La vida musical del Colo Belmonte es un péndulo permanente entre rock y aledaños, y músicas de raíz folklórica. Dice que el maridaje forma parte de su “genética cultural”. “Me siento como una coctelera de géneros que va generando distintas combinaciones”, abrevia él ante Página/12. Puede que tal horma tenga mucho que ver con su origen rosarino y posterior aquerencia porteña, dos lugares donde influencias y referencias diversas suelen entrelazarse con alta frecuencia. Puede también que haya sido parte de su formación.

Lo cierto es que es cierto. Y que así se constata no solamente en un pasado que lo vincula tanto a La Portuaria como a sus versátiles compañías para con Enrique Llopis, Pedro Aznar, Teresa Parodi y Manolo Juárez, entre otros y otras referentes de la música nacional y popular, sino también en Gema, su primer disco solista. Allí cruzó talento con viejos amigos -Daniel Castro, Coki Iuliano, Sebastián Schachtel y Christian Terán, entre ellos- en favor de nueve piezas necesariamente "alquímicas".

“Hice este disco para crear un espacio creativo que me movilice”, marca entre una de las causas del trabajo. Otra radicó en echar mano a un puñado de canciones que tenía compuestas desde su adolescencia y que permanecían guardadas en una especie de “cajita de Amelie” por falta de tiempo, y porque no existían muchas posibilidades de grabar en forma independiente. “El disco nació a partir de las palabras con las que logré describir el proceso de cambio que estaba transitando en un momento de búsqueda interna”, amplia. “Eso me dio la fuerza necesaria para concretar y encontrar mi propia voz… el modo de contar lo que me estaba pasando”.

-¿Cómo es un disco hecho desde la mirada de un baterista, que es por lo que se te conoce?

-El punto de vista de un baterista tiene la particularidad de ser parecido al del arquero de un equipo de fútbol, porque logra ver con objetividad cómo se va sumando el resto del entramado musical. La armonía y la melodía se montan sobre el ritmo, sobre ese cimiento, y esto nos da una mirada particular y un modo de pensar la música que termina influyendo en el resultado final.

Resultado final que Belmonte se cargó fuerte, asumiendo varios roles: el de componer, el de arreglar, el de tocar batería, el de producir y hasta el de cantar. Polifunción que además le permitió -dice él- ir “construyendo y descubriendo el resto de la obra”, aunque algunas canciones hayan nacido desde la melodía, otras desde las palabras y algunas “desde el bombo legüero”. “Con Gema tuve la oportunidad de hacer el recorrido completo y eso me entusiasmó mucho. Este es otro de los motivos que me impulsaron para concretarlo”.

El nombre del disco debut de Belmonte está directamente vinculado a una de las piezas que lo puebla. El músico lo eligió porque vio en él una síntesis de un concepto que permea el disco: la igualdad de las partes. “Considero que todos somos diferentes pero valemos lo mismo, y eso no se circunscribe solo a las personas sino también a todos los seres y elementos que nos rodean: no existiríamos sin las abejas, sin el agua o sin el oxígeno. Tampoco sin la mirada sabia de las niñas y los niños, o de la gente que afortunadamente llega a la tercera edad”.

-“La gema brilla si la piedra brilla”, dice una parte de la letra. ¿A eso refiere tu concepto de igualdad?

-Es un concepto que atraviesa todo el disco, sí; desde la paridad de géneros a la convergencia de estilos y sonoridades, porque convive el bombo legüero con los sonidos electrónicos, el pop con los aires africanos. Así, cada canción tiene su propio camino. La igualdad es un anhelo en mí y creo que abarca toda esta obra.

-¿Cuál sería el camino de “Andamios en la llanura”, por caso?

-Que describe reflexiones que me quitan el sueño y me generan una búsqueda en lo cotidiano desde hace varios años. Una es que creo que nada es por casualidad, que todo tiene una razón, aunque me resulte imposible de comprender. Mi razón está sujeta a mi visión personal, a mis límites y a mi ego, digo, y la frase “intentar controlar el vuelo de un ave al verla pasar y ver que no posará jamás en los árboles elegidos” define metafóricamente ese concepto. La otra reflexión toma forma en “todo gira hacia adelante”.

-¿En qué sentido? La frase permite inferir que se trata de algo temporal.

-Es que no hay forma de ir contra las agujas del reloj, ¿no? Y si puedo aceptar eso, pues entonces me ahorro la frustración de pretender que los momentos se eternicen, alejándome de la solución real, que para mí está más cerca de asumir el movimiento como una ley fundamental.

-¿Cómo definirías la totalidad de Gema desde lo conceptual y desde lo estético?

-Desde lo conceptual, lo considero unido por la lírica, porque es a través de sus letras que se van pintando los deseos, los temores, las búsquedas y las frustraciones de personajes urbanos y actuales, como si fuera un mapa descriptivo de sus emociones. Y desde lo estético, lo definiría como bastante ecléctico, heredero de la música y la lírica de los grandes referentes del rock argentino.