En los cimientos de Paraíso hay una dicotomía. "La tradición de la experimentación se concentró en el campo independiente desde que empezó a existir. Siempre fue un espacio de actualización de la disciplina, de búsqueda de lenguaje y nuevos formatos", dice Cynthia Edul a Página/12. "Y siempre fue en ese territorio fértil donde emergieron muchos lenguajes. Pero la forma de producción está estancada. Siempre es la misma. Tenés una obra, buscás una sala, subsidios... no había nada que pudiera romper este esquema", completa.
La pregunta la perseguía --¿cómo romper el esquema?-- y halló la respuesta mientras preparaba una clase para un seminario que dicta en la universidad. Leyó sobre la experiencia de la Freie Bühne, una plataforma teatral que funcionó en Berlín entre 1889 y 1909. Traducida al español como "escena libre", la conformaba "un grupo de socialistas que quería estrenar la nueva estética, el naturalismo, pero no encontraba espacio". "Para allanar ese camino armó una asociación con una programación anual, asociada con diferentes teatros, nómade. Cada mes en un teatro distinto, con un título nuevo, con nuevo dramaturgo y director. El público se suscribía con membresías. Leí eso y dije 'esto es lo que hay que hacer en la Argentina'", recuerda la dramaturga y directora.
Ese fue el germen del club, al que define como "programa curatorial en artes escénicas experimentales", con un "formato relacionado con los formatos contemporáneos de audiencia", en pos de la "construcción de una comunidad". Su espíritu está atravesado por el de los clubes de lectura e incluso inspiraciones "más antiguas" como los clubes de inmigrantes, reunidos alrededor de un interés común. Edul convocó para terminar de delinear la idea a todos artistas que conocía, con los que había trabajado. "Por más que sus estéticas puedan ser disímiles responden a intereses comunes. Siempre buscan caminos nuevos. La unión se dio rápida y orgánicamente. Nos constituimos como grupo curatorial, pero queremos que la comunidad crezca no sólo en espectadores sino también en artistas", dice.
Menciona como antecedentes los proyectos de Roberto Jacoby en el mundo de las artes visuales. En el teatro no parecía haber ninguno hasta que un artista le escribió a Ariel Farace felicitándolo por esta iniciativa y comentándole que en los sesenta, en Tucumán, hubo una movida con similares características.
"Paraíso" es como se suele llamar a la última fila de los grandes teatros, desde donde solían ver los espectáculos las clases populares. Según Edul, en este club el protagonista es el público, que, entre otras cosas, a fin de año participará de una asamblea junto al colectivo de creadores. "Es lo que más nos entusiasma. Que tenga voz, voto, pueda comunicar, participar. Nuestra idea es no sólo exhibir sino recuperar todo el proceso que hay detrás de eso; abrir ese proceso para el espectador. Todo el proyecto tiene mucho la mirada sobre él. Busca una horizontalidad."