Como cada año desde 2000, enero en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) está dedicado a los chicos. El Programa de Verano “Los derechos de la niñez no se toman vacaciones”, es una iniciativa socioeducativa, recreativa y cultural que fomenta la integración a la educación. 

Con la llegada del verano, las más de 30 hectáreas de la UNLa se convierten en un espacio abierto al aprendizaje para cientos de chicos de entre 5 y 13 años, que cada tarde disfrutan del campus, en el marco de la difusión de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Allí participan de jornadas gratuitas de deportes, talleres de oficios y actividades culturales.

“El objetivo estratégico de la UNLa es que los pibes y pibas vean a la Universidad como algo cercano, posible, un sitio que resulte ser disparador de sus aspiraciones. Chicos que alguna vez transitaron el Programa de Verano, hoy como adultos, son estudiantes de diferentes carreras de la Universidad. Tan posible como soñar, y como transformar los sueños en un proyecto de vida. En definitiva, de eso de trata”, cuenta la rectora Ana Jaramillo a Buenos Aires/12.

Los beneficiarios son chicos y chicas que asisten a comedores escolares y comunitarios de Lanús, Lomas de Zamora, Almirante Brown y Esteban Echeverría, que tienen en esta colonia su primer acercamiento a la educación superior. Una brigada de profesores de educación física y ayudantes contratados con este único fin se ocupa de los chicos, organizados por grupos etarios, de 5 a 8 años y 9 a 13 años.

“Me da mucho orgullo que los chicos de mi barrio, Barrio Esperanza, en Escalada, Lanús Oeste, puedan conocer la universidad gracias a este plan. Mi hija venía de chica y hoy es estudiante avanzada de enfermería. Los chicos en agosto ya te preguntan qué vamos a hacer en la universidad este verano. Yo trabajo todo el año como auxiliar de escuela y hace años que dedico mis vacaciones a esto, por los chicos y por la calidad de la gente que participa”, relata Blanca, que acompaña a un contingente de chicos cada día. “Los chicos acá aprenden a tallar madera, a desarmar un motor, a hacer cloacas. Es maravilloso lo que hace la universidad con la comunidad, esperemos que continúe”, señala. 

Matías tiene doce años y asiste al merendero Eva Perón. “Ya le gané jugando al ajedrez al profesor. Tardé cinco años, tuve que aprender un montón, pero ya le gano”. Thiago va al mismo comedor y también participa del programa bonaerense Envión: “me gusta ese lugar porque es enorme. Mi próximo paso es ganar un torneo de ajedrez. Todavía me pongo un poco nervioso”, cuentan.

Hay desde taekwondo y gimnasia rítmica, hasta ajedrez y bijouterie; desde talleres de iniciación en los oficios donde los asistentes aprenden carpintería, plomería y mecánica hasta iniciación deportiva, pasando por artes plásticas y percusión. Llegan en micros rentados especialmente por la UNLa para el traslado, reciben un refuerzo de almuerzo, y antes de volver a sus casas toman una merienda. Mientras tanto, los referentes de los merenderos y comedores que los acompañan tienen también la posibilidad de asistir durante la tarde a otros talleres formulados especialmente para ellos.

Pichuco y barriletes. En el marco de los talleres de iniciación de oficios, los chicos tienen una clase de bandoneón dictada por Julio Coviello, prestigioso profesor bandoneonista, cantante y compositor en el grupo Tango Cañón y ex integrante Orquesta Típica Fernández Fierro. Las clases se brindan con el Pichuco 3, un bandoneón elaborado íntegramente por el Área de Patrimonio Histórico de UNLa, excepto por los peines y las voces que son importadas de República Checa. La particularidad es que las piezas de madera son elaboradas a partir de los antiguos muebles recuperados de los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada.

En la semana final de cada grupo, siempre que las condiciones climáticas lo permitan, los chicos participan de una barrileateada a modo de despedida. Al final de la jornada, a modo de regalo, los chicos se llevan los barriletes a sus casas, con el nombre de cada uno escrito por ellos mismos sobre la tela.

Un poco de historia. El programa se inició en 2000, apenas tres años después de la creación de la UNLa. La idea fue de la propia rectora de la Universidad, Ana Jaramillo y es llevado adelante por la Dirección de Deportes y Recreación de la UNLa, dependiente de la Secretaría de Bienestar Universitario.

No concebimos enero sin el programa, ni el año sin tener articulación con instituciones barriales. El 100% de los que trabajamos en la UNLa estamos comprometidos con el proyecto institucional, con los valores y con lo que difundimos desde la universidad”, explica Juan Loiseau, director de Deportes y Recreación de la UNLa.

En 2021, debido al contexto epidemiológico, fue la única vez en la historia que el programa no se realizó de forma presencial, pero de todas formas se les hizo llegar a todas las instituciones barriales el 100% de los insumos alimenticios, recreativos y educativos. Se realizaron manuales lúdicos y videos explicativos para que los niños y las niñas se diviertan y aprendan de igual manera: una colonia de vacaciones virtual.