🌎 Desde Corrientes
La insólita imagen de Cristiano Ronaldo reventando las redes sociales del Al Nassr árabe queda chiquita en comparación a la extravagancia que significó la presencia de Diego Armando Maradona en Deportivo Mandiyú de Corrientes. Piensen en 1994, pónganse en la cabeza de un algodonero que, de pronto, tuvo viviendo al 10, al más grande de todos, en pleno litoral. Fueron apenas 12 partidos pero bastaron para convertir a Mandiyú en uno de los clubes más queridos del país.
Hubo gloria, caída y también resurrección. Hay, acá, algo de serie de Netflix. Es que Deportivo Mandiyú formó parte de la Primera División durante ese momento maravilloso del fútbol criollo que fueron los finales de los '80 y los principios de los '90. Eso lo llevó a las figuritas de Fútbol 1992, a videojuegos como el PC Fútbol Argentina (spin off del 3.0) y hasta al episodio piloto de Casados con Hijos en el que Pepe Argento tuvo que renunciar a ver un partido de Racing versus Deportivo Mandiyú. Fue pop, fue glorioso, pero también sangró, se drenó y hoy anda cambiando de piel.
► Nacido entre algodones
El club nació el 14 de diciembre de 1952 y, originalmente, estaba compuesto por trabajadores de la fábrica de algodones Tipoiti. A ojos de hoy, este dato es un flash: jugar bien en su club les garantizaba a los futbolistas tener un buen trabajo estable en la fábrica, algo valorado por esas épocas. Pasaron por la Liga Correntina, por el Regional. Fueron años domésticos, tiempo de crecimiento.
"Mandiyú no se parece a ningún club. A lo sumo se asemeja a Loma Negra o a alguno que pertenezca a una empresa. El presidente era dueño de la Tipoiti, la empresa algodonera más grande de Latinoamérica y, a la vez, era fanático del fútbol. Después, también, el vicepresidente era gerente de la empresa. En 1974 Mandiyú jugó su primer Nacional y el 98 por ciento de los jugadores eran empleados de Tipoiti. En el '86, cuando ascendió al Nacional B, se contrató a Juan Manuel Guerra, un técnico 'de afuera'. Él decidió que los futbolistas no podían seguir trabajando y jugando: profesionalizó al club", revive Pipo Romero Villaboa, socio e historiador de Mandiyú.
Y un resumen más o menos urgente dirá que llegó 1987, el año del ascenso a la Primera División. "Teníamos un buen equipo. En ese momento estaba permitido traer muchos extranjeros y nos nutrimos de muchos uruguayos y paraguayos", recuerda Diego Segovia, actual vicepresidente de Deportivo Mandiyú, mientras sorbe un vaso de gaseosa. En esa temporada también jugaron argentinos como Pedro Barrios, José Basualdo, Ricardo Zielinski y Adolfino Cañete, entre otros. Un team fuertísimo.
Para 1993, Mandiyú clavó un tercer puesto en el fútbol argentino (su mejor posición histórica) y por poco no entró a la Copa Libertadores (perdieron en la liguilla previa frente a San Lorenzo). Durante 1994 y 1995, buscando ampliar su recaudación, Mandiyú salió de su territorio e hizo de local en la provincia de Formosa. Y, en plena revolución noventera, el diputado menemista Ricardo Cruz acercó a Diego Armando Maradona como D.T. y se reforzó con el mismísimo Sergio Goycochea.
Vamos de nuevo, en cámara más lenta, porque los '90 tuvieron ese desparpajo, esa locura, ese sinsentido maravilloso y, por eso, bien vale detenerse en esos nombres, en estos movimientos: Mandiyú se volvía historia pura convirtiéndose en el primer club del 10 como técnico. Aquella tarea la compartió con Carlos Fren, unos meses después del fatídico Mundial '94. Y sintió el orgullo de tener bajo los tres palos a Goyco, el héroe de Italia '90. Fueron apenas 12 fechas en total (6 empates, 5 derrotas y apenitas 1 triunfo), pero la huella es inmarchitable por cuestiones lógicas -algunas buenas, otras no tanto-.
► Los dos Mandiyú
"Cuando vino Diego, la provincia no estaba pasando un buen momento económico. Diego, que era hijo de correntinos y sus padres eran hinchas del club, cayó a Mandiyú y acá teníamos la ilusión de poder recuperarnos en lo económico, en lo institucional, en lo futbolístico. Era como el salvador. Después, cuando no se dieron los resultados, quedó marcado en la gente como que hundió al club. Es algo con lo que vengo peleando: Diego no tuvo nada que ver", explica Romero.
"En los '90 sacamos pecho. Nosotros tuvimos a Maradona", se ensancha Segovia. Con toda una provincia a la expectativa, primero vigoroso y después desinflado, Diego abandonó Corrientes debido a los resultados deportivos adversos y, a partir de ahí, Mandiyú entró en un raid espiralado hacia el mismísimo infierno. "Empezaron a salir demandas, no cerraban los números", se lamenta el vicepresidente.
Así las cosas, en 1995 Deportivo Mandiyú descendió de categoría y, por diversos conflictos y desmanejos, quedó desafiliado de la AFA. La plaza, en Segunda División, fue ocupada por Huracán de Corrientes. El dolor todavía pesa en el corazón algodonero. Y una más: algunos hinchas migraron a Huracán de Corrientes. Duele recordarlo, pero realmente pasó. Los más jóvenes aún se lo reclaman a los más viejos.
Para 1998, un grupo de entusiastas fundó el Club Social y Deportivo Textil, con la idea de hacer resurgir a Mandiyú. No pudieron usar su nombre hasta 2002, cuando lo rebautizaron como Club Social y Deportivo Textil Mandiyú. Ese año terminaron como campeones de la Liga Correntina y llegaron al Torneo Argentino B, donde compitieron hasta 2009. Allí, pasó una situación tan curiosa que a cualquier guionista le dirían "no, es mucho, aflojale un poco". Lean: otro grupo de entusiastas consiguió la personería original de Deportivo Mandiyú. Sí, en simultáneo, Corrientes tuvo a dos Mandiyú. ¿Fantasía? ¡Realidad!
Algunos hinchas, incluso, iban a ver a los dos equipos: mismos colores, misma pasión, mismo espíritu, misma gente, distinto nombre. Y una vez más, la maravilla del ascenso argentino haciéndose paso al andar: en 2012 se enfrentaron Deportivo Mandiyú contra Club Social y Deportivo Textil Mandiyú, dos equipos, una sola hinchada. El estadio José Antonio Romero Feris, propiedad de Huracán de Corrientes y "hogar" usual de Mandiyú, estaba reventado de color verde por todos los costados. La expectativa era máxima, la familia… la misma.
Un año después, Deportivo Mandiyú jugó el Federal A y, para 2016, pasó lo que muchos querían que pase: los dos Mandiyú se juntaron, se volvieron uno. Deportivo Mandiyú absorbió al Club Social y Deportivo Textil Mandiyú, se combinaron las dirigencias, se mezclaron los jugadores. Jugaron el Federal B y -fuertes, unidos- ascendieron de categoría. Y, again and again, la vida como un boomerang: en 2017 descendieron nuevamente; y en 2018, más abajo, a la Liga Correntina.
► El club es de los socios
Sin embargo, paralelamente, a la vida institucional del club le faltaban, por lo menos, algunas reuniones: en pocas palabras, los socios buscaban participación. Querían expresarse, entrometerse, hacerse cargo de la realidad política del club y de sus vaivenes. Sin ir más lejos, llevaban desde 2016 sin organizar siquiera una asamblea. En tanto, fueron 4000 los socios que se movilizaron de acá para allá, de allá para acá, y lograron el apoyo de diversas instituciones, agrupaciones y gobiernos para armar una comisión normalizadora.
A partir de allí, 2022 se convirtió en el año en que Deportivo Mandiyú volvió a tener una regularización institucional. Y este 2023 será recordado como el que los hinchas se pusieron al frente del club. Volvió la sede (ahora se emplaza sobre Paraguay 785, en Microcentro), sumaron un tendal de socios (unos 800), regresaron la actividad social, las divisiones inferiores y la escuelita de fútbol. "Queremos resurgir", se lanza esperanzado José Pereyra, vocal suplente del club y uno de los encargados de la administración de la sede. "Nosotros somos hinchas desde chiquitos", tira. Y se nota.
"De acá a 15 años queremos que los pendejos puedan tener un lugar de contención", aspira Segovia. "Sueño con la casa propia: necesitamos nuestro propio estadio." En la actualidad, el Albo juega el Torneo Provincial que otorga una plaza para el Torneo Regional, el viejo Argentino A. "Mandiyú es lo más grande que me pasó en la vida. Es el equipo de la provincia", sigue el vice, notablemente orgulloso.
Amén de lo zigzagueante de su compás, Deportivo Mandiyú mantuvo siempre su identidad. Y, gracias a la tradición de sus hinchas, sus jugadores saben que se ponen una casaca, digamos, particular. "Para mí, vestir esta camiseta es muy lindo porque todos saben de la historia que tiene Mandiyú en el fútbol nacional. Representa mucho por la gloria, los grandes jugadores, los técnicos y la hinchada. Nos bancan muchísimo, por más que no siempre se nos den los resultados. Sabemos que Mandiyú fue uno de los pocos equipos correntinos que estuvo en Primera: eso representa mucho y esperamos algún día poder volver", sueña Lautaro Mendoza, el 9 goleador del equipo.
"La verdad es que nos sentimos muy queridos, ¿será por Diego?", se pregunta Segovia, quien se llama Diego, obviamente, por Maradona. "Gracias a Diego, Mandiyú es conocido en todo el mundo", continúa. El corazón del 10 aún late en Corrientes: es inevitable volver todo el tiempo a Pelusa. Por ahí, un porteño recién mudado a la provincia saca un abono anual por unos $5500 pesos. Él también menciona a D10S. Mientras tanto, un ex DT del club cae pagar la cuota y no tarda ni 10 segundos en que de su boca salga la palabra "Maradona". Qué locura, Mandiyú.
"Si efectivamente todo esto fuese parte de una serie de Netflix, ya tengo el nombre: podría llamarse El monstruo está despertando", tira Manuel Sobral, otro de los miles de fanáticos algodoneros. Por estos días, pasito a pasito, pesito a pesito, el club quiere despojarse del caos y volver a ser lo que supo ser: el club más grande de la provincia, uno de los más conocidos del interior. Y para eso necesita de la energía de cada uno de sus socios, de la participación activa de sus simpatizantes, de la épica apasionada de toda esa yunta verde esperanza, verde Mandiyú.