En un cuadro de desaceleración general de la economía que se espera en 2023 respecto del crecimiento de 2022, el consumo no será la excepción, ya que también aminorará la marcha, afectado por la inflación y la reducción en la capacidad de financiamiento de los hogares. Así lo esperan las consultoras locales.
De acuerdo a Abeceb.com, que dirige Dante Sica, el ex ministro de Producción y Trabajo de la Nación durante la Presidencia de Mauricio Macri, el consumo en 2023 crecería 1,7 por ciento en términos reales, un número positivo a pesar de la situación inflacionaria, aunque muy por debajo del 8,5 por ciento que registró en 2022.
"Las proyecciones macroeconómicas en general corren con mucha incertidumbre porque dependen en buena medida de la posibilidad de que el país tenga los dólares suficientes. En el caso del consumo, va a estar muy atada a la proyección de la inflación y vemos un crecimiento muy tibio del 1 por ciento por arrastre de lo que deja el 2022", indicó Damián Di Pace, Director de la Consultora Focus Market.
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A pesar de la situación de precios de 2022, una serie de pilares apoyaron el crecimiento del consumo. El fuerte nivel de actividad económica traccionó el empleo y mejoró la posición negociadora de los gremios para limitar la pérdida de poder adquisitivo frente a la inflación. El año pasado, la reapertura de las negociaciones paritarias en un cuadro de expansión del empleo permitió que la caída del salario real promedio para los trabajadores privados formales fuera relativamente acotada.
Para Abeceb.com, la caída del salario real fue del 0,4 por ciento en 2022, mientras que la consultora Eco Go estimó una merma del 0,3 por ciento. De todas maneras, la pérdida acumulada de poder adquisitivo en los últimos cinco años es de aproximadamente el 20 por ciento. Mucho peor es la situación para el tercio de trabajadores informales.
Asimismo, la adquisición de bienes durables se presentó como una buena "inversión" en relación a las tasas de interés de los plazos fijos y al dólar paralelo, de acuerdo a la mirada que suelen tener los consumidores. En este punto, también tuvo un rol importante la capacidad de financiamiento que surgió de la extensión de los programas a tasas subsidiadas como los Ahora 12, 18, 30 y todas sus variantes.
Tanto la situación salarial, del empleo como de la capacidad de financiamiento presentaron en el primer semestre de 2022 un mejor desempeño que en la segunda parte del año, a la par del deterioro macroeconómico general. En 2023, el factor financiamiento será importante para explicar la ralentización del consumo, debido a que las tarjetas están cargadas y los bancos no suben límites de fondeo.
De acuerdo a los datos de la CAME, las ventas minoristas pymes cerraron el 2022 con un alza del 1,4 por ciento frente a 2021. El único sector que fue una baja fue textil e indumentaria, asociado a que fue uno de los rubros que lideró la inflación. Aquí aparece otro factor a tener en cuenta para 2023: la capacidad del Gobierno para coordinar y moderar las subas de precios entre los distintos sectores de la economía.
Diferentes ritmos
En consumo masivo, el 2022 habría cerrado con una tímida suba. En supermercados, las ventas mejoraron un 1 por ciento, según Abeceb.com, y para Scentia, ese canal terminó con un alza del 3 por ciento. Sin embargo, de acuerdo a Focus Market, el año termina con una caída general de consumo masivo del 3,5 por ciento frente a 2021, si se toman todos los canales.
En el caso de electrodomésticos y electrónica de consumo, el año pasado cerró subas de producción, a raíz del impulso del consumo, de alrededor del 10 por ciento y se espera que en 2023 desacelere pero se mantenga en positivo. En el caso de los mercados de autos y motos, se espera un ritmo de mejora de las ventas similar a 2022, del orden del 5 por ciento.