Desde mitad del siglo diecinueve se rastrea la historia de los creadores del famoso chocolate Aguila, de apellido Saint que llegaron a Argentina alrededor del 1879. En 1880, abrieron un café en Buenos Aires ofreciendo una innovación torrando el café con azúcar. Hasta entonces se tostaba puro y había que agregarle achicoria para bajarle intensidad. Este hallazgo se popularizó de inmediato ya que se llevaban paquetes para consumir en las provincias. Como consecuencia, se amplió el negocio. El paso siguiente fue comenzar a producir el chocolate bebible. El fundador Abel Francois Saint murió en 1875 aproximadamente y su esposa refundó la firma con sus hijos bajo el nombre Saint Hermanos.

Desde entonces que va a ligar su popularidad a las propiedades del cacao: que era rico, con alto valor nutricional y accesible en su precio. La variada y atractiva presentación, en barras promocionando el llamado submarino, los laminados y escamas para los que querían consumirlo en el instante y el llamado comprimido Aguila que se conoció bajo el nombre de chocolatín. Aguila proveía una caja de madera para quienes vendían ese producto y otros de tamaño pequeño en todos los espectáculos de cines , teatros y playas como así a través de poesías que revelaban sus virtudes. En 1905 se expanden a Uruguay , cambiaron su nombre por Aguila produjeron los famosos helados Laponia. Muy innovadores en su publicidad, se convirtieron en “el nombre del chocolate” y tendieron a ofrecer sus productos a una población enorme: los niños.

Asimismo, aproximadamente en 1931 comienza el fútbol profesional en Argentina y casi inmediatamente la pasión por las figuritas y su colección. Y aparece el Album.

Aguila canjeaba por completarlo una lista de útiles escolares tales como: seis pastillas redondas, un pincel con palito para acuarela, un sacapuntas de metal, un abrecartas de celuloide, un secador de metal con dos hojas de papel secante, platitos de loza para pinturitas de acuarela, escuadras isósceles y equilátera de madera y un cuaderno con modelos de pintura para colorear, figuras geométricas e instrucciones para caligrafía de 16 páginas. Este primero y una copia se conservan en mi familia.

De otra parte conservo la foto de casamiento de mis padres, que durante mucho tiempo observé con curiosidad. La imagen atraía mi mirada.

19 de marzo de 1938. La altura de papá, los hermosísimos zapatos de mamá intentando reforzar su apodo de petisa. En todas las mesas de luz de mis familiares, se lucía el portarretrato de sus fundadores, y mis tías vestidas con colas y tocados armoniosos. Desde niña me llamó la atención que mamá tenía vestido corto, y velo simple. A mis preguntas me contestaban que era porque la ceremonia religiosa fue en horario de la mañana.

Años después, sigo insistiendo por qué a la mañana y todas mis tías a la noche. Allí se desplegaron, lentamente, a lo largo de muchas e insistentes consultas, algunas razones que intentaban responderlas.

Los curas echaron a papá de la escuela primaria por estar jugando siempre al fútbol.y, como correspondía a la época, ninguna otra escuela lo recibió para concluir su primario. Mecánico de oficio, era jugador en primera división desde 1922 en Gimnasia y Esgrima de Santa Fe y Sportivo Barracas de Buenos Aires en el período amateur, luego en Independiente , San Lorenzo y Unión en la etapa profesional en el puesto que se llamaba entonces “centrohalf”.

Durante diez años apareció en los álbumes nacionales, también en de los cigarrillos Santafecinos, ya que había nacido en Rosario.

Conocí a sus amigos, muy diversos y de diferentes ocupaciones. Cantores, boxeadores, dueños de circos, jugadores de billar, nadadores, basquetbolistas, maratonistas y cantidad de personas que lo visitaban con admiración. Por eso, porque mamá era maestra y él jugador de fúbol con algunas amistades mal vistas como un estigma , tuvieron que casarse a la mañana y de corto.

No me digan que todo tiempo pasado fue mejor.

 

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