Más del 80 por ciento de las empresas encuestadas por el Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina indicaron que los plazos de aprobación de las solicitudes de importación con el nuevo sistema SIRA son más largos que con el régimen anterior. El 80,8 por ciento aseguró que las demoras son mayores para bienes de capital, el 83,7 para repuestos y el 84,4 por ciento para insumos. El dato contrasta con lo dicho por el ministro de Economía, Sergio Massa, que al poner en marcha el nuevo esquema no solo había prometido un mejor seguimiento de las operaciones de importación sino también una reducción del plazo previsto para el giro de las divisas por parte del Banco Central.
Ante un escenario internacional complejo, causado tanto por la tercera ola de Covid-19 como por la invasión de Rusia a Ucrania, los precios de la energía, los fertilizantes y los alimentos aumentaron provocando tensiones en la necesidad de aprovisionamiento externo de la energía.
Si bien durante el invierno no se registraron faltantes en el abastecimiento, la suba de precios internacionales impactó en el aumento del déficit comercial energético y en las reservas de libre disponibilidad del Banco Central. Aumentaron entonces “las restricciones a las importaciones y se produjo escasez de muchos insumos necesarios para la producción”, según relata el último informe especial de la UIA.
El SIRA prometía mejorar los controles al comercio y los tiempos para importar, que pasarían a alrededor de 60 días para PyMEs, 90 días para un conjunto de empresas medianas, mientras grandes todavía operarían en 180 días a partir del despacho a plaza. Según el relevamiento realizado por la UIA a 486 empresas, el 31,3 por ciento recibe el pago a los 60 días, el 22,6 por ciento a 180 días y un 7,4 por ciento a más de 180 días. Las empresas medianas y grandes son las que enfrentan los mayores plazos de pago: los más frecuentes son a 180 días, que represetan el 32,1 por ciento en las empresas medianas y el 68,4 por ciento en las grandes.
A su vez las empresas denunciaron que esa situación dificulta la posibilidad de acceder a financiamiento para importar. Esto no debería ser un problema para las grandes empresas que pueden fondearse directamente con la casa matriz, pero el informe no hace referencia a este hecho. Tampoco aclara si se trata de financiamiento interno o externo en moneda extranjera. El punto es que proliferan las dificultades para un normal desempeño de la actividad, lo cual condujo a otra respuesta negativa en la encuesta realizada por la UIA: el 70 por ciento de las firmas declaró estar en riesgo de frenar alguna línea de producción a causa de las restricciones para importar.
Evolución de la industria
Es la cuarta encuesta realizada por el Centro de Estudios de la UIA y se titula Restricciones al Comercio Exterior, pero además de brindar detalles sobre ese tema, releva indicadores económicos y expectativas. Por ejemplo, respecto de la producción industrial el informe apunta que en el tercer trimestre de 2022 comenzó a observarse una desaceleración del crecimiento, ocasionada por factores locales y externos. Entre los primeros menciona la acelerada inflación y las tensiones en el mercado cambiario, entre los últimos los inconvenientes derivados del encarecimiento de la energía que desencadenó en mayores restricciones a las importaciones de insumos clave para la producción.
De acuerdo a este relevamiento, casi un 40 por ciento de las empresas indicaron que los insumos importados representan entre un 25 y un 50 por ciento de sus costos totales de producción, y para un 20 por ciento representan más de la mitad de los costos. Los industriales fueron consultados también sobre la posibilidad de sustituir estos insumos claves: el 70 por ciento de las empresas indicaron que no puede sustituir insumos debido a que no existe oferta nacional. Otras razones que las alejan de esa posibilidad fueron las siguientes: no pueden hacerlo porque forman parte de una cadena de producción regional o global (12,4 por ciento de las firmas), no es económicamente viable (indicó el 11,6 por ciento de las firmas), o bien se encuentran en búsqueda de proveedores locales pero son más caros o con bienes de calidad inferior (11,3 por ciento).
Ante este escenario, las expectativas en el sector industrial se muestran a la baja. Sólo 3 de cada 10 empresas espera que la situación en su firma mejore, mientras dicho porcentaje alcanzaba al 52 por ciento del total en enero de 2021. Respecto de la situación del país sólo el 14 por ciento de las firmas espera que mejore, mientras en enero de 2021 dicho porcentaje ascendía al 36 por ciento.