Nunca a lo largo de su gloriosa historia, el fútbol argentino ha puesto en juego tantos títulos como los que pondrá a partir de 2023. Racing ya le ganó a Boca la inefable Supercopa Internacional que se disputó el viernes en Al Ain (Emiratos Árabes Unidos). Esta semana darán comienzo la Copa Argentina y el Campeonato de la Liga Profesional y es posible que finalmente en marzo, Boca y Patronato definan la Supercopa Argentina. En el segundo semestre, llegarán la Copa de la Liga y el Trofeo de Campeones y se totalizarán en el año seis competencias locales, un número al que ningún otro país llega en la actualidad. Inglaterra juega cuatro, España, Italia y Brasil tres.
Pero no termina ahí la nómina. Trece clubes también participarán de la Libertadores y la Sudamericana con el dato curioso de que el equipo que ocupe la tercera posición en cada uno de los grupos de la Libertadores, pasará a octavos de final de la Sudamericana. Si la ganara, disputará la Supercopa Sudamericana. La superpoblación de torneos alcanza un extremo tan absurdo que si ese mismo equipo consiguiera en el plano interno el Campeonato, la Copa de la Liga o la Copa Argentina podría llegar a jugar nueve torneos en lo que va del año. Y tendría nueve chances de salir campeón.
Hasta aquí nos ha traído el capitalismo desatado del fútbol, necesitado desde siempre de multiplicar partidos y copas para poder vender más y mejor los derechos de televisión. Pero a la voracidad de las cadenas televisivas y de los auspiciantes, siempre en busca de grandes espectáculos para asociar sus marcas, en los últimos tiempos se ha agregado el poder descarado de los petrodólares. Qatar compró el Mundial 2022 de manera espuria, Arabia Saudita se trajo las Supercopas de Italia y España y los Emiratos Árabes Unidos, para no ser menos, cerraron con AFA un convenio de cuatro años para montar esta Supercopa Internacional. Lo importante es recaudar.
Con el brillo que le otorga haber ganado el Mundial, queda claro que AFA no quiso quedarse al margen de esa oleada de billetes verdes. Y creó una Copa que además, le permitió vender nuevos derechos de transmisión por fuera de los ya comprometidos con los tres grupos (ESPN-Disney, TNT y TyC Sports) que transmiten los torneos locales. Sea como fuere, más campeonatos y copas y más alegrías forzadas con la prepotencia del dinero, no derivan necesariamente a un fútbol más atractivo.
En los últimos 50 años, el boxeo multiplicó por cuatro sus títulos mundiales y creo infinidad de campeonatos de menor cuantía. Y eso agrandó el negocio (la AMB llegó a tener tres campeones por división). Pero no jerarquizó la actividad ni le otorgó credibilidad. El público que paga las entradas y los costosos abonos de televisión no se confunde y sabe perfectamente cuales son los títulos que realmente valen y cuales son de relleno. Los dirigentes y los ejecutivos de las grandes corporaciones creen lo contrario: que salir campeón es una condición que se vende y se compra por un puñado de dólares.