No es solo que la historia de la izquierda brasileña y latinoamericana no pueden ser escritas sin la presencia de Marco Aurélio. Tampoco la historia de muchos de nosotros.
Lo conocí como vicepresidente de la Unión Nacional de Estudiantes, pasamos a convivir intensamente cuando participamos en la fundación del Partido Obrero Comunista- él por el ala disidente del Partido Comunista Brasileño de Rio Grande do Sul, yo por la Polop (Política Obrera). Después fueron tiempos de exilio, junto al MIR de Chile. Y de vuelta en Brasil. Siempre amigos y compañeros, ahora en el PT. Nos vimos por última vez en un aeropuerto, uno iba a Buenos Aires, el otro a Paris, quedamos en encontrarnos a la vuelta. Sería una reunión del Instituto Lula, agendada para el día 21. Para pocos la fusión de las palabras amigo y compañero caben tanto como para Marco Aurélio.