“El río fue desapareciendo de a poco, fue un proceso gradual. Cuando nos dimos cuenta la sensación fue de mucha impotencia porque era algo que ya había pasado y no había forma de revertirlo”. Mirian Mondaca se crió en la comuna de Petorca, a orillas de un río que lleva el mismo nombre, en la región de Valparaíso y a unos 200 kilómetros al norte de Santiago de Chile.

Entre finales de los 90 y principios de este siglo el agua del río Petorca fue desviada de su cauce natural para abastecer a la industria de la palta. Así fue que los paltos, árboles típicos de climas tropicales debido a la gran cantidad de riego que necesitan para crecer, florecieron en los cerros de una región semiárida de Chile.

La organización ambientalista WaterAid estima que cada hectárea de paltos requiere de 100.000 litros de agua por día, equivalente al consumo diario de mil personas. La sobreexplotación del río para regar estas plantaciones, instaladas en los cerros, provocó en pocos años que el agua deje de bajar a las localidades de la comuna. “Más que de sequía prefiero hablar de escasez hídrica porque el agua está, lo que existe es una mala gestión”, reflexiona Mirian.

Hasta hoy, la mayoría de los 11 mil habitantes de la comuna precisan del abastecimiento de agua de camiones cisterna pagados por el Estado a empresas privadas. Un informe de la delegación provincial de Petorca, que incluye a las cinco comunas de la provincia, indica que durante 2022 se destinaron 9,5 millones de dólares para el abastecimiento de aproximadamente 80 mil chilenos.

Traer el agua que ya no está

“Durante 12 años dependimos exclusivamente de los camiones que venían los lunes y viernes. A veces dependía de los feriados: si había fines de semana largos nos quedábamos sin agua y había que comprar bidones para tomar”, recuerda María Catalina (Katy) Espinoza desde Quebrada de Castro, un paraje rural al norte de la ciudad de Petorca, la capital de la comuna.

Gracias a una napa subterránea que comenzó a abastecer a la población desde noviembre de 2019, los camiones aljibe hoy son solo un complemento para Quebrada de Castro. El nivel de dependencia de los camiones en cada pequeña localidad depende de las posibilidades de acceso a un pozo, un recurso que, a la par de la crisis hídrica de la región, cada vez exige excavaciones más profundas para encontrar agua.

En donde estaba el río ahora hay basura. Imagen: Municipalidad de Petorca, Chile

“Con los camiones aljibe logramos garantizar la entrega de 100 litros de agua por persona por día, un derecho ganado en un tribunal de justicia. Las comunidades tuvieron que demandar al Estado para que se reconociera este derecho”, afirma Ignacio Villalobos, alcalde de Petorca elegido el año pasado y con mandato hasta 2024.

Una generación sin río

La última gran crecida del río Petorca, suficiente como para que el agua llegara hasta la ciudad, ocurrió en 2015. El noticiero local documentó cómo los autos hicieron sonar sus bocinas cuando la crecida llegó hasta el puente de acceso a Petorca. Algunos vecinos celebraron cantando el himno nacional chileno.

“No es solamente un río, tiene una fuerte carga simbólica. Allí nos bañábamos y era un punto de encuentro social, la vida giraba alrededor del río”, cuenta Mirian sobre su infancia y adolescencia. A sus 36 años, su generación fue la última que disfrutó de refrescarse en el Petorca. “Es muy fuerte escuchar a niños de 10 o 15 años que no pueden creer cuando les cuentan que en ese río había agua”, relata.

Desde hace años el vínculo de los petorquinos con el agua está ligado al racionamiento, la reutilización y los cortes programados del suministro. “Una forma de ahorrar agua es tirar la cadena del inodoro lo menos posible, lo que genera focos de insalubridad”, remarca Mirian.

Para Katy, criada en una zona rural, el agua del río era también su fuente directa de sustento. “Teníamos árboles frutales, trigo, papa, maíz… No comprábamos nada de comida, todo se cosechaba en el lugar”, recuerda. Y compara con el paisaje actual: “Hoy las arboledas están secas, lo que antes parecía un bosque ahora es todo leña, mientras que alrededor de eso está todo verde por los paltos. Sobreplantaron los cerros, se llevaron el agua con bombas para regar sus plantaciones, y al pobre le queda mirar nada más”.

La municipalidad entrega tanques acumuladores de agua. Imágen: Municipalidad de Petorca, Chile.

Agua como propiedad privada

La Constitución de la República de Chile, redactada en 1980 durante la dictadura de Pinochet y todavía vigente, establece que “los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos”. 

Desde esa visión, que desconoce al agua como un bien público, en 1981 se creó el Código de Aguas que regula el comercio del agua. Allí se estableció que los dueños de las tierras podían gestionar la adquisición de derechos de agua de manera gratuita y perpetua. Estos derechos, hasta hoy, se compran y venden como cualquier otra mercancía.

Ese es el marco legal que permitió que las grandes empresas agrícolas puedan acaparar agua del río Petorca a través de bombas, diques y piscinas de almacenamiento. Basta con que el río pase por el campo de un privado, o que este tenga los recursos para realizar un pozo lo suficientemente profundo, para que el acreedor de un derecho de utilización de agua pueda disponer del recurso como lo crea conveniente. Aunque eso deje sin río a toda una comuna, o sin agua a localidades enteras.

Cambio de paradigma en la Constitución que no fue

El 4 de septiembre de 2022 el 62 por ciento de la sociedad chilena votó por rechazar la propuesta de una nueva Constitución. El artículo 57 del texto propuesto invitaba a un cambio de paradigma para la crisis hídrica: “Toda persona tiene derecho humano al agua y al saneamiento suficiente, saludable, aceptable, asequible y accesible. Es deber del Estado garantizarlo para las actuales y futuras generaciones. El Estado vela por la satisfacción de este derecho atendiendo las necesidades de las personas en sus distintos contextos”.

En la provincia de Petorca, símbolo de la problemática del agua en Chile, el rechazo se impuso en un porcentaje similar al total nacional: 60 por ciento de rechazo contra el 40 de aprobación. Los medios nacionales y las redes sociales se hicieron de Petorca, esta vez, como símbolo del fracaso del proceso constituyente chileno. “¿Por qué el rechazo también ganó en Petorca?”, fue un título recurrente en canales y portales.

“Entre varios motivos, hubo mucha desinformación sobre el contenido de la propuesta de nueva Constitución. Circularon muchas noticias falsas por redes sociales. Se dijo que se iban a expropiar todos los derechos de agua, que las empresas agrícolas se iban a ir de la región y la gente se iba a quedar sin trabajo. También se habló sobre una supuesta prohibición del rodeo, una actividad considerada el deporte nacional y muy tradicional de las zonas rurales”, describe Mirian sobre el triunfo del rechazo en la región.

“Se suponía que tenía que ganar el Apruebo, pero la gente no estaba bien informada y el voto era obligatorio. Algunos se confundieron y pensaron que votar Rechazo implicaba rechazar la situación actual”, se lamenta Katy desde Quebrada de Castro, sobre la confusión que afectó a varios chilenos. Ahora resta esperar que el nuevo proceso constituyente contemple la crisis hídrica y el derecho de todos los chilenos de acceder al agua.