La Revolución Libertadora de 1955 parió, entre otras extravagancias, informes, comisiones investigadoras y demás instancias simbólicas para eliminar al peronismo de la historia nacional. Su obra maestra fue el decreto 416, promulgado en 1956 bajo el gobierno provisional de Aramburu y Rojas, que proscribía, desterraba y censuraba todo vocablo que invoque o remita al “dictador prófugo” o a “la Señora”.

Otro hito en el proceso de “desperonización” se dio con la publicación del “Libro negro de la segunda tiranía” -versión definitiva publicada en 1958- donde se describía un arbitrario bestiario de tropelías peronistas. De acuerdo a este volumen, la primera de las tiranías nacionales fue la dictadura de Rosas. Por tanto, Rosas y Perón personifican un continuo histórico que explica tanto la decadencia nacional como los diferenciales de productividad con otras naciones.

La Academia Nacional de Ciencias Económicas definiría al peronismo como una “explosión emocional” que conlleva “el sonido atronador de la demagogia”, a la sazón. Anomalía que martirizaba al capital y astillaba el eje cartesiano de un vasto arco político, cultural y artístico. Atravesaba tanto a Federico Pinedo como a Eugenio Blanco pasando por Ezequiel Martínez Estrada, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, Victoria y Silvina Ocampo, Manuel Mujica Láinez, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, David Viñas, Beatriz Guido, Elvira Orphée, Héctor Álvarez Murena, Francisco Petrone, Arturo García Buhr, Libertad Lamarque, entre otros.

Esta operación ideológica surgida a partir de 1956 seguirá presente con mayor o menor violencia sobrevolando consciente o inconscientemente la política nacional. Incluso bajo gobiernos de toda laya pareciera que las contradicciones siguen siendo fuente de controversias.

Durante la postconvertibilidad tampoco pudo acallarse la cuestión de fondo, pero se activaron algunas reivindicaciones sociales acompañadas de altos índices de crecimiento económico. Por tanto, desde 2003 en adelante comenzó a trazarse lenta pero concienzudamente el libro negro de la tercera tiranía. Los escribas de hoy (alianza abierta entre poder económico-judicial-mediático) reencarnan y actualizan la operación fundante Rosas-Perón para ampliarla a una trilogía que les desata una profunda tirria: Rosas-Perón-Kirchner

Pueden incorporarse o restarse términos en la ecuación, pero el nervio que agita los mares no varía: el problema no es el patrón de acumulación (siempre más o menos capitalista) sino la distribución del ingreso. En este punto las tensiones se inflaman. El poder real hace suyo los resortes del Estado apropiándose de la renta y en última instancia, de la democracia misma.

Es un hecho: cualquier reminiscencia que vitalice alguna variante reformista que ose discutir con el poder real es sancionada, bloqueada o encorsetada dentro de los pasillos legislativos, corporativos o recovecos judiciales. Muestra de ello fue el informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) donde se plasmó la influencia de los fallos judiciales en la vida diaria de todos los argentinos.

La reedición del decreto 4161 es expuesta con toda naturalidad por una oposición con convulsiones republicanas pero indigente de argumentos. Seguramente la deriva de esta trilogía detestada por el liberalismo vernáculo me excederá por cuestiones biológicas. Espero, sin embargo, que la política rompa este cerco al parecer impenetrable y ruinoso. Urge, debemos solicitarlo abiertamente: que la política haga gala de su esencia. Cuadros y dirigentes den un paso al frente. Y a no desatender que la economía debe ser en todo tiempo y lugar economía política.

*Licenciado en Comercio Internacional, Universidad Nacional de Quilmes (UNQ); magister en Historia Económica y de las Políticas Económicas, Universidad de Buenos Aires (UBA); doctorando en Desarrollo Económico, Universidad Nacional de Quilmes. Miembro del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).