Con un recorrido que validó a la obra en el interés del público, el unitario Poder Hablar, que protagoniza Lautaro Lamas a partir del texto y la dirección de Bruna Pradolini, vuelve a escena en dos funciones, este sábado y el próximo a las 21 en Teatro del Rayo (Salta 2991). “La estrenamos en diciembre de 2021 en Casilda, de donde es oriunda Bruna Pradolini, la directora, y en mayo del año pasado la estrenamos en Rosario, además de hacer funciones en algunos pueblos y tener una gira en Entre Ríos”, precisa Lautaro Lamas a Rosario/12.
A partir de un protagónico absoluto, Lamas interpreta a un hombre solo y distanciado de su hija, cuya visita –entre alegrías y frustraciones consigo mismo– espera en vísperas de año nuevo. “La obra me fue sorprendiendo, porque tiene una puesta en escena que es especial: el ambiente imaginado es el de una habitación alquilada, donde un hombre vive solo, con una cama, una mesa y algunos muebles; y el público está metido adentro, de manera literal, con las sillas dispuestas alrededor. Es muy interesante porque no se trabaja con un frente, la puesta en escena no es unidireccional sino circular, y genera una conexión alucinante. Esto se fue adaptando a las distintas salas, y en cada una se potenció esta conexión, yo lo sentí así. Por ejemplo, hicimos una función en Correa, para chicos de escuela secundaria, eran 150 pibes alrededor, fue increíble, en un espacio grande y todos conectados. Sin ser tradicional, la puesta se va adaptando a los espacios y siento que la conexión es cada vez más fuerte; es un acierto total por parte de la directora. Nunca lo había hecho y si lo hubiese buscado por mis medios no sé si hubiese salido; es muy interesante lo que se genera”, explica el actor.
La relación de Lamas con el formato unipersonal tiene antecedentes de valía; como él señala: "A Aire Puro (en el viento) la estrenamos en 2012 y tenemos más de 150 funciones; anduvimos por todo el país y por el extranjero, la obra fue premiada en Cuba y en Brasil. Si bien me gusta también trabajar en grupo, el unipersonal fue el que me dio el arranque; cuando empecé a laburar de esto, en 2001, gracias al unipersonal tuve la posibilidad de viajar, además me permitía ensayar en cualquier momento, cuando estaba también con otros laburos. Por otro lado, es un lenguaje que me gusta. En Poder Hablar, si bien estoy solo en escena, es un trabajo de grupo total; Bruna está en todas las obras y hay dos técnicos: Germán Lo Giudice en asistencia técnica, y Claudia Dichiara en asistencia de dirección. El unipersonal genera un vínculo muy fuerte con el público, porque te conectás o te quedás solo; tiene ese doble filo: puede ser un viaje alucinante o podés quedarte solo haciendo teatro. Tiene ese riesgo y no es sencillo”.
-Además de tu personaje, está el de la hija; a la que de alguna manera tenés que hacer presente.
-Sí, pero hay un acierto muy grande por parte del texto, que es hermoso. Con Bruna no nos conocíamos tanto; ella trabaja en Casilda en el Teatro Dante, donde fui con Aire Puro y también con Los camilleros. Ella vio mi laburo, y sin tener demasiado vínculo, me llamó en pandemia y me ofreció este texto. En general, siempre trabajé en proyectos propios o de gente muy amiga, así que era la primera vez que me lanzaba a un proyecto totalmente ajeno. Cuando lo leí, a las dos páginas estaba emocionadísimo, llorando. Me pegó en mi propia paternidad, porque tengo una hija que tendría más o menos la edad del personaje. El texto es muy emotivo pero sin golpes bajos, toca las fibras de todos. Allí está todo y ayuda mucho, porque se entiende cómo es el juego y todo está solucionado desde ahí. En la puesta en escena yo lo cargué con toda esa emotividad que me generó y todo lo que yo pongo como actor y como persona, porque me atraviesa desde ese lugar también.
Hay que destacar que Bruna Pradolini, directora de la Compañía Teatro Dante, ganó con Poder Hablar el Plan Fomento 2020, que otorga la Subsecretaría de Industrias Creativas del Ministerio de Cultura. Un reconocimiento que valida la trayectoria de la joven dramaturga y directora. Según Lamas, “en un principio me costó entender cómo iba a ser la dinámica de la obra, porque yo venía de trabajar más en un teatro de creación colectiva, con el actor como dramaturgo, que genera imágenes. Pero luego lo fui entendiendo. En un comienzo, la gente no comprende qué es lo que sucede, pero a los 10 minutos están todos adentro. Y creo que eso sucede gracias a lo bien que está escrito el texto”.