El 13 de julio, se votó en primera lectura y con lo justo otro currete de los que el oficialismo degrada a la Legislatura porteña. Como es habitual, este negociado fue con tierras públicas que en lugar de ser tratadas como tesoros escasos en una ciudad apretada y sobredensificada, son vistos como ganancias para los especuladores amigos. Esta vez se trató de las casi siete hectáreas de la playa ferroviaria de la estación Colegiales, un pulmón indispensable en una región urbana escasa de verde. Los vecinos propusieron un parque y una mínima infraestructura cultural. El PRO les contestó con un proyecto de rezonificación para hacer varios edificios de ocho torres y estacionamientos.

El bodrio fue presentado por el nuevo interbloque Vamos Juntos, que une al macrismo con la Coalición Cívica y Confianza Pública, y fue muy pobremente defendido por los legisladores Maximilano Ferraro (CC-ARI) y Agustín Forchieri (PRO). Los argumentos fueron endebles y los discursos cayeron en el titubeo, lo que dejó la impresión de que actuaban por instrucción superior sin mayor conocimiento del tema ni convicciones al respecto. Hay que entregar la tierra y listo... Los vecinos se alegran de que haya obligación de segunda lectura y de audiencias públicas, a ver si logran avergonzar a algún legislador.

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Hablando de negociados con la tierra pública, el ejecutivo porteño llevó a final feliz su largo chantaje al Tiro Federal, que aprobó por amplia mayoría mudarse y entregarle sus valiosas 16 hectáreas en Núñez. El Club de tiro se había instalado ahí en 1896, cuando Núñez era campo, y estaba bajo amenaza de terminar en el lugar más alejado posible que se pudiera humanamente encontrar. Con lo que la oferta de trasladarse a un relleno del río, entre el Parque de los Niños y los clubes navales resultó hasta tentadora. El Tiro Federal, según la ley que le saca lo suyo, tiene que recibir un terreno similar e instalaciones aptas. El nuevo lugar tiene 13 hectáreas y un valor ínfimo comparado a lo que entregan.

Todo esto para hacer un negocio inmobiliario justificado por un polo de ciencia y tecnología que cada vez se achica más para hacer más locales, hoteles, oficinas y demás yerbas rentables pero no exactamente científicas. De hecho, el Parque de la Innovación se caracterizaría por “incubadoras” de nuevas ideas...

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Los que se van a meter en un lío son los ecólogos que proponen que Vicente López preserve parte de su costa como reserva natural. Parece que no supieran que ahí gobierna otro Macri, el primo Jorge, que tiene la atención familiar hacia la industria especulativa del presidente. Lo que propusieron estos vecinos es que Vicente López tenga un corredor costero de biodiversidad que agregue cinco puntos a la Reserva Ecológica que ya existe. La ciudad tiene dos metros cuadrados de verde por habitante, muy lejos del mínimo de diez por persona que recomienda la ONU. Además de levantar este promedio patético, el proyecto de 67 páginas serviría para moderar sudestadas y para conservar un poco de fauna en el tejido urbano. El problema, por supuesto, es que la industria especulativa sabe que el “vista al río” vende, con lo que andar preservando costas es de lo más difícil que hay.

Buena suerte.