La última conferencia de prensa del Banco Central fue surrealista. Algunos empresarios y banqueros que la presenciaron se mostraron sorprendidos con el panorama exitoso que describió Sturzenegger. Para la autoridad monetaria la economía crece, la inflación baja y la tasa de interés elevada no afecta a la inversión ni al consumo. No fue sólo sorpresa; un par también sonrieron con disimulo como gesto de incredulidad. La capacidad de confundir los deseos con realidad no se observó únicamente en la visión macroeconómica del BC. La lectura del informe Política Monetaria que se realizó en esa conferencia muestra los intentos para narrar la micro al revés. 

El apartado 4 del documento se titula “Una mirada alternativa a la hoja de balance del BCRA”. Son tres hojas en las que los técnicos de la entidad buscaron justificar con cuentas poco elegantes porqué el patrimonio del Central no sólo no empeoró estos meses sino que ya estaría mejor que en 2015. El argumento es muy difícil de aceptar por técnicos con un mínimo de honestidad intelectual. Los datos duros muestran que la deuda del organismo se triplicó por el avance de las Lebacs, la base monetaria y los pases con los bancos, mientras que las reservas, tras el incremento del año pasado, comenzaron a caer a ritmos de 2000 millones de dólares mensuales.

“Analizar el patrimonio de una entidad constituye una tarea que puede ser abordada según distintos criterios, dependiendo la arista que se pretenda evaluar. El foco puede estar puesto, por ejemplo, en su nivel de solvencia, o en la liquidez de sus distintos activos, tanto en términos de su valor actual o de cara a lo que podría esperarse en el futuro, entre otras muchas variantes”. De este modo el Central introduce el documento en el que, pretendiendo ofrecer algo de creatividad, busca mostrar que la solidez patrimonial de la autoridad monetaria es mejor hoy que hace 18 meses.

El primer ejercicio numérico que realizaron los técnicos del organismo fue descontar del balance de la entidad los activos sin liquidez: las letras intransferibles (recibidas del Tesoro a cambio de reservas) y los Adelantos transitorios (recursos prestados al Tesoro para que pueda cerrar el bache fiscal). “Resulta un ejercicio relevante ver cómo evolucionó el patrimonio neto de la entidad descontando el monto que representan estos activos no negociables. El resultado es un patrimonio neto negativo de 92 mil millones de dólares al 9 de diciembre de 2015, al tiempo que la cifra se reduce a 64 mil millones de dólares al cierre del 2016. La lectura del balance varía en forma no trivial una vez que se contemplan de manera separada los títulos públicos y préstamos sin liquidez en el mercado que están contabilizados como parte de su activo”. 

Esta conclusión no sólo es poco práctica sino que no contempla que el año pasado la autoridad monetaria cambio letras intransferibles por bonos negociables en el mercado (es decir, activos con mayor liquidez). Por ello la serie que muestra la entidad no es homogénea y los resultados que evidencian una mayor sustentabilidad patrimonial pierden sentido. Cuando se mira el patrimonio neto sin hacer cuentas raras, se observa que a finales de 2015 la entidad contaba con 14 mil millones de dólares y en la actualidad la cifra descendió a los 7 mil millones.

Las cuentas no se terminan ahí. El Central realizó un segundo ejercicio numérico para mostrar que desde una perspectiva económica en lugar de la contable, los activos del Central hoy son muchos más de los que figuran en la hoja de balance. Aseguró que en la columna de activos debe incluirse los ingresos por señoreaje (capacidad de emitir una deuda en pesos que el público demanda y por la que no reclama cobrar un interés). “Una cuestión adicional que suele obviarse cuando se analiza el balance del Banco Central es la importancia del señoreaje como fuente de ingresos de la autoridad monetaria. El mismo representa los recursos reales que el banco recauda por la emisión de dinero que el público desea mantener. Se basa en el hecho de que el Banco Central emite un pasivo que no paga tasa de interés (y con un costo marginal de emisión pequeño) pero que es demandado por los agentes económicos para utilizarlo como medio de pago y reserva de valor”.

Los técnicos de la entidad suponen que esta capacidad de obtener ingresos por señoreaje es infinita y por tanto traen a valor presente los flujos que la entidad conseguirá año a año en el futuro. El Central, con esta lógica, incorpora mágicamente a su balance un activo que equivale a 8 veces las reservas internacionales. Con esto, Sturzenegger dice que el patrimonio que maneja la entidad no es equivalente al 1,7 por ciento del PIB como figura en la hoja de balance tradicional, sino que se eleva al 66 por ciento del PIB al incorporar los ingresos por señoreaje. “Desde el punto de vista de la solvencia el patrimonio neto ‘económico’ se mantienen en niveles elevados”. Si esta cuenta tiene algún sentido, Sturzenegger debería explicar porqué se pasó los últimos cinco años afirmando en todos los medios de comunicación que el Central estaba quebrado y que el Gobierno de Mauricio Macri recibió una autoridad monetaria en situación de bancarrota.