Hasta abril o mayo, cuando se acerque el momento legal de oficializar alianzas, dirigentes políticos y analistas estarán condenados a una doble tarea: especular y, entre tanto, descubrir signos casi indescifrables como en la época en que los chinos no hablaban salvo a través de quién aparecía en la foto, y cómo. Si esto es cierto, y si también fuera verdad que las casualidades no existen, la imagen de la vicegobernadora Verónica Magario aparece cada vez más reflejada en los actos junto al gobernador Axel Kicillof.
Y aquí viene esa disciplina infusa que es la candidatología en tiempos de campaña incipiente, cando se van dibujando los temas y los énfasis pero aún no están definidos los nombres y apellidos.
Un dato conocido es que Kicillof quiere ser el candidato oficialista a la reelección en la provincia de Buenos Aires. Lo dice en público. Proclama que ser gobernador le apasiona. Dice que sería útil otro turno para completar una continuidad de gestión cuyos énfasis serían la inversión en infraestructura social y la segmentación en materia de subsidios, tasas y recaudación impositiva. También es pública su explicación de que pertenece a un espacio y que no está solo en la política. Y es pública su referencia en términos de liderazgo: Cristina Fernández de Kirchner, quien se supone que tendría la última palabra al margen de si ya tomó o no una decisión en privado. Los consultados y consultadas por este diario dijeron ignorar lo último. Sería coherente con el estilo de Cristina de guardar el secreto hasta último momento, por si el tablero cambia y otra movida pasa a ser necesaria.
En ese tablero hay un elemento que nunca se hizo público por parte del hipotético interesado, y es la eventual candidatura de Martín Insaurralde, intendente en uso de licencia en Lomas de Zamora y actual jefe de Gabinete del gobierno bonaerense. Su precandidatura es un runrún que suele apoyarse en el presunto sustento de la famosa Tercera Sección electoral, corazón del peronismo. El corazón de ese corazón es La Matanza. Y los otros partidos más grandes de la Tercera son Lomas de Zamora, Avellaneda, Berazategui, Florencio Varela, Almirante Brown, Lanús y Ensenada.
Pero resulta que desde la Tercera ya salieron apoyos explícitos para Kicillof. Uno fue el de Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda que también fue ministro de Habitat de Alberto Fernández y en ningún caso dejó la vicepresidencia del Instituto Patria, donde la presidencia honorario es de CFK y la presidencia efectiva del senador Oscar Parrilli. Hoy mismo, en un acto de homenaje a Evo Morales donde participó Kicillof, Ferraresi repitió que el gobernador es el mejor candidato. De paso, al celebrar los 14 años del Estado Plurinacional de Bolivia dijo: "Nuestro municipio tiene una larga tradición abrazando migrantes que llegan atrabajar para qu sigamos creciendo". Y agregó: "Con el gobernador Kicillof nos preocupamos por generar más oportunidades todos los días, y vamos a continuar así los próximos cuatro años". Con Bolivia hay un acuerdo de Estado a Estado que permite a los bolivianos afincados aquí votar en instancias municipales y provinciales.
También el veterano Juan José Mussi, de Berazategui, señaló su apoyo a la reelección del gobernador. Y Mario Secco, de Ensenada, también muy próximo a Cristina.
¿Y La Matanza, donde gobierna Fernando Espinoza y donde fue intendenta la vice Magario? Calla. O sea que nadie puede afirmar que, al menos en público, los líderes de la Tercera quieren a Insaurralde de candidato por sobre Kicillof. Si La Matanza calla, ¿otorga? Y si otorga, ¿a quién? ¿A Kicillof o a Insaurralde?
Otros dos elementos a tener en cuenta:
*Desde hace varios días estaba planificado para este sábado en Mar del Tuyú un encuentro en el que se iba a formalizar la creación de una Liga de Intendentes bajo el impulso de Insaurralde. Se suspendió.
*El segundo elemento es, justamente, el apuntado al principio sobre la omnipresencia de Magario junto a Kicillof. No es que estaban distanciados o peleados. Nunca lo estuvieron en los tres años de gobierno. Es que su presencia en simultáneo resulta cada vez más evidente. ¿Es un signo de que la fórmula apetecida no solo por Kicillof sino por Magario es, otra vez, Kicillof-Magario? Y si fuera así, es un signo de que el peronismo matancero, el de mayor densidad de peronistas por kilómetro cuadrado de la Argentina, al tomar partido por Magario también lo hizo por la candidatura de Kicillof. Se verá.
De todos modos, la discusión de fondo dentro del peronismo, y de cualquier fuerza política, es qué candidatura es la que aporta más votos. Los intendentes lideran gestiones y construyen política. También traccionan. Pero jamás confiesan en público dos cosas que a veces, en confianza, deslizan en la intimidad.
Una es que, como dijo una vez un fogueado caudillo del Conurbano sur, “siempre llueve de arriba para abajo”. Eso significa, explicó, que “debe haber buenos candidatos arriba, para la gobernación o para la Presdiencia, y así nosotros podemos ayudar mejor a que las diferencias en nuestros distritos sean mayores”.
La otra confesión es cruda como la política. Palabra de intendente: “Nosotros siempre decimos que uno de nosotros alguna vez tiene que ser gobernador pero en el momento que uno diga que quiere ser él, los demás vamos a salir a pelearle el puesto”.