La decisión del gobierno israelí de mantener y reforzar las restricciones de acceso a la Explanada de las Mezquitas, a pesar incluso de las recomendaciones de sus propias fuerzas de seguridad, derivó ayer en una marcha masiva hacia Al Aqsa, y en la muerte de tres palestinos y casi 400 heridos en Jerusalén y Cisjordania.
La zona amaneció con un amplísimo dispositivo de la Policía, que expulsó a la prensa de puntos cercanos al complejo, como la Puerta de los Leones.
Los disturbios se repitieron en distintos barrios del este de Jerusalén y en varios puntos de Cisjordania, incluidas las localidades de Qalandia, Hebrón, Belén y Tulkarem.
El primer palestino muerto fueron un adolescente de 18 años, Muhammad Mahmoud Sharaf, y la palestina Maan, citando fuentes médicas. Sharaf era oriundo del barrio de Silwan, y según Maan, que cita declaraciones de testigos presenciales, murió a manos de un colono israelí, de quien recibió un tiro en el cuello. Otro palestino, Muhammad Abu Ghanam (foto), falleció en el hospital al-Makassed después de haber sido herido por fuerzas policiales israelíes. Abu Ghanam, de 20 años, residía en el barrio de al-Tur y cursaba segundo año en la universidad Birzeit. El tercer muerto es Mohamad Lafi, de 17 años, quien murió tras ser herido en el barrio de Abu Dis, en el este del muro de separación que Israel construyó en Cisjordania.
Un video difundido en las redes sociales muestra como un grupo de palestinos se lleva a escondidas uno de los cadáveres del hospital Makased, en el Monte de los Olivos, para enterrarlo de inmediato y evitar que sea confiscado por las autoridades israelíes, que en varias ocasiones han tardado meses en entregarlos a las familias.
El servicio de emergencias de la Media Luna Roja confirmó 391 heridos en los disturbios, muchos de ellos por inhalación de gas, pero también decenas por quemaduras y heridas de munición real y de balas recauchutadas.
Por su parte, la portavoz de la Policía israelí, Luba Samri, afirmó que cuatro agentes fueron heridos levemente por impactos de piedras y fuegos artificiales lanzados por los manifestantes. Los choques fueron posteriores al masivo rezo de protesta de los musulmanes contra las medidas de seguridad impuestas por Israel en el acceso a la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén Este.
El jueves, el Ejército y el Servicio de Inteligencia israelí aconsejaron al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que evite una escalada de violencia y ceda a los reclamos palestinos contra las medidas de seguridad impuestas en la Explanada de las Mezquitas, uno de los sitios más sagrados de Jerusalén. Pese a esos consejos y a las protestas multitudinarias que se esperaban para el día santo musulmán el gobierno israelí restringió más aún el acceso de varones a la Explanada de las Mezquitas, y mantuvo en su sitio los detectores de metales instalados en tres accesos tras el atentado de hace una semana, en el que murieron dos policías y sus tres atacantes.
En consecuencia, miles de musulmanes se congregaron a las afueras del lugar, tercer sitio sagrado para esta religión y primero para los judíos, para rezar y protestar por los detectores de metales.
También hubo choques y heridos en el barrio de Isariya, en Ramallah, en la vecina Belén, en Qalqilia, Tulkarem y Hebrón.
Ya por la mañana temprano, miles de palestinos marcharon hacia la Ciudad Vieja, en la ocupada Jerusalén Oriental, en respuesta al llamado del Waqf, fondo islámico que administra la mezquita de Al Aqsa a que los fieles se dirijan a ese centro de oración mientras las demás mezquitas de Jerusalén cerraban sus puertas, informó la agencia de noticias palestina Maan. La Policía israelí restringió el acceso al complejo religioso a hombres mayores de 50 años y mujeres de todas las edades.
Todos los sectores de la política palestina convocaron a manifestarse en contra de las medidas de seguridad, desde Ismail Haniye, líder del movimiento islamista Hamas, hasta el presidente palestino, Mahmud Abbas, que acortó su viaje a China y tomó contacto con los líderes del mundo árabe.
Abbas, además, se puso en contacto telefónico con Jared Kushner, consejero y cuñado del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para señalarle la gravedad de la situación y la necesidad de que Washington “intervenga urgentemente” para que Israel elimine los detectores. En la noche del jueves, decenas de musulmanes lanzaran piedras y botellas de cristal contra la policía, en disturbios que dejaron un saldo de 22 palestinos heridos, según medios locales. “Israel está decidido a mantener el statu quo en el Monte del Templo (Explanada de las Mezquitas) y la libertad de acceso a los lugares santos”, había indicado la oficina de Netanyahu, esta madrugada en un comunicado emitido tras cuatro horas de reunión con el gabinete de Seguridad.