El cine estadounidense de los años 70 vivió una era dorada: Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Martin Scorsese, Brian De Palma, entre otros, cambiaron a Hollywod. La, para muchos, mejor década de la historia de la industria, llevó a un primer lugar a una camada fogueada en la cinefilia, con formación universitaria más que en los grandes estudios, y con una mirada crítica sobre el pasado. En ese neoclasicismo se cuenta el nombre de John Carpenter, que cumple 75 años.
Nacido el 16 de enero de 1948 en Carthage, Nueva York, y criado en Kentucky, su primera gran influencia cinematográfica pasó por John Ford y Howard Hawks. Filmó algunos cortos en 8 milímetros, centrados en el género que lo haría famoso, el terror, y estudió cine en California. La influencia del padre, profesor de música, también fue decisiva. No por nada, Carpenter escribió buena parte de las bandas sonoras de sus películas. De hecho, no solamente comenzó su carrera como ayudante de dirección y montajista, sino también como compositor.
La obra carpenteriana se inició en 1974 con su debut como director. Con apenas 60 mil dólares filmó Estrella oscura, una película de ciencia ficción. Escrita en clave de comedia con Dan O´Bannon (el futuro guionista de Alien), resultó más que nada un ejercicio estudiantil. Con su segundo opus, la cosa se puso seria.
Con 100 mil dólares, Carpenter concretó el proyecto de Asalto al precinto 13, estrenada en 1976. Una horda de violentos acata una comisaría, en una reelaboración de Río Bravo de Hawks, pero también de La noche de los muertos vivos de George Romero. No fue bien recibida, pero con los años sumó prestigio y hasta una remake, en 2005.
1978 fue el año de la consagración del director. Los 325 mil dólares de presupuesto de su tercera película se tradujeron en 70 millones de dólares de recaudación, que dieron lugar a la franquicia de uno de los títulos emblemáticos del cine de terror de todos los tiempos: Halloween. Incluso, se estrenó en la semana de la noche de brujas. La influencia fue sobre todo hitchcockeana, por el lado de Psicosis. En vez del Norman Bates que atiende un motel, Michael Myers, que de pequeño mata a su hermana en Halloween y, años más tarde, tras escaparse del hospotal psiquiátrico, vuelve a su pueblo para matar, justo en noche de brujas.
Curiosamente, hay una genealogía que une a Halloween con Psicosis. En el clásico de Hithcock actuó Janet Leigh: el de Carpenter marcó el debut en cine de Jamie Lee Curtis, la hija de Leigh y Tony Curtis.
El éxito de la película catapultó a un Carpenter que, con 30 años, hablaba sin pelos en la lengua de sus contemporáneos. En una entrevista posterior al estreno de Halloween no se sumó a los elogios a La guerra de las galaxias (reivindicó American graffiti, la película anterior de George Lucas), aseguro que Encuentros cercanos del tercer tipo era un film cuyo argumento se le había ido de las manos a Spielberg y afirmó que el cine de Robert Altman era “masturbatorio”.
Carpenter escribió en 1978 el guion del thriller Los ojos de Laura Mars, pero sus siguientes proyectos como director fueron dos películas para televisión. Un mes después del estreno de Halloween, la cadena NBC estrenó la película Someone's Watching Me!, que resultó una inteligentísima vuelta de tuerca a La ventana indiscreta de Hitchcock, con Lauren Hutton como una mujer que es acosada por un vecino que la espía.
En 1979 se puso al frente del primer proyecto sobre la vida de Elvis Presley hecho con posterioridad a la muerte del Rey del Rock. Elvis marcó el encuentro de Carpenter con uno de sus actores fetiche: Kurt Russell.
En 1980 volvió al cine, tras el éxito de Halloween, con La niebla. La influencia fue, más que nada, literaria: Edgar Allan Poe. La película sobre los fantasmas que buscan venganza en un pueblo, se abre con una cita del escritor: “¿Es todo lo que vemos o parecemos ver un sueño dentro de un sueño?” La película tuvo en su elenco a Jamie Lee Curtis y a su madre, Janet Leigh. Y a otra actriz recurrente de Carpenter en esos años: Adrienne Barbeau, su esposa.
Al año siguiente llegó la distópica Escape de Nueva York. Ambientada en 1997, cuenta la historia de Nueva York en manos de insurgentes que han secuestrado al presidente de los Estados Unidos. La misión para rescatarlo queda a cargo de un presidiario, Snake Plissken, interpretado por Kurt Russell. Fue un éxito de taquilla.
Hasta entonces, Carpenter había trabajado por fuera de la estructura de los grandes estudios. Entonces se alinearon los planetas. El director soñaba con filmar una remake de The Thing, un clásico del cine de horror producido por Howard Hawks en 1951 (es la película que los chicos miran en Halloween). A su vez, los estudios Universal querían filmar esa remake. Así, unieron fuerzas para una película que volvió a tener a Russell como protagonista y que tuvo música de Ennio Morricone.
No fue un gran éxito de boletería (apenas cubrió los costos de producción) en un año, 1982, en el que films oscuros como el de Carpenter y Blade Runner, de Ridley Scott, no funcionaron, al contrario de un relato edulcorado y optimista como E. T. Carpenter tuvo que enfrentar no solamente la comparación con el original, sino con Alien: un ser del espacio empieza a matar a un grupo de humanos en una base antártica. Filmada en Alaska, su prestigio vino con los años. No solamente circuló en castellano como La cosa, sino también como El enigma de otro mundo, un título de acertadas reminiscencias con Lovecraft.
En 1983 llegó el encuentro de Carpenter con Stephen King. El director llevó Christine a la pantalla, en la época dorada de adaptaciones de King al cine (del mismo año es La zona muerta de Cronenberg). Se recuperó del éxito agridulce de The Thing y al año siguiente se volcó a un proyecto más comercial: Starman, en el que Jeff Bridges es un extraterrestre que se corporiza en un ser humano. El actor fue candidato al Oscar por ese rol.
El mismo año, Carpenter bocetó el guion de El experimento Filadelfia, que lo tuvo como productor. En 1986 se reunió con Russell para Big Trouble in Little China, una película de fantasía y acción que fue un fracaso. La década la cerraría con dos obras mayúsculas.
Con un presupuesto de 3 millones filmó la exitosa El príncipe de las tinieblas. Estrenada en 1987, resultó una síntesis de parte de su obra. Un grupo de científicos queda encerrado en una iglesia hostigada desde el exterior (uno de los atacantes lo interpreta el músico Alice Cooper), mientras adentro se produce el regreso del Diablo. Había elementos de Asalto al precinto 13 y de El enigma de otro mundo.
En 1988 llegó They Live. Ambientada en Los Ángeles, fue un abierto homenaje al cine fantástico de los 50, y con cuotas de crítica social. Un hombre descubre unos anteojos oscuros a través de los cuales puede ver que hay personas que no son humanas, sino extraterrestres, y que dominan el mundo a través de la propaganda y el consumo. Para la historia quedó la escena de 6 minutos en la que, a puro puñetazo, Roddy Piper (que fue luchador profesional) intenta que un incrédulo Keith David se ponga los anteojos y vea lo que él ha visto.
Después de una pausa de cuatro años, Carpenter regresó en 1992 con una de sus películas más flojas. Memorias de un hombre invisible tuvo como protagonista a Chevy Chase, acompañado de Daryl Hannah y Sam Neill. Fracasó tanto en la taquilla como en la crítica.
Sin embargo, se resarció en 1994 con En la boca de la locura, con Neill en el protagónico. El propio Carpenter asegura que, junto a El enigma de otro mundo y El príncipe de las tinieblas, forma lo que él llama “Trilogía del Apocalipsis”. El argumento, como el título, remite a Lovecraft: un investigador trata de descubrir dónde está un escritor que ha desaparecido, mientras quienes leen uno de sus libros empiezan a tener reacciones violentas.
A continuación, volvió al terreno de la remake. 1995 fue el año de El pueblo de los malditos. La versión inglesa se había estrenado en 1960. En un pueblo, todos los habitantes quedan adormecidos durante un rato, de manera misteriosa. Después que despiertan, las mujeres están embarazadas. Dan a luz a unos niños con poderes especiales, a los que se enfrenta Christopher Reeve en su último papel antes del accidente que lo dejó postrado. No funcionó entre el público.
Como tampoco lo hizo, en 1996, Escape de Los Ángeles, la secuela de Escape de Nueva York. Quince años después, Kurt Russell volvió a hacer de Snake Plissken, después de una década de su última colaboración con Carpenter.
En 1998 Carpenter combinó horror y western en Vampiros, con James Woods. Tres años más tarde le fue mal con Fantasmas de Marte, que ganó cierto prestigio con el correr de los años.
Pasarían nueve años hasta la siguiente película del director. Encerrada se estrenó en 2010 y recaudó la mitad de su presupuesto. Desde entonces, Carpenter se ha dedicado a la música, sin descuidar la franquicia de Halloween, que sigue siendo una máquina generadora de ingresos. Además de escribir bandas sonoras para cine, ha publicado tres discos de estudio, titulados Lost Themes I, II y III. Atrás, queda una obra que hizo a lo mejor de la educación sentimental de infinidad de cinéfilos desde los 70 en adelante.