“Un equipo es como una orquesta. Uno se da cuenta cuando una orquesta tiene nivel, porque la melodía seduce desde la escucha. Uno reconoce lo bueno. Cuando una orquesta desafina, uno también se da cuenta. Lo bueno de las orquestas de nivel es que llenan el teatro y se venden más entradas. Eso es ser exitoso. En los equipos pasa lo mismo”. Ariel Holan sabe que la pretensión de grandeza de una orquesta, o más bien de un equipo, se construye por medio de una enorme cantidad de elementos. Lo que queda claro al hablar con él que para que la mediocridad no se coma a una formación, son cada día más necesarias nuevas maneras de pensar el cómo del juego.
En el periodismo, ir contra la tendencia también conlleva recrear técnicas de antaño con recursos frescos, golpes de efecto, protagonistas nuevos y diseños tácticos más atractivos que los tradicionales. Como Holan al plantar un drone, proponer un producto escrito que va a contramano de casi todo lo que se hace es, sin dudas, un motivo que despierta dudas. Sin embargo, claro, aquí o allá, los goles de los delanteros propios se festejan de igual modo y, con mucho de trabajo y algo de suerte, la esperanza florece.
El compromiso por hacer algo mejor implica, como dice Holan, desconocer al lirismo como pose y como comodidad. Como cada gran jugada de un equipo trae detrás suyo a una interminable seguidilla de ejercicios y trabajos previos que produjeron en el plantel la capacidad para hacer eso de manera pensada y organizada, intentar un periodismo superador exige un compromiso con la idea y con el trajinar de la misma que nada tiene que ver con sentarse a escribir y ver qué sale. Enganche, entonces, es un intento para que la baratija del debate impostado y falaz no se coma a las historias. Un intento, claro, que no negocia el esfuerzo. Sostener eso semana a semana será, sin dudas, una acumulación de pasos firmes en el mejor de los sentidos. Mientras tanto, esperamos la llegada a esta página un músico de los mejores. Como para que la orquesta afine mejor...