocho acusados por el crimen de Fernando.
Desde Tribunales, el camión que todos los días lleva y trae a los ocho imputados desde y hacia el Penal, ubicado en Riobamba 251, solo debe transitar ocho cuadras. "Es la cárcel más antigua de la provincia", dice Ricardo Ruíz, con algo de orgullo, sobre el edificio por el que pasa todos los días en su caminata cotidiana. Ruíz pasó por el lugar también el miércoles por la tarde, en el momento en que los familiares de los acusados pudieron visitarlos. "Una mujer les gritó unas cosas, pero en general fue tranquilo, queríamos ver un poco qué pasaba, nada más", señaló sobre ese día.
El hombre recuerda la vez anterior en que los rugbiers estuvieron alojados en el Penal, menos de un mes después del crimen y luego de haber pasado por comisarías de Villa Gesell y de Pinamar. "En ese momento fue más caótico todo, porque recién pasaba el asesinato y tampoco esperábamos que vinieran para acá. La gente estaba más conmocionada y había mucha información dando vueltas. Ahora tengo la impresión de que está todo más claro y por eso lo siguen con más calma", afirma.
Pese a estar vallado casi de esquina a esquina, el clima a las puertas del edificio de Tribunales es, en efecto, tranquilo. Pocos se acercan al lugar, prefieren seguir las novedades desde sus casas, aunque Ruiz y Vargas aseguran que no descartan ir al Palacio en alguna fecha importante, ya sea el día del veredicto o del aniversario del crimen. Mientras tanto, tras un fin de semana de descanso, la ciudad volverá este lunes a la rutina de las cámaras, los móviles y los micrófonos.