El cine y la botánica, dos mundos diferentes, cuyas conexiones íntimas Herbaria sabe descubrir. El recorrido que ofrece la película de Leandro Listorti –Premio a la Mejor Dirección en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata– recurre al formato ensayo, apela al archivo, es un poco histórico, se detiene en la tarea laboriosa de quienes cuidan de los ejemplares de la naturaleza y encuentra una mímesis en quienes hacen otro tanto con las películas. Pero este parentesco es aún mayor, más profundo: hay cuestiones esenciales, que apelan al tiempo, a la manera de encapsular lo que desaparece, a preservarlo y a legarlo. Además, Herbaria ofrece una reflexión –a partir de sus elementos formales, como el estar filmada en 16mm– sobre el estatuto mismo de la imagen contemporánea, sobre el maridaje conflictivo entre lo analógico y lo digital.

Con funciones en El Cairo Cine Público (hoy a las 20.30, mañana a las 18, el domingo a las 22.30), la sala de la ciudad es una de las pocas del país con el privilegio de tener a Herbaria en su programación (además, El Cairo suma esta semana el estreno de Matadero, de Santiago Fillol). “La idea de hacer la película fue para ver si, efectivamente, había posibilidades de conectar estos mundos, el de la botánica y el del cine; al avanzar, nos dábamos cuenta de que era así, y aparecían cosas nuevas que nos sorprendían. Durante el proceso, por ejemplo, surgió la relación entre (el botánico) Cristóbal Hicken y (el pintor e historiador) Pablo Ducrós Hicken; y como ésas un montón de coincidencias, o mejor decir, relaciones, que hicieron que tuviéramos mucho material para trabajar y que la película fuera formando algo concreto”, comenta el director Leandro Listorti a Rosario/12.

Herbaria es el tercer largometraje de Listorti (Los jóvenes muertos, La película infinita), quien además se desempeña como programador y tiene a su cargo la Coordinación Técnica de Conservación y Restauración del Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken. “Mi trabajo en el archivo del Museo del Cine es mi mundo más cotidiano, pero también desde hace muchos años me interesan la naturaleza y las plantas; leo, estudio, hice cursos, siempre a nivel amateur. Así descubrí los herbarios, a través de la madre de un amigo, que tenía a su cargo un herbario en la Patagonia. Ella me puso en contacto con otros y fui investigando, abriendo esas puertas, hablando con gente que me explicaba; y me di cuenta que tanto los espacios de trabajo como las tareas que se llevaban adelante en esos lugares eran muy parecidos a lo que hacíamos nosotros como conservadores de películas. Ahí pensé en que quizás había posibilidades de hacer una película, viendo qué pasaba al intentar conectar estos dos universos”, continúa.

-Sensaciones así suelen ser una buena señal.

-A mí me pasa así, pero no sé cómo sucede, nunca es claro que exista una película, hay que transitar un camino para ver si efectivamente lo que parece una buena idea se puede transformar en película. Con mi película anterior, La película infinita (realizada con fragmentos de películas argentinas que nunca se terminaron), había una buena idea, pero durante mucho tiempo, trabajando ya en la película, dudábamos si se iba a poder convertir en algo; por un lado, porque había que encontrar todos esos materiales, algo que llevó varios años, y luego con los materiales mismos tratar de armar algo. Entonces, es un proceso que es muy rico pero también intimidante, uno nunca está seguro de lo que está haciendo.

En Herbaria se interroga sobre las imágenes histórias y actuales.

-Cuando tu película alude, con un intertítulo, a “medir el tiempo”, aparece el cine y en un museo, con proyectores almacenados.

-Hasta ese momento, los dos mundos están separados y delimitados, pero ahí empiezan lentamente a pisarse, después a mezclarse, a fundirse, hasta quedar algo indefinido. Me atrae mucho del cine esa capacidad que tiene de registrar y de modificar la percepción que tenemos del tiempo.

-Y señalás que sobre fines del siglo XIX los seres humanos mirábamos de otra manera, más curiosa; no casualmente, el momento histórico coincide con la aparición del cine.

-En ese pasaje quise sumar ese dato, porque es el momento donde claramente aparece el cine, pero como era mucha información no quise abrumar al espectador. Cómo miramos es algo sobre lo que también me venía preguntando, y de alguna manera forma parte de la película, por eso hay mucho hincapié en los formatos, en los soportes, y cómo algunas cosas todavía existen, se pueden tocar, aun cuando luego pasen a ser digitalizadas; como sucede con las películas y las plantas, cuando dejan de existir en un soporte físico y pasan a estar digitalizadas. De algunas películas sólo existen archivos digitales, y de algunas plantas sólo archivos JPG.

-La imagen experimental está presente, y en este sentido son importantes las referencias a Claudio Caldini y Narcisa Hirsch; es ella quien habla del desierto como un lugar donde desconectarse, donde volver a pensarlo todo. Se me antoja relacionarlo con el cine mismo, cuando nació fue también un desierto, estaba todo por hacerse.

-Creo que hoy, en el terreno del cine, tenemos mucho por hacer en la conservación y preservación, sobre todo en nuestro país, en cuanto a recoger y recuperar esas películas y registros que se hicieron. Estamos un poco en un desierto, avanzando lentamente; el problema es que el tiempo es un elemento muy importante en la conservación y dejar pasar años implica dejar morir muchas películas, que no se recuperan.

-En Rosario hubo una importante actividad sobre el tema, organizada por estudiantes de la Escuela Provincial de Cine; invitaron a Paula Félix-Didier y Fernando Martín Peña, quienes estuvieron encantados con que fueran estudiantes los primeros preocupados por la cuestión.

-Una de las pocas cosas para ser optimista tiene que ver con que ahora la gente que está preocupada y enojada porque no tengamos una Cinemateca funcionando es gente más joven, y que hay muchos y muchas trabajando en conservación y preservación, cosa que tampoco sucedía antes. No sé si va a tener una resolución concreta, pero esto habla de cierto avance en cuanto a la presión que podemos ejercer para los que toman las decisiones.