Si alguien se sintió ofendido pido disculpas”, dijo el secretario de Salud de General Pueyrredón, Gustavo Blanco, un día después de comparar una mujer en situación de calle con un perro, porque, según el médico, “vuelve a donde se siente cómoda”. A pesar de las forzadas disculpas de rigor, Blanco insistió con su paralelismo negacionista de condiciones sociales y económicas: “No fue mi intención la de comparar un ser humano con un perro, sino trazar un paralelismo con el lugar donde se sienten cómodos”. La gobernadora María Eugenia Vidal tildó de “inaceptable” la figura y le exigió “una respuesta” al intendente marplatense de Cambiemos, Carlos Arroyo, pero avaló que “sí hay personas que no quieren abandonar el lugar en el que están” y puso como “un modelo las políticas de paradores de la Ciudad de Buenos Aires. “La gente no quiere ir porque los maltratan y las condiciones de higiene son pésimas”, le recordó Jorgelina Di Iorio, integrante de una de las 50 organizaciones sociales que esta semana publicaron el Censo Popular de Personas en Situación de Calle.
“Ayer fui a pedirle perdón a María”, se confesó esta mañana el secretario de Salud de Cambiemos en entrevistas con medios locales y nacionales. María es la mujer que lleva años, según referencia el funcionario público, en situación de calle en la peatonal San Martín de Mar del Plata, ahí donde según él “está cómoda, la dan de comer, se siente en su hábitat”. Blanco, que dijo haberla visitado en el Hospital Interzonal, donde la mujer sale de un cuadro de bronquitis, consideró que sus dichos fueron sacados de contexto, a pesar de que luego reconoció que su intención fue “trazar un paralelismo con el lugar donde se sienten cómodos”.
A pesar de los repudios que coleccionó el secretario de Salud por sus dichos —que se agregan a un nutrido archivo de brutalidades, como el de identificar como un problema que “la gente espere en el hospital para que le saquen los tumores que le encontraron” a partir de un programa municipal de detección temprana del cáncer de mama—, el intendente Arroyo salió a respaldar a su delfín y en la mañana se vio una foto de ambos en las redes sociales recorriendo las obras en un centro de salud.
Fue entonces, que desde La Plata, Vidal envió un mensaje al intendente macrista: “Cada muerte en la calle en invierno duele, para mí es inaceptable. Mucho más inaceptables son las declaraciones del Secretario de Salud de Mar del Plata y espero la respuesta del intendente (Carlos Arroyo) frente a lo que dijo”. Tras el reto, la gobernadora volvió al clima de campaña para recordar que “la atención de personas en situación de calle es responsabilidad de los municipios; en la ciudad de Buenos Aires trabajamos mucho este tema”, reivindicó las políticas aplicadas por el PRO en la Ciudad de Buenos Aires, donde ella asumió como ministra de Desarrollo Social en 2008.
La reivindicación llega en la misma semana en la que las cifras oficiales porteñas y las de organizaciones sociales indicaron que la gente durmiendo en plazas y veredas aumentó un 20 por ciento en el último año. Según el Primer Censo Popular de Personas en Situación de Calle, el número de personas que duermen en las calles porteñas es de 4394 y asciende a 5872, si se cuentan a quienes pasan las noches en paradores e instituciones privadas.
“La cifra se ha mantenido estable”, minimizó Vidal, validando las oficiales que indicaron una suba de 870 a 1066. Pero el censo popular, aporta algunas precisiones más sobre la efectividad de las políticas públicas del PRO a partir de los testimonios de más de 2 mil personas en situación de calle: el 23 por ciento están en la calle hace un año; el 58 por ciento está allí hace más de 3 años —cuando Vidal era vicejefa porteña— y, entre ellos, el 65 por ciento está en situación de calle hace más de 6 años, cuando Vidal era ministra de Desarrollo Social.
“El modelo es el de la Ciudad: abrir refugios y trabajar en la reinserción laboral”, insistió la gobernadora y recordó cuando “salía personalmente con todo mi equipo y todo el gabinete del Gobierno de la Ciudad a atender a situaciones en situación de calle”, señaló. “Íbamos a llevar una comida caliente, una frazada para todos aquellos que no se querían ir, porque sí es cierto que hay personas, no sólo pobres sino también psiquiátricas, que no quieren abandonar el lugar en el que están y hay que hacer un trabajo de meses para convencerlos”, describió avalando las palabras del criticado funcionario marplantense.
“No se trata de convencer a la gente, nadie quiere estar en la calle. La pregunta que deberían hacerse es por qué la gente no quiere ir al parador y es porque lo que les están ofreciendo no tiene que ver con sus necesidades, porque se sienten mal, porque están maltratados”, contestó Di Iorio, integrante de la asamblea popular Plaza Dorrego-San Telmo, psicóloga e investigadora de Conicet. Con el censo popular en la mano, Di Iorio recordó los relatos de las mujeres que asisten con sus hijos al parador Azucena Villaflor, en San Telmo, donde “sufren un régimen casi carcelario”.
Además, quienes eligen dormir en los paradores “a las 8 de la mañana, haga frío o calor, tienen que salir a deambular hasta que vuelvan a abrir el parador”, recordó la investigadora del Conicet. En el censo, el 70 por ciento de las personas en calle denunciaron sufrir situaciones de violencia institucional, de policías de la Ciudad y de trabajadores de los paradores. En tanto, al responder sobre las “redes de contención”, las personas en situación de calle dejaron en último lugar la asistencia del gobierno porteño, detrás de la familia, las instituciones religiosas, las organizaciones sociales y los amigos.
Di Iorio subrayó que según la Ley de Protección de Personas en Situación de Calle —sancionada en diciembre de 2010— “los paradores deberían ser centro integrales” y señaló que el trabajo de reinserción mencionado por Vidal se reduce a talleres en algunos institutos, pero que “no se traducen ni en Gustavo Blancoorganización de cooperativas ni en emprendimientos, menos en la inserción en el mercado formal”. “Si ese es el modelo que la gobernadora está pensando, dejá bastante que desear”, sentenció la psicóloga.
Un hito desarma los años dorados de Vidal asistiendo a las personas afectadas por el déficit habitacional. En 2011, cuando había 1400 causas iniciadas por problemas habitacionales en los juzgados porteños, la Corte Suprema falló a favor de continuar con el subsidio habitacional para Sonia Quisbeth Castro, una mujer boliviana que había quedado en la calle junto a su hijo de 6 años, quien tenía una discapacidad motriz, visual, auditiva y social. Vidal había asistido a la audiencia para defender la negativa a continuar con el subsidio.