Los problemas de escasez energética de Europa en pleno invierno parecen una prueba en tiempo real de las consecuencias de no planificar el desarrollo de nuevas fuentes de energía tanto para los hogares como para las industrias. En una potencia como China esta lección no pasa desapercibida y el desarrollo de energías limpias se encuentra en una etapa de plena expansión.
Un ejemplo de esto se observó la semana pasada con el anuncio de la construcción de la turbina eólica marina más grande del mundo, una estructura con aspas de 128 metros fabricada con tecnología de punta. Se trata de un proyecto que es coordinado a través de una subsidiaria por el conglomerado China State Shipbuilding Corporation.
La dimensión de este generador eólico resulta impactante: ocupa una superficie de 53.000 metros cuadrados, lo cual es equivalente a juntar uno al lado del otro a más de cinco estadios de futbol grandes. La capacidad de esta turbina es suficiente para abastecer el consumo de electricidad anual de más de 40 mil hogares, es decir cerca de 74 millones de kwh por año.
Este proyecto no es una construcción aislada sino que forma parte de una estrategia de largo plazo de China para realizar la transición hacia energías limpias. Actualmente ya tiene una capacidad instalada en energía eólica que duplica a la de Europa y triplica a la de Estados Unidos.
En el Financial Times se publicaron datos interesantes acerca del tamaño y la composición del mercado global de energía eólica. La potencia asiática consiguió en los últimos cuatro años un salto importante en la fabricación de nuevas turbinas. En 2018 los principales fabricantes chinos explicaban el 36,6 por ciento de las nuevas instalaciones de turbinas a nivel mundial, mientras que en 2021 la cifra se había elevado hasta el 53,5 por ciento.
El rol de la planificación estatal en el gigante asiático resulta una de las principales claves para colaborar en el crecimiento de este sector, una situación que no se observa en otras regiones del mundo. Los fabricantes europeos de turbinas eólicas como Siemens Gamesa, Vestas o Nordex comienzan a ver en dificultades sus modelos de negocio a pesar de su renombre.
A finales de octubre del año pasado, la asociación WindEurope dijo que los pedidos de turbinas eólicas habían bajado más del 35 por ciento en la comparación anual. Esto afecto los balances de las empresas. Por ejemplo la danesa Vestas informó que cerró los primeros nueve meses del año pasado con pérdidas por más de 1030 millones de euros, cuando había registrado ganancias de 129 millones en igual período del año previo. Siemens-Gamesa también cerró el año fiscal con pérdidas de más de 900 millones.
A la menor demanda por la situación macroeconómica, se le suma otro factor. Los grandes fabricantes de turbinas de Europa tienen cada vez más dificultades para competir contra la tecnología y los costos que manejan las empresas de China, que se transforma en líder de esta industria y empieza a ganar algunos contratos para instalar sus turbinas en la zona Euro.