Las 26 familias que se quedaron sin casa el miércoles pasado por culpa de una mala demolición de una empresa de la Ciudad denuncian que continúan sin respuesta. “Nos dicen que es su culpa, que aceptan la responsabilidad, pero con eso no hacemos nada. Nadie me devuelve esos 20 años que tiraron abajo”, sostuvo una de las vecinas, que está viviendo bajo la autopista Illia, a este diario.
La empresa Villarex tenía una demolición programada a las 14 horas del miércoles en el sector de la Villa 31 Bis, ubicado bajo la autopista Arturo Illia, pero lo hizo con maquinaria pesada, lo cual provocó un derrumbe en las viviendas que estaban pegadas. Los vecinos que estaban en sus casas salieron corriendo desesperados para salvarse.
La casa que se debía demoler era la del frente y estaba deshabitada porque la Ciudad está en un proceso de urbanización para relocalizar a las personas que viven debajo de las autopistas. Las casas luego de que se llega a un acuerdo se tiran abajo, pero ésta estaba conectada con otras a través de un pasillo bastante estrecho. Por lo cual cuando se empezó a caer el primer edificio se resintieron aquellos que estaban detrás.
Las casas se empezaron a agrietar hasta que se quebraron del todo. Los obreros tuvieron unos minutos para avisarles a los que estaban dentro de sus casas para que salieran de urgencia. Solo 15 minutos después de que empezara la demolición estaban todos en la calle, sin sus pertenencias, que quedaron dentro.
“Una chica embarazada estaba con su hijo cuando se cayó la pared, por suerte se corrió justo para que no le caiga en la cabeza”, aseguró Liz, una de las vecinas afectadas. Los bomberos entraron a inspeccionar las viviendas para ver en qué condiciones habían quedado. Al parecer por el derrumbe no había ni luz, ni agua en todo el sector, pero al entrar los bomberos hubo un cortocircuito que provocó un incendio. Las causas del corto todavía no se conocen.
“Vimos de afuera cómo se incendiaron las casas. Para las 8 de la noche sabíamos que estábamos en la calle”, afirmó Liz. Las viviendas comparten paredes y columnas, las estructuras están hechas de telgopor, viguetas y losa, por lo que al generarse un incendio en la planta baja es muy probable que los pisos hayan quedado con peligro de derrumbe. “Desde la Ciudad, nos dijeron que vamos a poder vivir acá. ¡Que vengan ellos a vivir ahí, yo no quiero entrar con mis hijos¡ Yo no entiendo de construcción pero sé que es un peligro volver a mi casa”, sostuvo la mujer, que es madre de dos chicos de 6 y 11 años.
En estos tres días se acercaron desde la Unidad de Proyectos Especiales para el Área Metropolitana de Buenos Aires (EPE) diciendo que ellos se iban a responsabilizar de la situación. En lo inmediato anotaron a los damnificados y les ofrecieron a 10 familias ir a galpones.
“Nadie se va a ir de acá porque tenemos cosas adentro. Si quedó algo no lo queremos perder. Les dijimos que nos turnamos para ir con los que más cansados están, pero nos dijeron que no. Solo los que se anotaban podían ir a los galpones, es todo tan inhumano”, remarcó Liz. Desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat también se acercaron 24 horas después del hecho para llevarlos al parador que está ubicado en la zona de Lugano pero los vecinos se negaron a ir.
Uno de los motivos es que al quedarse solo con lo puesto, no tienen SUBE, ni documentos, mucho menos plata para ir y volver hasta Retiro. “Los dejan afuera a las 6 de la mañana y tienen que hacer una hora de viaje. Es imposible”, dijo Silvana Olivera, referente del Peronismo por la Ciudad en el Barrio Mujica.
En estos tres días en la Ciudad de Buenos Aires hubo alerta amarilla por el calor. Desde la Ciudad, según los vecinos, el agua que les llevaron no fue suficiente, no les enviaron nada para desayunar y el almuerzo lo repartieron a las 15 horas y no había posibilidad de repetir el plato. “El BAP (Buenos Aires Presente) se acercó con comida y agua pero no trae colchones ni tampoco carpas, porque desde el EPE no quieren gente viviendo debajo de la autopista”, dijo la militante.
Entre los damnificados hay una mujer con cáncer que necesita asistencia médica constante y perdió toda su medicación cuando tuvo que salir corriendo. Gracias a distintas organizaciones sociales, que fueron las primeras en acercarse, consiguieron que la mujer recibiera medicación y que fuera enviada a un hotel junto a sus hijos. En total fueron 5 las familias en situación de extrema vulnerabilidad las que fueron relocalizadas en hoteles.
Las demás familias, que en su mayoría tienen varios niños, pudieron dejar a sus hijos con vecinos que ofrecieron sus casas. “Comemos gracias a los vecinos que ponen un puñado más de arroz en el guiso”, afirmó Liz, que estaba acompañada de su esposo.
Ahora, los vecinos esperan la llegada de la Guardia Civil para que revise las estructuras y confirme si se pueden volver a habitar, lo cual llevará como mínimo una semana más, informaron desde la Ciudad a los vecinos. “El problema es que muchos alquilaban y la única solución que van a recibir es un habitacional” , aseguró Olivera. Y añadió: “Todo el tiempo están relocalizando familias para urbanizar, pero demuelen casas y hay familias que nunca recibieron una solución”. “Pero esta vez lo que hicieron fue muy grave, ellos saben que hicieron las cosas mal, pero no saben cómo arreglarlo, no tienen idea de qué van a hacer para dar una respuesta”, aseveró la militante.
El pasillo por el que se entra a las viviendas continúa lleno de escombros y es imposible el paso, por lo que no saben con qué se van a encontrar el día que puedan volver a ingresar. “Son 20 años de sacrificio de una persona que se levantó todos los días a las 3 de la mañana para ir a vender empanadas a la calle. A mí nadie me regaló nada. Eso hicieron. Queremos que nos escuchen. Somos seres humanos, no animales que pueden tirar a la calle”, concluyó Liz.
Informe: Mercedes Chamli