El juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa generó un fuerte debate respecto a las maniobras de Reanimación Cardiopulmonar (RCP). Esto se debe a que durante la declaración de Virginia Pérez Antonelli, una joven que asistió a Fernando cuando salió a la calle y vio la pelea, la defensa planteó que la muerte fue producto de la maniobra de reanimación mal hecha.

Dirigida por el abogado Hugo Tomei, el argumento de la defensa de los ocho rugbiers imputados generó una rápida respuesta por parte de las asociaciones médicas, que salieron a explicar que el RCP es fundamental, que debe hacerse en los casos siempre que corresponda y que la maniobra de reanimación misma no puede implicar un riesgo judicial.

Por AM750, el médico cardiólogo y jefe de Arritmias del Hospital Rivadavia, Mario Fitz Maurice, explicó los 5 motivos por los que el planteo de la defensa es inválido y por qué el RCP no puede perjudicar la salud de un paciente que intenta ser reanimado.

  1. "Para hacer RCP ya tenés que estar muerto, no tenés que tener pulso. Entonces, en este caso, Virginia (Pérez Antonelli) detectó que Fernando (Báez Sosa) no tenía pulso. Con la RCP se trata de devolverle la vida alguien o que llegue con la circulación a los órganos nobles para que en el hospital se pueda resolver el problema".

  2. "La peor RCP es la que no se hace. No hay ninguna RCP que pueda empeorar la situación. Porque cuando la hacen estás muerto, y no hay nada peor que estar muerto”.

  3. "Las dos personas que le hicieron RCP a Fernando habían hecho un curso. La RCP se realiza haciendo compresiones en el centro del tórax. El hígado, que es lo que dicen que rompieron, está tirado a la derecha. Hay 40 centímetros de diferencia”.

  4. “Si en su vida, en lugar de trabajar con muertos (los peritos forenses de la defensa), hubieran trabajado con vivos, habrían recibido cientos de pacientes reanimados en la vía pública, y jamás con un hígado roto”.

  5. “Es muy importante decirle a la gente que no se deje llevar por esto. Porque la Ley 27.159 en el artículo 11 exime de toda responsabilidad administrativa y penal a aquella persona que vaya a involucrarse para reanimar a una víctima de un pero cardíaco”.