En un ensayo de fines de los años noventa, el prestigioso investigador estadounidense David William Foster resalta dentro de las varias configuraciones asumidas por el símbolo de Evita en el imaginario social del Río de la Plata, su identificación como figura e ícono LGTB. A su vez en su mentada novela Santa Evita, Tomás Eloy Martínez afirma “Quienes mejor han entendido la yunta histórica de amor y muerte (de la vida y pasión de Evita) son los homosexuales. Todos se imaginan fornicando locamente con Evita. La chupan, la resucitan, la entierran, se la entierran, la idolatran. Son Ella, Ella hasta la extenuación”. El ensayo Eva Perón ¿aventurera o militante de Juan José Sebreli; la pieza teatral Eva Perón de Copi, los poemas y los cuentos de Néstor Perlongher, la poesía Eva de María Elena Walsh, entre tantos otros ejemplos parecen confirmar e ilustrar sendas afirmaciones.
Uno de los aspectos que permiten explicar esa fascinación es que, de manera análoga a gays, trans, travestis y lesbianas que transcurrieron sus existencias durante el siglo XX, la nacida Eva María Ibarguren (1919-1952) tuvo que arrogarse diferentes identidades para escapar del insulto pueblerino y de la discriminación social (en su caso por ser pobre, morocha e hija natural). Por ello hay una Evita trans que, en tanto tal, se trans-forma: así devino la actriz Eva Duarte, la “Señora” María Eva Duarte de Perón, la compañera Evita, la Jefa Espiritual de la Nación que entró a la inmortalidad…
Entre tantos méritos, la muestra colectiva “Atlas Evita. Una colección de imágenes plebeyas” rescata esas múltiples metamorfosis y personalidades de Evita, -las más radicales y rebeldes- que la hicieron particularmente pasible de apropiaciones simbólicas por parte de la comunidad de las diversidades sexuales alternativas a la heteronormatividad.
Así, en collages y en imágenes pictóricas -frecuentemente henchidas de un estilo camp y kitsch- se emulan esos vestidos glamorosos y exuberantes (uno de los cuales le hizo afirmar a Christian Dior “La única reina que vestí fue Eva Perón”), sombreros con flores o plumas de avestruces y joyas y adornos plenos de una feminidad exagerada que más pronto que tarde la asimilaron al estilo de las drags, las travestis y las locas. Sin dudas, a Evita no le pasaba desapercibido que la subversión mayor residía en que una mujer humilde luciera esas galas sofisticadas que parecían no destinadas a quienes portaban sus orígenes sociales y raciales.
Dentro de esta primera serie no podía faltar uno de los retratos más clásicos de Eva Duarte. La fotografía de 1944 de Annemarie Henrich que muestran un impactante primer plano a través de un exquisito juego de luces y sombras. Con el bello rostro apoyado delicadamente en la mano coronada por un gran anillo de topacio, la mirada intensa e inteligente de la actriz prefigura la de la futura líder política.
La compañera Evita
El hincapié de la exposición está puesto en la Eva política, aquella que, desde su rol de Primera Dama, desarrolló una extraordinaria e inédita tarea de ayuda social y de apoyo a la causa de los trabajadores que le valió los apodos de Madrecita de los humildes y Abanderada de los descamisados.
Para dar cuenta de estos aspectos, se presentan tapas encuadradas de Mundo Peronista - mediante esta intervención las revistas pasan de objetos residuales a transformarse en obras de arte-, que muestran a Evita y Perón disfrutando de ese amor que comenzó prohibido y culminó felizmente en el paradigma del matrimonio justicialista o de la justicia social. En efecto, merced a ese casamiento y como en el cuento de la Cenicienta (convertido como todo producto de Disney en objeto de adoración gay), una plebeya se metamorfoseó en princesa justiciera. En otras portadas de la misma publicación se ve a una Evita radiante abrazada a niñas y niños a los cuales les cambió la vida mediante una bicicleta, una muñeca o una pelota de cuero o rodeada del cariño de los detistas beneficiados por los “Campeonatos Infantiles Evita”.
Finalmente, otras representaciones pictóricas la revelan luciendo el traje sastre Príncipe de Gales diseñado por Paquito Jamandreu, el tailleur que la asocia a la militante, la Compañera Evita que recibía a las y los humildes en la Fundación. A su vez, pinturas y adornos aluden al redentor 17 de octubre de 1945 o al doloroso 1° de mayo de 1952, fecha en el que la antaño ilegítima de Los Toldos pronunció el más emotivo discurso de entrega a los pobres y de rechazo absoluto a la entidad a la que adjudico la causa de todos los males argentinos: los adinerados encarnados en la denominada oligarquía vendepatria.
A las 20 y 25 la Señora entró en la inmortalidad: Santa Evita
El 1° de agosto de 1952, la revista Mundo Peronista dedicó una tirada en homenaje a Evita. Su tapa es recreada en una gigantografía que hace entrar a una Eva vestida de blanco al cielo de los desposeídos. Dentro de esta misma serie son escenificados imágenes y altares que hicieron surgir el mito de “Santa Evita”: entre ellos una lámina de 1952 impresa por el Sindicato de Canillitas y un almanaque de 1953 que presentaban a Evita con iconografías de la Virgen María. A su vez ocupan lugares destacados obras como la de Jorge Freitas y de la extraordinaria artista Ángeles Crovetto. En “Jarrilla ‘Larrea divaricata” de Freitas, Evita es asociada a la planta homónima: las flores de vida breves pero cuyas propiedades curativas y aromas perduran por siempre. En la pintura de Crovetto, es una San Sebastián femenina de cabellos largos que se inmola por los obreros, las mujeres y los niños. La instalación se completa con pinturas de niñas y niños venerando su figura y con dibujos realizados por niñeces agradecidas.
El objetivo de la exposición curada por Milagros Valentini bajo el concepto original de Federica Baeza es que, por medio de la expresión de las emociones y los afectos populares se revaloricen y cobren estatus artístico y estético, aquellos emblemas, sentimientos y objetos despreciados por alta cultura y los sectores privilegiados. Por ello, ocupan un lugar destacado representaciones de símbolos paradigmáticos evitistas como su singular rodete, la máquina de coser (que les dio dignidad e independencia ecónomica a tantas féminas) o la tapa de la primera edición de la autobiografía La razón de mi vida. (Se suele soslayar el potencial político del libro de Evita. Sin ir más lejos, en el capítulo LI titulado “Una idea”, Eva propone una asignación mensual para ama de casa y una asignación mensual por cada hijo anticipándose por más de medio siglo a la AUH).
De esa manera se configura un altar secular que alberga a las mejores versiones de Evita: la maldita, la malvada para la oligarquía, la fastuosa hollywoodense, la mártir, la santa, la puente entre Perón y el Pueblo, la interlocutora de la clase obrera, el Hada buena de los niños, la que se vistió de reina para que las humildes supieran que ellas también tenían ese derecho, la Evita revolucionaria, la que con su muerte dejó a los descamisados llorando en cueros, la Evita eterna en el corazón del Pueblo…
“Atlas Evita. Una colección de imágenes plebeyas II” se podrá disfrutar durante todo el verano 2023 de 11 a 19 hs, de martes a domingos en la sala de exposiciones temporarias del Instituto Nacional del Museo Evita. Lafinur 2988, CABA.