En 2016, Canadá legalizó la muerte asistida médicamente para adultos que sufrían una “grave e irremediable” enfermedad terminal con fallecimiento natural “razonablemente previsible”. El ministro de Justicia David Lametti la considera “una acción compasiva, al tiempo que protege a aquellos que son particularmente vulnerables”, y el de Salud, Jean-Yves Duclos, sostiene que la ley de eutanasia “reconoce los derechos de todas las personas... así como el valor inherente e igualitario de cada vida”.

Este programa, llamado MAID (por su sigla en inglés Medical Assistance In Dying - asistencia médica en morir) pasó a aplicarse progresivamente de forma cada vez más liberal y fácil. Los casos, así, saltaron de 1000 en 2016 a 10.000 (3,3 por ciento de las muertes totales en Canadá) en 2021, cuando una nueva legislación lo habilitó para personas con padecimiento de enfermedad o discapacidad grave que "no pueda aliviarse en las condiciones que considere aceptables".

Esto implicó que pueda solicitar el MAID inclusive cuando no se prevé en forma alguna el deceso de la persona o si goza de buena salud en los demás aspectos. Para Marie-Claude Landry, jefa de la comisión de derechos humanos del país, el MAID está funcionando como “opción predeterminada para que Canadá cumpla con sus obligaciones de derechos humanos”.

Yuan Yi Zhu, investigador del Nuffield College en Oxford, al analizar el MAID, recurrió a la frase de Anatole France de que “la ley, en su majestuosa igualdad, prohíbe tanto a los ricos como a los pobres dormir bajo los puentes, mendigar en las calles y robar pan”, para concluir que “la ley canadiense, en toda su majestuosidad, ha permitido que tanto los ricos como los pobres se suiciden si son demasiado pobres para seguir viviendo con dignidad. De hecho, el siempre generoso estado canadiense incluso pagará por sus muertes. Lo que no hará es gastar dinero para permitirles vivir en lugar de suicidarse.”

La amenaza para personas discapacitadas

El primer ministro, Justin Trudeau, declaró que nadie tendrá que recurrir al MAID por no estar “recibiendo los apoyos y cuidados que realmente necesita”. Pero crecientemente personas con enfermedades que requieren un cierto nivel de gastos para poder conllevar sus padecimientos, pero sin recursos suficientes para afrontarlos, solicitan el MAID por no contar con apoyo del Estado. Su pobreza hace que su sufrimiento “no pueda aliviarse en las condiciones que considere aceptables", y optan por la eutanasia.

Amir Farsoud, discapacitado con 54 años que no puede afrontar los gastos de una vivienda, explicó su opción afirmando: “No quiero morir, pero no quiero quedarme sin hogar más de lo que no quiero morir”. Richard Ewald, con una enfermedad pulmonar obstructiva crónica y hepática en etapa cuatro, piensa recurrir al MAID por su situación de pobreza. “No soy suicida”, afirma, pero “a veces es una elección entre morir quemado o saltar de un edificio de gran altura”. Sathya Dhara Kovac optó morir a los 44 años no por la enfermedad genética que padecía, “sino por el sistema... Podría haber tenido más tiempo si hubiera tenido más ayuda”, afirmó en su obituario. Denise, discapacitada con otras complicaciones graves, que a los 31 años optó morir luego de cansarse en vano conseguir un alojamiento asequible, sentenció: "Solicité MAID esencialmente... debido a la pobreza extrema".

Casi una cuarta parte de las personas discapacitadas en Canadá dependen de la asistencia social porque tienen dificultades en trabajar. Para Naheed Dosani, médico y profesor de la Universidad de Toronto, eso significa vivir “en la más absoluta pobreza” -- lo que los impulsa a buscar el MAID, considerando que el gasto de atención social en Canadá es el “más bajo entre los países industrializados, los cuidados paliativos solo son accesibles para una minoría y los tiempos de espera en el sector de la salud pública pueden ser insoportables”. Un estudio del parlamento canadiense en 2020 calculó que para 2021 extender el MAID equivaldría a sólo 20 por ciento de las erogaciones en salud, lográndose evitar el gasto del resto. Con la nueva legislación, se espera una caída similar.

Dosani afirma que el ciclo de vivir en la pobreza y estrés está enfermando a las personas y haciendo que discapacitados elijan el MAID porque “no tienen dinero para vivir”. Por eso, Tim Stainton, director del Instituto Canadiense para la Inclusión y la Ciudadanía de la Universidad de Columbia Británica, sentencia al MAID como “la mayor amenaza existencial para las personas discapacitadas desde el programa de los nazis en Alemania en la década de 1930”.

Un servicio gratuito

En marzo de 2023, el MAID podrá ofrecerse a personas con enfermedades mentales. Para Andrew Bennett significa que “nuestro país camina dormido hacia una trágica realidad distópica. Nos hemos convertido en una sociedad en la que solo se reconoce que tienes dignidad o valor inherente como ser humano si posees una mente sana en un cuerpo sano y que eres social, económica y, me atrevo a decir, políticamente útil”.

Según el último informe sobre Asistencia Médica para Morir de Health Canada, 17,3% de las personas mencionaron el “aislamiento o la soledad” como motivo y 35,7% ser una “carga para familiares, amigos o cuidadores”. En 2021, en el estado de Oregón, que legalizó en 1997 el programa, 54,2% justificó su decisión por ser una "carga para la familia, amigos o cuidadores" y 92% por ser "menos capaces de participar en actividades que hacen que la vida sea agradable". Del total de fallecidos desde 1997, el 27,5% ha mencionado el “control inadecuado del dolor o preocupación por él” como una de sus preocupaciones al final de la vida.

Pero existen propuestas para extender más el MAID. Louis Roy, hablando en nombre del Colegio de Médicos de Quebec ante el Comité Conjunto Especial sobre Asistencia Médica para Morir, recomendó que se habilite el MAID a personas mayores que están 'cansadas de estar vivir'. La senadora Pamela Wallin, firme defensora del MAID, presentó un proyecto de ley que permita la eutanasia involuntaria por directiva avanzada cuando una persona no es capaz de consentir en ser muerta.

Meghan Nicholls, CEO de un comedor popular en Ontario que atiende 30.000 personas, alerta que muchos de los que concurren “están considerando la muerte con asistencia médica o el suicidio porque ya no pueden vivir en la pobreza extrema”. Catherine Frazee, profesora emérita de la Escuela de Estudios sobre Discapacidad de la Universidad de Ryerson, sostuvo que es “un frío consuelo que te ofrezcan la opción de morir cuando no te ofrecen la opción de vivir una vida digna”.

Pero para el National Review, la eutanasia consiste en matar a los pobres en Canadá; en la opinión del bioético Wesley J. Smith: “En Canadá, la muerte médicamente asistida es una solución para la pobreza”.

De la muerta asistida al suicidio asistido

Para Nicole Scheidl, directora ejecutiva de Canadian Physicians for life, se está ofreciendo el MAID “a personas cuyas motivaciones están impulsadas por preocupaciones sociales como la soledad, la pobreza y el abandono”. Para ella “cuando alguien tiene tendencias suicidas, no puede ver la luz al final del túnel. Deberíamos ayudarlos a llegar a la luz, no facilitar el final de sus vidas”.

El ministro de Justicia, David Lametti ante críticas respecto a la expansión de MAID en marzo próximo a personas con enfermedades mentales sin apoyo social y médico adecuado, declaró que se debe recordar “que el suicidio generalmente está disponible para las personas. Este es un grupo dentro de la población que, por razones físicas y posiblemente mentales, no pueden tomar esa decisión por sí mismos. Y, en última instancia, esto les brinda una forma más humana de tomar una decisión que, de otro modo, podrían haber tomado si hubieran podido hacerlo de otra manera”.

Frente a lo dicho por Lametti, Althia Raj del Toronto Star pregunta. ¿El ministro de Justicia dijo lo que no era para decir?

Andrés Ferrari Haines es profesor asociado del Departamento de Economía y Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Económicas de la UFRGS. Investigador NEBRICS.