Alguna vez escuché decir que los pibes en situación de pobreza de hoy son las brujas de la inquisición. Los medios masivos de comunicación que ocupan posiciones dominantes nos invitan a canalizar sobre ellos los miedos. Y nos señalan que la forma de enfrentar esas angustias es a través de la violencia extrema.
Es decir, como las brujas ayer, si las eliminamos se resolverían los problemas. El profesor Esteban Rodríguez Alzueta señala que “El pibe chorro es una categoría del sentido común que, antes que buscar comprender la realidad de los actores que está nombrando, se apresura a abrir un juicio negativo y despectivo sobre ellos. Una categoría moral que, cuando clasifica la sociedad para reproducir las desigualdades, quiere subalternizar a los actores que cosifica. No es una categoría analítica, sino un prejuicio que fue madurando en las habladurías y forma parte del fabulario argentino para invisibilizar a los jóvenes, demonizarlos, transformarlos en otros absolutos.” Sin embargo, mientras que no son significativos los delitos graves cometidos por niños, los medios atravesados con el discurso de la pedagogía de la violencia se encargan de amplificarlos y descontextualizarlos.
Recordemos que la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual recomienda “evitar estereotipos negativos, complejizar las representaciones. Trabajar sobre las representaciones que se construyen en relación a niñas, niños y adolescentes evitando la construcción de estereotipos negativos y la demonización de los y las jóvenes en situación de vulnerabilidad.” Asimismo, sostiene que el derecho a la intimidad y la privacidad de niñ@s debe ser respetado en los medios de comunicación audiovisual, especialmente cuando se trata de jóvenes que atraviesan situaciones conflictivas o se encuentran institucionalizados bajo tutela del Estado.
Como la mirada es punitivista, sirve para legitimar la violencia institucional. Con el discurso del miedo aceptamos mayores detenciones arbitrarias y mecanismos de control social de un pueblo que padece necesidades.
Pero estas coberturas distraen. Sirven para perder de vista la represión de trabajadoras, la inequidad y las políticas de exclusión. Mientras opulentos operadores mediáticos se hacen un festín brutal estigmatizando a un niño sistemáticamente vulnerado, miles de niños tienen violentados sus derechos por parte de una sociedad injusta e inequitativa.
* Licenciado en Comunicación Social UNLZ. Docente de Comunicación Social y Seguridad Ciudadana, UNRN.