Fueron bien pocos los dirigentes de la derecha autóctona que lograron conjugar una condena al ataque a los tres poderes del Estado en Brasil sin incluir un "pero" o sin que se le trabara la lengua. La necesidad de responder a votantes cada vez más radicalizados y hacia la derecha se notó en las contorsiones de cierto sector duro del Juntos por el Cambio, que prefirió atacar al Gobierno argentino que hablar de lo que sucedía en Brasil. Hasta María Eugenia Vidal salió a mostrarse en esa línea, en la que ya habían incursionado Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Algunos diputados de Juntos por el Cambio, por ejemplo, presentaron un proyecto de repudio, pero no pudieron evitar poner al mismo nivel lo ocurrido en Brasil o en Perú con la Argentina. Otros, lisa y llanamente emitieron declaraciones que parecen de respaldo y Javier Milei evitó pronunciarse pero retuiteó noticias falsas que acompañaban los ataques a los poderes democráticos y más tarde compartió declaraciones de ONGs que buscaban comparar lo ocurrido con el accionar de otros gobiernos de centroizquierda.

Los que sí emitieron una condena sin "peros" sufrieron rápidamente un ataque de trolls: basta ver las respuestas al jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, o al ex vicejefe Diego Santilli. "Volá, palomita", es lo más suave que le contestaron. Ya sea por convicción, por miedo a este tipo de críticas o por estrategia de posicionarse ante el nucleo más duro y radicalizado -casi copito- del electorado, la mayoría del ala dura optó por condenas parciales, ausentes o directamente alguna forma de respaldo a los ataques de los bolsonaristas en Brasil.

Con "Peros"

El expresidente Mauricio Macri combinó un repudio con una comparación veloz con el kirchnerismo en la Argentina: "Repudio los hechos violentos registrados en Brasil, donde una multitud invadió el edificio del palacio presidencial, la Corte Suprema de Justicia y el Congreso, poniendo en peligro la paz y la estabilidad democrática del país. Mi solidaridad con el presidente Lula en este momento", escribió el domingo en un primer tweet. Pero en un segundo, ya pasó a atacar al Gobierno: "No debemos olvidar que el kirchnerismo que hoy se muestra conmocionado por los sucesos en Brasil es el mismo que en 2017 organizó, promovió y protagonizó el asalto violento al Congreso de la Nación Argentina".

Macri comparó así las protestas por el recorte a los jubilados, donde hubo represión salvaje de las fuerzas policiales sobre los adultos mayores, con el ataque y el ingreso a los tres poderes del Estado. "La democracia y las instituciones tienen que ser respetadas siempre y en todas partes. Porque primero destruirán a las instituciones, después destruirán la libertad y la vida", aseguró.

Una línea argumental similar siguió la presidenta del PRO, Patricia Bullrich. Bien mirado, su mensaje no contiene ninguna condena a Bolsonaro: "Demócratas en otros países y autoritarios aquí. Aquí, quieren tomar la Corte Suprema de Justicia y destruyen al Congreso con 14 toneladas de piedras. El día que retire el pedido de juicio político a la Corte, puede opinar sobre lo que sucede en Brasil".


Es curioso que la exministra de Seguridad confunda un ataque terrorista o sedicioso como el de Brasil con el inicio del juicio político, que es una figura contemplada en la Constitución y prevista en el juego institucional entre los tres poderes. Más curioso aún se vuelve, a la luz de estas comparaciones, que el gobierno de Macri hubiera reconocido a Michel Temer, que llegó luego del juicio político a Dilma Rousseff, que el expresidente se apuró en su momento a considerar legítimo (de hecho fue el primero en reconocer a ese gobierno y recibir a su canciller).

Lejos de las palomas y cerca de los halcones se mostró esta vez la ex gobernadora María Eugenia Vidal. Contra lo que se podría haber esperado de ella, Vidal no condenó el ataque, sino que prefirió cuestionar al Gobierno argentino con la misma línea argumental de Macri y Bullrich: "Un Presidente decidido a atropellar el Poder Judicial no tiene autoridad para acusar de golpista a nadie. La República se defiende siempre, no a conveniencia".


Uno de los primeros usuarios en responderle, siguiendo su razonamiento, le preguntó. "¿y la condena?".

Su exministro de Gobierno Joaquin de la Torre, ahora postulado a candidato a gobernador por el sector de Bullrich, intentó relativizar lo ocurrido: “Lo de ayer no fue un golpe de Estado, no hay que banalizar las palabras. Fue una protesta como las que hay desde el día de la elección, de gente que denuncia que hubo fraude y que no quiere que Brasil vuelva al pasado”. Luego tuvo que aclarar: "Las protestas deben ser siempre dentro de la ley, la violencia nunca debe ser el camino. A algunos solo les preocupan las protestas cuando son contra gobiernos de izquierda. Les recuerdo que aplaudieron a "estudiantes" que prendieron fuego Chile para derrocar a su presidente". Así se sumó a la necesidad de poner "peros" a la condena a los ataques en Brasil.

En tanto, un grupo de diputados de Juntos por el Cambio, entre ellos Mario Negri y Ricardo Buryaile, presentaron un proyecto de repudio a lo ocurrido en Brasil. Eso sí, no se privaron de incluir esta frase: "Nunca se debe atentar contra las instituciones democráticas, la Constitución y la división de poderes. Ni en Brasil, ni en Perú, ni en Argentina”. Todo lo mismo y al mismo nivel.

Los que bancaron

Pero quien se llevó todos los premios fue el diputado del PRO Francisco Sánchez, conocido por haber querido reinstaurar la pena de muerte y por pedir que se la apliquen a Cristina Fernández de Kirchner poco antes del intento de asesinato de la vicepresidenta. "El golpe a las instituciones muchas veces lo hacen los propios representantes elegidos democráticamente. Como intenta Alberto Fernández acá o Sánchez en España. En Brasil, el golpe institucional lo dio el Tribunal Supremo habilitando a Lula y omitiendo las denuncias de fraude", fue la forma que tuvo de describir lo ocurrido.

Y siguió con frases para relativizar el acto sedicioso de los bolsonaristas: "Todos repudiamos la violencia. Por eso millones de brasileños llevaban hasta ayer, 70 días de protestas totalmente pacíficas y de manera continua contra la falta de transparencia en las elecciones. ¿Te habías enterado? Seguro que no, porque eso no tuvo ninguna cobertura mediática". Y, por si quedaban dudas de que lo suyo es directamente un respaldo a lo que está pasando en Brasil, coronó: "Y no olvidar, Lula no es un demócrata, sino un delincuente liberado por el Supremo Tribunal de Justicia (que él y Dilma nombraron), no por inocente, sino por lo que definieron como un tecnicismo. Es decir, Brasil se encuentra presidido por un corrupto, un ladrón".

Sánchez hasta dejó opacado a Fernando Iglesias, que intentó seguir las mismas líneas argumentales. Por ejemplo, el profesor de voley escribió: "Lo de Lula llamando “genocida” a Bolsonaro es una barbaridad. La banalización de una categoría aberrante enunciada desde la Presidencia de la nación. Nada que pueda compararse a la gravedad del ataque a las instituciones de hoy, pero una barbaridad. Pobre Brasil…". Y también sostuvo que el peronismo festejó "otro ataque al Congreso, con 14 toneladas de piedras. Diciembre de 2017".

Por último, nada se esperaba de Javier Milei en términos de defender la democracia y cumplió esas expectativas. Si bien Milei en un principio no se pronunció, le dio retuit al portal La Derecha Diario y compartió una fake news que intenta presentar a Lula como un dictador y a los bolsonaristas como defensores de la democracia. Luego, ante la evidente falta de condena de su parte, Milei escribió: "Aquí les paso la declaración del Foro de Madrid recordándoles que a su vez soy firmante de Carta de Madrid. Así de paso pueden saber por dónde pasa mi posición sin tener que inventar en línea con los que miserablemente intentan operar con estos episodios”.

El texto al que adhirió sugiere una suerte de teoría de los dos demonios para Brasil: "“Foro Madrid condena de la manera más categórica la violencia ejercida por quienes asaltaron el Palacio de Planalto en Brasilia, a la vez que denuncia la doble moral de los mandatarios y organizaciones progresistas, que salieron de inmediato a apoyar a Lula da Silva, pero que guardan silencio frente a episodios similares en otras naciones".  “El criterio de que la violencia no se justifica en ninguna circunstancia, ni cuando asaltan el Palacio de Planalto, ni cuando incendian el Metro de Santiago de Chile o cuando la Primera Línea destruye la ciudad de Cali”, afirmaron.

Se diferenció de él José Luis Espert, quien dijo: "Trump, Bolsonaro...nefastos populistas de derecha antidemocráticos. Los resultados electorales se respetan". La interna de los liberales sigue al rojo vivo.