En un escenario electoral marcado por las especulaciones acerca de si Cristina Fernández de Kirchner finalmente será o no candidata, y frente a una oposición dividida en múltiples disputas internas, los encuestadores y consultores políticos plantean que las claves para el Frente de Todos (FdT) en 2023 pasan por la evolución de la inflación y de los ingresos de los sectores de menores recursos y la clase media baja. Algunos sostienen que, si CFK no está en ninguna boleta tal como pareció decir la última vez, debe buscarse un postulante alineado con la vicepresidenta. Otros afirman que es imperioso ampliar la alianza hacia el centro -como hizo Lula en Brasil- y que un candidato alineado con la vicepresidenta no conseguiría ese efecto. Hay quien sostiene que otra clave está en hacer elecciones primarias muy abiertas, con candidatos de todos los sectores del oficialismo, para movilizar la maquinaria tradicional del peronismo y atraer a quienes, por ejemplo, votaron al FdT en 2019.
Página/12 consultó a nueve de los más conocidos encuestadores y consultores en campañas electorales. No sólo sobre la situación en el oficialismo, sino también en la oposición y en los libertarios (ver aparte).
Recuperar a la clase media baja
“La situación electoral del oficialismo en gran medida está dependiendo de qué sucede con la inflación --señala Hugo Haime, de Haime y Asociados--. Es condición necesaria disminuirla, pero no suficiente. Porque el oficialismo necesita recuperar a la clase media baja. Sin la clase media baja, el peronismo no puede ganar elecciones, eso lo podemos ver en la historia electoral desde 2007 en adelante. Y para recuperarla, el candidato debe convencerlos, ser confiable. La vicepresidenta decidió no ser candidata y además no es ella la que está en las mejores condiciones para conquistar a ese electorado de sectores medio bajos. Pero Cristina tiene un electorado propio del cual el oficialismo no puede prescindir. En síntesis, el candidato que ofrezca el oficialismo debe ser confiable, ir al centro, ganar la clase media baja y tener el apoyo del electorado de Cristina”.
En línea con CFK y con audacia
“Lo primero es gobernar y ocuparse fundamentalmente de mejorar las condiciones económicas de la gente --afirma Alfredo Serrano Mansilla, al frente del CELAG--. Más salario y menos inflación. No caer en la trampa de lo imposible. Ni tampoco contentarse con una mejora macroeconómica sin bienestar. Inclusive, aún tiene margen para encontrar grandes banderas que emocionen, que sirvan de horizonte. Por ejemplo, la nacionalización del litio. O de la Hidrovía. Y luego buscar una fórmula competitiva que genere confianza entre los que se desencantaron (un tercio de los votantes del 2019). En este desafío, Cristina es indudablemente la centralidad. Porque es la única persona que sostiene un núcleo sólido fiel entre 30-35 por ciento. Y por tanto el baile de nombres deberá respetar esa premisa, cercanía con Cristina: Jorge Capitanich, Mayra Mendoza, Wado de Pedro, etc."
La estrategia de 2019
Roberto Bacman, del CEOP, recuerda que, en cierta forma, CFK también hizo un renunciamiento en 2019 y buscó un candidato hacia el centro. “Como en aquel momento, el escenario se estructura en función de la decisión de CFK. Alberto Fernández supo recoger ese guante y la decisión de Cristina permitió que la coalición opositora peronista ganara la elección en primera vuelta. Hoy, la decisión de CFK es bidireccional: está dirigida a propios y extraños. Posee un mensaje para los dos lados de la polarización. Los propios se enfrentan al desafío de conseguir un candidato que pueda unir al peronismo y demostrar que la coalición de gobierno puede reencauzar la economía. Y en esa dirección hay varios anotados: Alberto, Sergio Massa son hasta el momento los candidatos con cierto nivel de potencialidad. Pero puede haber otros; solo es cuestión de esperar un par de meses”.
Un frente más amplio
Facundo Nejamkis, de Opina Argentina, diagnostica que “el escenario ha cambiado desde el momento en que CFK anunció que no va a ser candidata a nada. La influencia de la vicepresidenta, que seguramente no será prescindente, puede llevar al FdT a una versión más amplia, con la candidatura de un peronista no kirchnerista (Massa, Juan Manzur, Sergio Uñac) o a una versión más netamente kirchnerista. Esto dependerá del nivel de conflictividad interna de la fuerza gobernante pero también de las reales chances de ganar que tenga el peronismo”. Coincidiendo con la mayoría de los consultores, Nejamkis afirma que “es muy difícil pensar en un triunfo oficialista con caída del salario, alta inflación y escasez de reservas. Por el contrario, si esas variables encuentran un camino de resolución, al menos transitoria, la competitividad electoral natural del peronismo hará renacer sus chances en un escenario que hoy no le es favorable”.
El electorado no-político
“A lo largo del 2022 se siguió deteriorando la valoración de la gestión del Gobierno -afirma Federico Aurelio de Aresco-. Sólo 1 de cada 4 argentinos valora positivamente la gestión del Gobierno. Es por este motivo que es muy poco probable que la competitividad electoral del peronismo surja del reconocimiento de la presente gestión. Hoy se observa un peronismo competitivo , electoralmente hablando, producto principalmente de la fragmentación de la oposición y del piso de apoyo que tiene el peronismo por su historia (por las gestiones recientes de Néstor y CFK). Para ganar la segunda vuelta va a requerir un reconocimiento del electorado no político de que la inflación y los principales problemas económicos tengan una sensible mejora".
Un piso con o sin CFK
Analía del Franco, de Del Franco Consultores, analiza sus encuestas más recientes: “El FdT hoy cuenta con un 30 a 35 por ciento de intención de voto nacional, tanto se mida con o sin CFK como candidata. Es un electorado compacto, disciplinado, que hasta lo que se puede observar tiende a optar únicamente entre la oferta que propone el espacio. El desafío del FdT justamente es traspasar este voto duro, en un proceso de captación similar a lo sucedido en 2019. Para esto, recomponer la confianza entre gobierno nacional y electorado es la gran condición para mejorar su competencia en 2023”.
Internas muy abiertas
Raúl Timerman, del Grupo de Opinión Pública, sostiene que una clave de la situación está en la parálisis que tiene el FdT como organización política. “El oficialismo tiene dos alternativas. Una es juntarse y organizarse para ganar y la otra es la alternativa del vamos viendo. Hacer una ampliación del espacio, con la posibilidad de que todos jueguen con sus propios candidatos. Amplias PASO en todo el país. Que participen todos los quieran: Wado, Scioli, Massa, Capitanich, Berni, los movimientos sociales con Grabois, Schiaretti. Que jueguen todos los que quieran. Con compromisos: el límite de las discusiones, la posibilidad de un programa común. Sobre esa base, empezar a organizar equipos técnicos, reorganizar el partido justicialista, poner en funcionamiento los locales, capacitar a los dirigentes. Poner una maquinaria en movimiento. Hay que salir a construir poder”.
Confrontar con el macrismo
Santiago Giorgetta, de Proyección Consultores, pone el acento en "la confrontación directa con el macrismo y lo que representa y que el ministro Massa pueda conjugar expectativas con hechos concretos. Pero, sobre todo, que el rol de la vicepresidenta sea lo contrario a lo que anuncio días atrás. En esa enorme complejidad el oficialismo va tener que sortear un año electoral con las principales preocupaciones económicas no resueltas de alta inflación y deterioro de los ingresos familiares. Ante este escenario, ninguna candidatura tendrá el peso, la representación y el magnetismo que ejerce CFK sobre el núcleo duro del kirchnerismo que garantiza un base del 30 por ciento de intención de voto”.
Distribución de la riqueza
Para Artemio López, de Equis, “el escenario político para el oficialismo juega su suerte en mejorar las condiciones materiales de existencia de segmentos medios y bajos cuyos ingresos familiares están todos por debajo de la línea de pobreza valuada para un hogar tipo 3 metropolitano en $150.00 mientras según el Ministerio de Desarrollo Social el salario formal privado público nacional es de 151.000 y el salario que más se repite es de 85.000. Así las cosas, si no hay cambios, el oficialismo enfrentará las elecciones en condiciones similares a las de 2021 cuyo resultado se conoce y el análisis ya se ha hecho. Con el agregado de que tenemos la peor distribución del ingreso de la década. La eficacia electoral del patrón distributivo es alta y ya muy verificada empíricamente. Lo probó Macri en 2019, que ni siquiera pudo reelegir y lo sufrió Fernández en 2021, donde 4,1 millones de electores propios dejaron de acompañar la oferta oficialista por la crisis de ingresos, flagrante incumplimiento del pacto electoral del 2019, pero sin darle un solo voto a la opción neoliberal conservadora, que también perdió (menos) votos en 2021 respecto a 2019”.