Cuando Diego Giustozzi (38) levantó la Copa del Mundo de la FIFA en el colombiano Coliseo de Cali, estaba viviendo el sueño de toda su vida. La selección argentina acababa de lograr el más fulgurante título de su historia: rompía con la hegemonía de Brasil (cinco trofeos) y España (dos), que habían ganado hasta entonces todos los mundiales de fútbol de salón. Esa consagración lo dejó en la historia. Era octubre de 2016. Pero no quiso inmortalizarse con la corona de laureles. Al contrario, siguió soñando cosas imposibles. “Ya somos campeones y una potencia a nivel mundial”, pensó. “Ahora tenemos que ir por más: hay que fortalecer nuestra liga”, se convenció el entrenador, que jugó en River y profesionalmente en Italia y España. Así emprendió la odisea más grande que jamás hubiera imaginado al recorrer la geografía del país al volante de su camioneta para evangelizar a los equipos de tierra adentro sobre la necesidad de crear la Liga Nacional de Futsal AFA.
El proyecto de Giustozzi lleva una maceración de cuatro años y promete revolucionar el futsal argentino. En muchos clubes del interior absorben las ideas que el técnico campeón mundial trajo de Europa. Apunta a lo que alguna vez hizo León Najnudel en el básquetbol: crear un torneo federal que organice la competencia. Así, los mejores se cruzarán con los mejores mucho más seguido y habrá mayores chances de que nazca otra generación dorada de futbolistas de sala. “No puede ser que la mayoría de los campeones del mundo hayan surgido del área Metropolitana”, dicen por lo bajo. Giustozzi colgó -por un rato- en el perchero el buzo de entrenador campeón para ponerse el overoll y embarrarse las botas.
El técnico se propuso la quijotesca tarea de expandir su proyecto a cada rincón del país para profesionalizar la actividad. En junio estuvo en Mar del Plata, Pinamar y Santa Fe. Antes había ido al sur. Y le queda pendiente el norte. “Argentina puede que sea una potencia en selecciones, pero a nivel campeonato local, infraestructura y organización estamos muy lejos de España, Brasil y Portugal, donde son híper profesionales”, le dice Giustozzi a Enganche. Pero no pierde el entusiasmo por su idea. El auge del futsal por el título mundial es un empujón propicio para impulsar el crecimiento.
Uno de los desafíos es que los chicos permanezcan en la actividad. “En los países fuertes arrancan y terminan su carrera en el futsal. No es como acá que todos llegan después de haber jugado en una cancha de once”, explica Giustozzi. Sabe que la AFA necesita de todos para captar talentos extraviados en el mapa nacional. Ese es otro de los porqués de la pretensión de una Liga nacional, que nada tiene que ver con el Torneo Federal que existe hoy en día y que se juega solamente una semana al año en una sede.
Los entrenadores argentinos, por su parte, son pretendidos en todo el mundo. “En la actualidad hay veinte técnicos que fueron contratados por el Ministerio de Educación de China para enseñarles a jugar a los chicos de las escuelas”, revela Alberto Coronel, DT de Círculo Policial que estuvo tres meses trabajando en el gigante asiático. Mientras el futsal sigue vetado en los programas de estudios de nuestro país, en China importan entrenadores argentinos para impulsar la actividad. Giustozzi también está detrás de este éxito, porque se encarga de capacitar a los formadores.
“Espero que en octubre o noviembre, la AFA apruebe el presupuesto del nuevo torneo, proyectado para arrancar la competencia en marzo del 2018”, se ilusiona. Y revela detalles del formato del certamen, que tendría tres etapas: la Liga Campeonato, la Ronda Elite y los Playoffs. La primera instancia es regional y los clubes deberán afrontar los gastos de jugar cuatro partidos de visitante. De los costos de las siguientes dos etapas, según proyecta, se ocupará la AFA más el respaldo de privados, gobiernos provinciales y municipales. No habrá premios económicos, pero sí un incentivo deportivo: los mejores equipos se clasificarán a la Copa Libertadores de futsal de la Conmebol.
No será fácil el desafío para Giustozzi. Algunos le recuerdan que la AFA está quebrada económicamente. Además, hay otra entidad, la histórica Confederación Argentina de Futsal. Hay peros y más peros. Aunque Giustozzi tiene un sueño, el mismo que León soñó hace 32 años. “Si el día de mañana no me toca estar más, quiero tener la certeza que le di algo a la Selección, que ya me dio todo”, dice mientras pone en marcha su camioneta. Aún le queda camino por recorrer.