La necesidad de divisas es un eje transversal para el desarrollo de todas las economías latinoamericanas. Permiten financiar importaciones de insumos y bienes de capital e intermedios para desarrollar la actividad económica. También para acumular reservas internacionales que logren hacer frente a corridas cambiarias y evitar desequilibrios macroeconómicos. Sin embargo, en solo 5 de los 22 años que lleva el siglo XXI la región logró tener una Cuenta Corriente superavitaria. La mayor salida se concentra en la subcuenta Rentas Primarias, es decir los dividendos que giran las empresas extranjeras a sus casas matrices, y los pagos de intereses y servicios que cada país debe hacer por préstamos tanto públicos como privados.
El déficit de la Cuenta Corriente de la balanza de pagos de la región acumula 1,69 billones de dólares en lo que va del siglo, un número equivalente al 35 por ciento del PIB de la región en 2019 y similar al PIB de Brasil. "Un
Brasil fue la necesidad de financiamiento que tuvo la región en lo que ya ha
trascurrido del siglo XXI", asegura el informe "Por donde desangran las cuentas
externas latinoamericanas" elaborado por el subdirector del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) Guillermo Oglietti en el que analiza las
cuentas externas de nueve países Latinoamericanos en los últimos 22 años.
Hay dos fuentes para generar divisas: la venta de productos al resto del mundo y el endeudamiento externo. La cuenta corriente de los países registra todas las operaciones de bienes y servicios (exportaciones e importaciones), rentas (como los dividendos de las
empresas extranjeras girados al exterior y los pagos de servicios e intereses por la deuda pública y privada) y transferencias entre los residentes y no residentes de un país (remesas de emigrantes a sus familias radicadas en el país de origen). "Lamentablemente,
nuestra región tiene dificultades para retener las divisas que genera su
comercio internacional y debe recurrir al financiamiento externo, con
todo lo que ello implica para la autonomía económica y la soberanía
política", asegura Oglietti en el informe.
Sub balanzas
Al hacer un doble click en la cuenta corriente, se identifican cuatro sub-balanzas: Mercancías, Servicios, Rentas Primarias y Transferencias. De acuerdo al análisis de Oglietti, la región se encuentra "muy bien en Mercancías, muy mal en Servicios, definitivamente mal en Rentas Primarias y demasiado bien en la balanza de Transferencias".
La balanza de mercancías, que registra la exportación e importación de bienes, es la más superavitaria de las cuatro: aportó un acumulado equivalente al 37 por ciento del PIB desde el 2000. Sin embargo, este superávit se ve contrarrestado por los pagos de fletes y correos para el traslado de esas mercancías. La balanza de servicios acumula un déficit de 24,7 por ciento del PIB de la región entre el 2000 y el 2021, principalmente debido al pago de transporte de mercancías. También aportan a este déficit los servicios empresariales y de propiedad intelectual (en Argentina representan un peso significativo respecto al PIB), los financieros y los de seguros.
Párrafo aparte merece la subcuenta Rentas Primarias que registra las remuneraciones al capital ya sea en su forma de Inversión Extranjera, es decir los dividendos que giran las empresas extranjeras a sus casas matrices, o los pagos de intereses y servicios por préstamos tanto públicos como privados: "El gran causante de la sangría de divisas latinoamericana", lo define Oglietti. En este ítem todos los países latinoamericanos son deficitarios, y el déficit acumulado en el periodo alcanza un 56,9 por ciento del PIB de la región.
Dentro de esta subcuenta, son los pagos por IED (las ganancias o dividendos de las empresas que invierten en la región) representan la principal fuente de salida de divisas en el siglo XXI, alcanzando un valor acumulado equivalente al 34,4 por ciento del PIB regional. "Los ingresos de inversiones no redundaron en mayores ritmos de crecimiento en la región. Habitualmente, quienes promueven la Inversión Extranjera, a costa de otorgarle privilegios de los que incluso carecen las empresas domésticas, no tienen en cuenta la sangría a perpetuidad de divisas por parte de los propietarios extranjeros", apunta Oglietti y agrega que "la Inversión Extranjera termina comprometiendo recursos crecientes y debilitando las cuentas externas a medida que avanza".
Si bien la tendencia es similar para toda América Latina, cada país analizado en el informe tiene su particularidad. Argentina es el tercer país con mejor resultado de la Cuenta Corriente, detrás de Bolivia y Paraguay y acumula un déficit equivalente al 17 por ciento del PIB desde 2000. Acumuló el tercer superávit de Mercancías más elevado, acompañado por un déficit moderado de la balanza de Servicios y un déficit de la balanza de Rentas Primarias apenas inferior al promedio regional. Es el país con mayor déficit acumulado de la subcuenta de Servicios empresariales y de propiedad intelectual y el mayor déficit de Servicios turísticos.