Botellas, recipientes de comida y bolsas de plástico son parte de las toneladas de residuos que todos los años voluntarias y voluntarios recogen en las costas de las Islas Galápagos. El 99 por ciento de la basura llega a este Patrimonio natural de la humanidad -el título otorgado por la Unesco- por medio de las corrientes marinas y su mayor parte proviene de desechos de pesca. En las 150 limpiezas documentadas que llevaron adelante hasta ahora los habitantes del lugar también encontraron agroquímicos y ataúdes.
Las Islas Galápagos son un archipiélago que se encuentra a más de 900 kilómetros de la costa de Ecuador y está formado por diferentes islas grandes, medianas e islotes. Solo cuatro son habitables: San Cristóbal, Santa Cruz, Isabela y Floreana. En 1959 el archipiélago se convirtió en el Parque Nacional Galápagos y en 1978 fue declarado Patrimonio natural de la humanidad. En las islas hay más de dos mil especies endémicas, como reptiles, mamíferos y aves.
A pesar de que en 2018 Ecuador prohibió la distribución de bolsas de plástico, pajitas, recipientes de comida y botellas no retornables en Galápagos, todos los años aparecen toneladas de basura marítima en sus costas que afectan a la flora y a la fauna del lugar. Las tortugas, iguanas y lobos marinos que habitan la zona suelen enredarse y asfixiarse con las bolsas y los desechos de plástico. Además, hay parte del plástico que se fragmenta en micropartículas que muchos de estos animales terminan comiendo. Pero también existe otro problema, aclaran los especialistas, con los desechos de plástico que llegan a las orillas aparecen nuevas especies invasoras.
Una iniciativa que nació desde la comunidad
Solo en 2020, el Frente Insular de la Reserva Marina de Galápagos recolectó 8.000 botellas plásticas en las playas. Su coordinador, Alberto Andrada, se mudó a la isla Santa Cruz donde primero se dedicó al turismo y luego a la pesca artesanal, oficio que conoció a los 15 años cuando viajó a Panamá para trabajar en un barco pesquero. “Empecé a limpiar playas con mi hija cuando estaba recuperándome de un accidente de buceo”, cuenta el hombre que hizo de esa limpieza en Galápagos una rutina diaria.
Andrada nunca pensó que otras personas querrían sumarse a sus limpiezas para recuperar y preservar la costa hasta que en 2017 se juntó con otros pescadores, guías de turismo, transportistas, estudiantes y políticos y crearon el Frente Insular de la Reserva Marina de Galápagos, para combatir la pesca ilegal y la contaminación. “Nació desde la comunidad, no hay en la historia de Galápagos un movimiento comunitario que se haya formado de esta manera. Y para cumplir un objetivo común que era básicamente defender los derechos de la naturaleza”, agrega.
En agosto de 2017, las autoridades ecuatorianas detectaron un carguero chino con 300 toneladas de especies protegidas dentro de sus bodegas. Había crías de tiburón ballena y embriones de tiburón martillo, la especie icónica de las islas. Para ese entonces, Andrada tenía un programa comunitario de radio que utilizaba para “avivar a la gente”, como recuerda, para que estuvieran pendientes de que el barco no se fuera sin pagar las consecuencias. El 25 de agosto se realizó la primera y única marcha multitudinaria intersectorial donde los habitantes de las islas reclamaron que se sancionara a los responsables de la pesca ilegal.
El impulso activista contra el pesquero chino llevó a más de 160 organizaciones a presentar un pliego para ampliar la zona de protección de Galápagos pero las autoridades no lo tuvieron en cuenta. Finalmente, la tripulación del barco fue condenada.
Un registro de la contaminación
Pero el Frente Insular no se quedó en esa única acción: voluntarios locales comenzaron a realizar limpiezas costeras de zonas urbanas para llevar un registro de la contaminación de las playas. Hasta la fecha llevan 150 limpiezas documentadas, en las que se encontraron “hasta ataúdes y material altamente contaminante como agroquímicos que están prohibidos”.
Sobre la procedencia de esta basura marina, Alberto explica que la gran cantidad viene de barcos de bandera asiática pero también de Chile y de Perú: “El 1 por ciento es basura local y el 99 por ciento restante viene con las corrientes. La mayor parte es basura de pesca”.
Además de las limpiezas periódicas organizadas entre los voluntarios, en 2022 se sumaron al Día Mundial de la Limpieza, un evento global originado en Estonia, en 2008, cuando 50.000 voluntarios se reunieron para limpiar el país entero. Desde ese año se replica en diferentes países cada tercer sábado de septiembre.
Durante esa jornada, en las Islas Galápagos se recogieron más de 100 kilos de basura marina. La limpieza, que se llevó a cabo durante 3 horas, sirvió para recolectar más de 600 botellas desechables. Además, se encontraron dispositivos agregadores de peces (DAP), equipos utilizados en la pesca para atraer diferentes especies de peces. “Estamos peleando porque son dispositivos que con las corrientes entran a la reserva marina, a la zona protegida, y de una manera no responsable van captando peces para capturarlos al salir”, advierte el coordinador del Frente Insular sobre estos aparatos.
Juntar la basura, un trabajo manual
En cuanto a cómo realizan el trabajo de limpieza, Andrada cuenta que el Parque Nacional tiene realizado un mapeo de las corrientes marinas para saber cuáles son los puntos donde pueden haber más desechos: “Realizamos el trabajo manual con costales y a pie, muchas veces abordamos embarcaciones de pesca para llegar a sitios inaccesibles”.
Otras de las limpiezas más relevantes que se llevaron a cabo en Galápagos fueron las realizadas en el Programa de Limpieza Costera. El Frente Insular, acompañado por el Parque Nacional Galápagos y otros organismos estatales y privados, como la Fundación Coca-Cola de Ecuador, realizaron diferentes jornadas de limpieza costera donde, por ejemplo, entre marzo y abril se recolectaron 7,2 toneladas de desechos sólidos.
En una zona donde los habitantes viven de los recursos naturales y los servicios relacionados a la naturaleza, la protección del ambiente implica cuidar a los animales, la flora y el terreno. “Tenemos animales afectados, muertos por plásticos; la basura también daña el ecosistema”, se lamenta Andrada, quien seguirá con su activismo para terminar de una vez y para siempre con la presencia de la basura marítima en las islas.