¿Y si Jimmy Laird ensayara su terapia de choque en el AFC Richmond? La pregunta decanta del hilo invisible que une a Ted Lasso con Shrinking. El último gran fenómeno de la comedia estadounidense en materia de series y la nueva apuesta de sus hacedores para este 2023. La entrega, que podrá verse desde el 27 de enero por Apple TV+, troca la bonhomía y el subgénero del “pez fuera del agua” de la primera por el relato de un viudo atascado en el duelo más los modismos del “psicólogo efervescente”. ¿Las similitudes? La candidez y luminosidad del tono, los golpes emocionales por arriba del cinturón, la música como un elemento clave de la puesta en escena, los diálogos justos y un elenco compacto, son parte del viaje en los que recalan ambas entregas. “Eso sí que sería un crossover endiablado. Tranquilamente podría pasar, ¿por qué no? Jimmy ya tiene bastante con lo que le pasa en casa, pero si va al Reino Unido podría hacerlo. Es una gran idea”, le confesó a Página/12 Brett Goldstein, uno de los productores y coautor de la ficción junto a Bill Lawrence.
Shrinking se inicia con una noche en la que su protagonista (Jason Segel) mezcla barbitúricos, un tema de Billy Joel a máximo volumen, alcohol, pretzels y prostitutas, mientras su hija (Lukita Maxwell) duerme en su cuarto. Quien le va a llamar la atención sobre el derrape es su vecina, Liz (Christa Miller). Jimmy, viudo desde hace un año, no logra salir de una espiral descendente. Está atascado al igual que sus pacientes. La ficción tendrá como catalizador el cambio de enfoque en su terapia eliminando filtros y abrazando la honestidad brutal.
“Queríamos sacar un poco el estigma de los que van a terapia y de los terapeutas. En las series donde aparecen psicólogos suelen ser pagados de sí mismos y tontos. Los que presentamos acá están estropeados y tan cagados como cualquiera de nosotros”, apuntó Lawrence en la conferencia de prensa de la que participó este medio. “Lo que se ve acá es que cualquiera que te de un consejo en la vida –sean tus padres, amigos, cura, rabino o maestro, o terapeuta- es alguien fallido. Algunos con mejores herramientas y habilidades, pero todos viven enquilombados con su presente. Es divertido analizar eso”, suma Segel, federado en eso de interpretar a personajes queribles y desgarbados. Los diez episodios de la primera temporada, entonces, presentan el rescate emocional que debe afrontar su criatura junto a su círculo más íntimo.
Uno de los conejillos de india del imprevisible método del doctor Laird Sean (Luke Tennie), veterano de guerra que lidia con trastorno por estrés postraumático y que acabará viviendo en la casa de su psicólogo. Y a contramano de las charlas con diván, las sesiones serán en medio de un ring. Sus hacedores señalan que contaron con el apoyo de profesionales en la materia y que en muchos de los vínculos se inspiraron en casos de la realidad. “El militar y su terapeuta tenían muchos puntos en común. Estaban desconectados del mundo y sus sentimientos. Encontraron en las artes marciales mixtas una forma de canalizar su estado. Empezó con eso, el MMA usado como terapia para indagar en ellos dos y su relación. Sean necesita de Jimmy y Jimmy es muy importante para Sean. Es una de las tramas que trazamos”, cuenta Goldstein.
Otro de los personajes claves en esta historia es el mentor del protagonista, Paul Rhoades (Harrison Ford). Huraño y gran tiempista discursivo, es el responsable de ponerle los puntos al protagonista y mostrar su disconformidad con el método de guerrilla acuñado por su protegido. “Yo grito y pataleo frente al dolor, pero luego actúo como un héroe; vos vas como anestesiado por la vida: alcohol, pastillas, mujeres y ahora te entrometés demasiado con tus pacientes”, le dice en un pasaje del tercer episodio.
No hay Iazo de cuero, media sonrisa ni dedo acusador para el octogenario actor de Indiana Jones y Star Wars. Ford parece estar sacándole el jugo al mundo de las series (a fin de mes también se estrena 1923) con perfiles poco explorados de su arcón. Cuentan los responsables que Ford se inmiscuyó en varios aspectos para la construcción de este personaje y que puso una sola condición para hacer de psicólogo: nada de sacos tweed. “Paul es un tipo medio tramposo, de esos que se muestra como una heladera pero que esta a la espera de conectar”, define Jessica Williams, quien interpreta a Gaby, otra colega del mundo freudiano, y mejor amiga de la fallecida esposa de Jimmy. “Diría que estos tres personajes realmente se aman. Y les encanta trabajar juntos a su manera disfuncional y necesitada”, expone la actriz.
Shrinking pude ser vista como una telaraña de gente maltrecha que busca el camino de salir adelante. Por otro lado, el talante de Jason Segel, de vuelta en las series tras How I Met Your Mother, permite que aflore lo brutal y lo despreocupado en las mismas proporciones. “Lo ves y genera empatía, es patético y emotivo, naturalmente amoroso, pero no se queda con eso sino que podés llevarlo a zonas más oscuras. Hace cosas que pueden no ser simpáticas y terminás queriéndolo”, asegura Goldstein sobre el miembro VIP de la nueva comedia americana, con un arco que va de Los Muppets (2011) a encarnar al malogrado David Forster Wallace en El último tour (2015). “Hice una sitcom durante nueve años y no quería repetirme en eso. Pero Bill (Lawrence) y Brett (Goldstein) hacen algo fresco. Esta mezcla de humor y dolor, cómo lidiar con cosas jodidas a través de la risa. Cada uno de nosotros va a pasar por esto, así que no lo hagamos tan torpe y liviano. Es como que todos nuestros intereses estuvieron diagramados con lo mismo. Y otra cosa: ver a tipos grandes llorando siempre va a ser gracioso”, describe Segel.
En Shrinking nadie está a salvo de un trance: el viudo en su rosca, el que siente los primeros síntomas del Parkinson en su cuerpo, la mujer con el síndrome del nido vacío u otra a punto de divorciarse pero que se muestra enérgica y contenta. “Todos los que están en la serie aportan una energía diferente y eso entra en combustión cuando están con tal o cual personaje. Y así es en la vida. En los programas se suele dar que un personaje siempre es o habla de una determinada manera, y acá no pasa eso. Es muy divertido interpretar a alguien que puede ser y actuar diferente. Eso fue responsabilidad de Jason, quie apuntó en que todos se vincularan de una manera poco estructurada”, resalta Miller, a cargo de componer a la metiche vecina del protagonista.
La mujer no solo forma parte del variopinto elenco, a su vez, es la encargada musical de la producción. La tarea a la que se había ocupado con maestría en Ted Lasso (¿“Never Gonna Give You Up” de Rick Astley en un funeral? ¿por qué no?). “La ubicación correcta de una canción en una serie puede cambiar la vida de un artista y ser parte de esa trayectoria es emocionante”, dice Miller, quien a su vez está casada con Lawrence. “Aunque podemos discutir, en el fondo sabe que tengo mejor gusto que él”, confiesa. En Shrinking, el soundtrack juega un rol preponderante en la historia. Basta ver la escena el personaje de Harrison Ford canta “Every Morning” de Sugar Ray o a Jason Segel lagrimeando mientras pedalea una bicicleta al compás de “I Know The End”, de Phoebe Bridgers.
Los fans de Ted Lasso, finalmente, encontrarán otro nexo con Shrinking. Ambas ficciones indagan en la búsqueda de felicidad, la inspiración donde hay un daño y la posibilidad de sanar las heridas. La génesis de Shrinking sucedió en medio del rodaje de aquella, cuando Goldstein (reconocible por el papel de Roy Kent) compartió algunas ideas con Lawrence. Ambos venían lidiando con algunos asuntos familiares complejos y decidieron encauzar sus bocetos en Shrinking. “Estábamos tras lo mismo sin saberlo y en el medio me cruzo con Jason, que hacía un tiempo que había abandonado la comedia. Calzó justo”, explica Lawrence.
-El tono que habían decidido para Shrinking en un principio era más oscuro, pero optaron por mostrar el duelo a través de un lente más cómica ¿Por qué el cambio?
Bill Lawrence: -Fue un nexo con la audiencia. Ver a otras personas lidiando con este tipo de asuntos, luchas que vos también estás atravesando, puede ser catártico y, con suerte, divertido. Ted Lasso definitivamente me hizo sentir seguro de que había un público para cosas como esta. Y no dejamos de ser vendedores de historias. Era muy difícil plantear las cosas así: “Esta es la historia de un tipo que enviudó, toma mucho alcohol, toma drogas y se dejó estar como padre”. Jason y Brett conocen muy bien estas tribulaciones y mierdas. Hay que ser de cabeza abierta. Yo bromeo con mi viejo sobre lo que le sucede con su demencia, tiene alucinaciones y nos reímos, nos ayuda. La gente que está atravesando algo muy complicado es la que mejor va a entender su lado cómico y oscuro a la vez.
Jason Segel: -Una de las cosas más potentes que tiene el arte es su capacidad de decirnos: “¡Ey! Lo pasamos muy mal en el último tiempo, ¿no? Vamos a ver como lo solucionamos y exploramos”. Para mí esa pregunta es cardinal.
-¿De quién fue la idea de convocar a una leyenda viviente como Harrison Ford para el papel de psicólogo?
B.L.: -Cuidado, Jason Segel también es una leyenda viviente (carcajadas). Yendo al punto de la pregunta, de más joven me sentía muy incómodo cuando quería invitar a alguien para un determinado papel y te decían que no. Era como invitar a salir a una chica o pedir un favor. Mi mayor consejo en la vida es que si quieren contar con alguien se lo pregunten sin tapujos. Si va por la negativa, vos podés decirte por dentro: “¡Te lo estás perdiendo!”. Harrison Ford era nuestra primera opción para esto y cuando le hablamos del proyecto le pareció interesante. No estaba preparado para otra respuesta más allá de un gran "no" y va y me pregunta por Jason Segel...
J.S.: -Le pasamos mi película El último tour, cuyo director (James Ponsoldt) también trabaja en Shrinking. Nos dijo que le gustó por el lado dramático. Luego le mandamos Cómo sobrevivir a mi ex y Harrison bromeó con el tamaño de mi pene.
B.L.: -Todos los que vieron esa película saben que Jason Segel hace un desnudo frontal y que Harrison Ford alabe eso es como para entallarlo en la pared.
J.S.: -En cuanto a lo de la actuación, fue muy especial. Es imposible no verlo en cierta manera, y haberlo alabado en el pasado por eso, pero en cuanto a la confección de un personaje hay algo desconocido en este caso. Harrison Ford nunca había tenido la chance de mostrarse en la comedia. Recuerdo que en una escena logró risas fuera de cámara, algo que no suele darse durante un rodaje, y en cuanto el director dijo “corten”, se me acercó y me dijo muy tranquilamente “Yo sabía que era gracioso”. Y era por eso que lo habíamos convocado.
B.L.: -Mi esposa comparte con él algunas escenas y me dijo que es genial actuar con él, pero tiene que tener mucho cuidado de que tu cerebro te indique lo obvio: esa persona es Harrison Ford (risas).
J.S.: -Eso es muy cierto. Es alguien icónico. Una vez me pasó actuando con Robert Redford. Se dio vuelta, me sonrió y me quedé en blanco: estaba frente a un Robert Redford auténtico.
-¿Cómo es hacer comedia en una época muy susceptible para el género?
B.L: -No creo en los límites. Sé que no podría hacer chistes que escribí para Spin City, y mucho menos en Scrubs; quizás en diez años no se pueda hacer algo como Ted Lasso o Shrinking. Hay dos maneras de acerarse al humor en la actualidad. Una es quejarse de lo políticamente correcto, lo cual no me gusta. La otra es apelar a lo diverso, escuchar a la gente joven, dejar que encaje, y así es como en el cuarto de guionistas de esa manera no tendrás de que preocuparte. Lo gracioso sigue ganando.
-¿Y cómo es trabajar el tópico de la salud mental desde el humor?
B.L.: -Cuando hicimos Scrubs también acudíamos a médicos. No es que nos dan licencia para hacer humor, pero nos sirve mucho para ser muy auténticos. Varios terapeutas nos dijeron lo mismo: “¿Sabés lo genial que sería poder decirle a alguien qué es lo que tiene que hacer?”. La responsabilidad de hacerlo auténtico es lo que hace que este programa valga la pena.
J.S.: -Shrinking explora la idea de que creemos estar aislados en nuestro diferencial. Y en el fondo somos todos muy similares, lidiamos con lo mismo. La conexión pasa por asumir que estamos en el mismo viaje.
-¿Qué es lo que hace tan especial a la comedia y que diferencia a Shrinking en este terreno?
B.L.: -Vivimos de la comedia. Jason puede hacer lo que quiere, se puede probar distintos sombreros y vivir en distintos mundos. Para mí, nunca fue distinto: el tipo de comedia que me gusta viene con el añadido del drama. Espero poder seguir haciendo por siempre los chistes tontos mezclado con honda profundidad emocional. Es lo que me gusta. Todavía estoy obsesionado con M.A.S.H, un programa que era sobre un grupo de médicos en la guerra de Corea, se moría un montón de gente y era lo más gracioso del planeta.