Si hubiera que señalar una y sólo una crítica desde la política a la gestión del gobierno provincial, seguramente se apuntaría a la excesiva centralización en la toma de decisiones que recae en el gobernador Omar Perotti. Desde las principales obras de infraestructura hasta el pequeño subsidio a un club de barrio en una diminuta localidad “recae en el gobernador”, señalan sus detractores y también muchos de los funcionarios que lo acompañan que se han ido acostumbrando a la hiperactividad del jefe del Ejecutivo. Esto no quiere decir que su antecesor Miguel Lifschitz hubiese delegado mucho más en sus principales funcionarios, aunque es claro que sí lo hicieron, por ejemplo, Antonio Bonfatti o el mismo Hermes Binner. Jorge Obeid era conocido por su célebre mesa chica de no más de cinco miembros que actuaban tanto en la gestión ejecutiva, como en la legislativa y, por supuesto, en la política.
Para no abundar con los ejemplos nacionales y aceptando que la larga tradición presidencialista de Argentina determina desde hace mucho que los ejecutivos son absolutamente unipersonales es un rasgo que también adquirió el actual intendente de Rosario que ahora se tomó unas breves vacaciones y dejó en el cargo a la presidenta del Concejo, María Eugenia Schmuck. Pero es una delegación que marca la ley orgánica de Municipios y Comunas, no una cesión cotidiana en el ejercicio del poder.
Pablo Javkin se ocupa de todo. Pero de todo, de todo. Desde la poda y escamonda a las intrincadas negociaciones para habilitar una torre de 40 pisos como la que van a construir SanCor y Obring en Puerto Norte y de vuelta a explicar por qué no pusieron al campeón del mundo de Rosario, Angel Correa, en los ploteados de los nuevos colectivos. Todo esto en una ciudad que tuvo secretarios como Binner y Mónica Fein en Salud, Bonfatti en Gobierno y Lifschitz en Servicios Públicos. Hoy incluso para los periodistas especializados en política se hace difícil nombrar de corrido a cinco miembros del gabinete local y otra cantidad igual en el elenco ministerial provincial.
Esto no indica que no haya equipos profesionales ocupándose de las distintas áreas y las complejas situaciones que se suceden todos los días. La gestión política ejecutiva es sumamente complicada, mucho más de lo que la gente ve en los programas de televisión o en las altisonantes declaraciones de determinados personajes que, además, tienen todo el tiempo del mundo para explayarse en minucias o broncas acumuladas.
Es probable que la moderna comunicación política haya gravitado y condicionado mucho la manera de conducirse de los ejecutivos. La omnipresencia de gobernadores e intendentes en redes sociales, videos, explicaciones e inauguraciones de todo tipo determina mucho más que la época en la que solo existían los afiches, las radios y los diarios y de vez en cuando la TV. Ahora parece que uno convive con estos funcionarios de alta responsabilidad y exposición. “Gobernar es explicar”, dijo hace poco el intendente Javkin que además de político es un sólido intelectual de su actividad. Y es quizás en esa extrema necesidad de abrirse paso con explicaciones racionales en medio de tanto ruido y gritos, donde radique una parte importante del porqué sumarse a todas las discusiones aún las más pequeñas.
La cuestión sería averiguar si estos gobiernos tan unipersonales dan como resultado mejores políticas públicas. Es difícil saberlo, pero sí es claro que la mística de equipo que le dio por ejemplo a la selección ese plus necesario para alzarse con la copa hoy no está presente en los elencos de gobierno en ninguno de sus niveles. Y también tiene que ver con la profesionalización y especialización de la política. Antes las mesas técnicas de los partidos surgían de profesionales que además eran militantes políticos. Hoy eso no abunda aunque quedan algunos rincones en los que es posible encontrar a esta gente dedicada, altamente capacitada para su función y que además se reconoce como parte de un proyecto.
En ese marco es difícil saber si tal o cual gestión es un proyecto de uno, de un equipo, de un partido o de una coalición que comparte rumbos, expectativas y objetivos. Claro que todo el esfuerzo es para trabajar por el bien común, pero ¿es eso posible sin compartir la toma de las decisiones más trascendentes? Puede sonar un poco ingenuo pero es claro que la política no escapa al tono de época que marca al individuo como centro y fin de todas las cosas y esquiva las respuestas colectivas.
Por supuesto, no se delega en la gestión porque no se delega en la política electoral tampoco. El que quiere sólo leales en su equipo de gobierno también los querrá a la hora de ir a las urnas y esto trae fricciones porque los talentosos y destacados demandan sus espacios propios. Por eso el arte de la conducción y de la construcción política es tan delicado, implica un equilibrio difícil de alcanzar y una serie de decepciones y deserciones.
Es evidente que aún con los mejores hombres y mujeres, la ejecución de las políticas públicas diseñadas obtengan resultados que no alcancen. Lo que pasa con la inseguridad en la provincia y sobre todo en la ciudad muestra mucho de ese costado. El fin de semana se conocieron cifras positivas que sorprenden en una materia que terminó y comenzó otro año trágico y doloroso. Según datos aportados por el Observatorio de Seguridad Pública, el año pasado se detuvieron a 26.745 personas y se secuestraron 2.409 armas de fuego en operativos realizados por la Policía de la provincia.
El gobierno de Santa Fe asegura que estos resultados sí son producto del diálogo que se da con municipios y comunas que permitieron diagramar los operativos preventivos según los mapas delictivos. Y que la confección de dichos mapas se realiza de acuerdo a datos brindados por el 911, denuncias en las comisarías y los Centros Territoriales de Denuncia, y la información que surge de las Mesas de Seguridad Local con los distintos municipios y comunas. A partir de allí, esos datos son sistematizados por el Observatorio de Seguridad Pública y georreferenciados, lo que permite la disposición más eficiente de recursos policiales para la prevención e investigación de los delitos.
Sin embargo, el intendente Javkin terminó el año insistiendo en su reclamo de tener una mayor participación en el diseño de los operativos que se realizan en la ciudad y mayor injerencia en la designación de las autoridades policiales. También fue fuerte su demanda a la Nación que partió de la inseguridad pero que también abarcó otras áreas. "Rosario no tiene peso en Argentina", aseguró el jefe político de la ciudad marcando también que esa será una agenda difícil de revertir en el corto plazo.