El Tata Cedrón dice que esta idea está sacada “de la experiencia”. La primera, la de su hijo Román, exintegrante del Cuarteto Cedrón, que a los 3 años recitaba completito “Los ladrones”, de Raúl González Tuñón, y hoy tiene 53. Y luego las de tantos hijos acunados a lo largo de décadas con estas canciones, que han sabido elegirlas y pedirlas, aunque no hayan estado pensadas específicamente para ellos. Así que esta vez sí, el Cuarteto Cedrón canta especialmente Para nuestros hijos: así se llama el tan especial disco que, primorosamente presentado en una latita, recopila aquellas canciones que mejor les caben, en las versiones del cuarteto. Lo presenta hoy a las 18 en el Teatro El Popular (Chile 2080), en un clima de kermesse al que aportarán las creaciones de la Compañía Nacional de Autómatas La Musaranga, marionetas y máquinas de antaño hechas con elementos de desechos industriales, con los que logran personajes que bailan, cantan, hacen malabarismo, ladran “y bastante más”.
Las grabaciones, de todas las épocas –las hay desde el ‘62 hasta el presente–, pueden ser de un poema maya dedicado al nacimiento, o de los versos los que el poeta y periodista desaparecido Miguel Angel Bustos escribió para su hermano menor, según averiguó recientemente Cedrón. O aquel en el que Javier Villafañe pintó a un niño negro soñando sueños de muchos colores, o la evocación que hace Tuñón de la algarabía infantil alrededor de La fogata de San Juan. O los pequeños relatos como fábulas de “Mares”, de Juan Gelman, o “Mojarrita Porá”, un chamamé. Su autor, Alejandro Cantarella, lo cuenta así: “Esta es la historia de un sapo viejo que está en las últimas, secándose al sol. Pasa una mojarrita, lo salpica, se enamora, lo revive. Fin”. O la “Canción de San Jamás”, Bertolt Brecht, con traducción de Gelman. La versión recitada de “Los ladones”, grabada por Román Cedrón a sus 3 años y guardada por su padre todos estos años en una cinta, también está.
“Tenemos una mirada crítica sobre esas canciones para pibes que los tratan como si fueran tontitos. Nuestra idea es que los pibes pueden escuchar lo que escuchamos todos, ¿o no es así como pasa? Mi primer recuerdo musical, a los 3 años, es ‘Viene clareando’, de Yupanqui. Me llamaba la atención eso de ‘zambas sí, penas no...’. También sé que desde entonces escucho a Gardel”, asegura Tata Cedrón en diálogo con PáginaI12. “Nos pareció que la poética del Cuarteto podía aportar en algo a ese mundo de los chicos. Si algo tienen en común todos los temas, es cierta ternura que les pasa por el medio, aun el de “Los ladrones”. Nos gusta dar a escuchar a los chicos esta poesía que tiene que ver con un pasado histórico y con melodías que cada vez se escuchan menos”, advierte el músico.
“Algunos de los jóvenes que hoy trabajan con el Cuarteto lo escucharon de chicos porque ésa era también la música que escuchaban sus padres. Otros se acercaron de más grandes. Esto sucedió en la Argentina, pero además en otros lugares”, cuenta Antonia García Castro, esposa de Cedrón y autora de Tango y quimera, un libro que recorre la carrera del Cuarteto. “En plena dictadura en Chile, en los años ‘80, mi padre cruzó la cordillera con algunos compañeros y encontró refugio en la Argentina antes de reunirse con la familia en Francia. Durante su estadía en Buenos Aires, quiso hacernos un regalo. El regalo fue el Tradicional del Cuarteto Cedrón. Un cassette, quizás copiado. Eso no lo recuerdo, pero sé que gracias a mi padre escucho al Cuarteto desde los 10 años”.
“La idea de hacer esta antología se nutre de éstas y otras experiencias. En este disco se han reunido grabaciones que por su ternura y por su belleza (y sin necesidad de pedirle al Tata que cante para chicos) pueden acompañar las infancias de nuestros hijos y también, a estas alturas, las de los nietos”, explica la socióloga. “¿Cómo no pensar que estamos hechos también de lo que escuchamos? ¿Cómo no pensar que la música y la poesía pueden ser lo que nos une? Es una manera de juntarnos. De reconocernos. De reencontrarnos. Y una forma de transmitir a quienes más queremos algo de lo que nos importa”.
El Tata Cedrón, Miguel Praino en viola, Miguel López en bandoneón, Daniel Frascoli en guitarrón y acordeón y Josefina García en violoncelo invitan entonces, esta vez, a los chicos. Habrá música del Cuarteto, marionetas y máquinas de La Musaranga, y en lugar del “puchero misterioso” que propone siempre el grupo, un “chocolate misterioso”. Pueden colarse los adultos que acompañen.