Millonario, ostentoso, soberbio, caprichoso, excéntrico, patético, rehén de su propio dinero y de la búsqueda de fama. Con esas credenciales públicas, Ricardo Fort irrumpió en la escena mediática allá por 2009 y se convirtió en uno de los personajes más disruptivos de la Argentina en poco tiempo. Amado y odiado, el heredero de la fábrica de chocolates Fel Fort fue primero un extravagante personaje de Internet, para luego ser avalado por el establishment televisivo con sus apariciones en los programas de chimentos y en Showmatch, el ciclo que le brindó una masiva popularidad.
Una rara avis que invirtió millones para comprar fama y, también, un poco de amor, detrás de esa carcaza de frivolidad que vendió como chocolates aunque con sabor amargo. ¿Quién fue Ricardo Fort? ¿A dónde iba? ¿Habrá llegado? Esos son algunos de los interrogantes que intenta dilucidar El comandante Fort, la serie documental que Star + sube este miércoles a su catálogo.
¿Cómo pudo alguien que explotó con absoluta frivolidad la ostentación de su riqueza, como única fórmula de la felicidad, en un país con altos índices de pobreza y problemas económicos, ser aclamado por las masas populares? ¿Qué extraña atracción tenía ese personaje hecho de sustancias sintéticas que a 9 años de su muerte pasó de ser una figura periférica bizarra a un ícono pop de las nuevas generaciones? Las preguntas alrededor de ese personaje controvertido, los misterios que encierra su extraña fascinación, el hombre detrás del personaje, son algunos de los aspectos que aborda el trabajo producido por 20/20 Films a lo largo de cuatro episodios. Una serie documental no convencional, con una identidad y estilo acorde al personaje que retrata.
A partir de imágenes públicas e inéditas, apoyándose en los testimonios de familiares, periodistas y personas que se vincularon con Fort en distintos momentos de su vida, El comandante Fort traza una mirada sobre la gloria y el ocaso del para quienes algunos consideran “un artista sin obra”. El descubrimiento de un manuscrito escrito por el mismísimo Fort, en una suerte de diario íntimo donde reflexiona sobre su identidad sexual, sus relaciones familiares, sus deseos, la enfermedad y la muerte le permiten al documental no solo trazar una mirada sobre su vida pública en la farándula, sino también acercarse a la intimidad de un hombre con sus pesares y sus dolores. Un excéntrico que, tal vez, invirtió sus millones en su cuerpo pasteurizado y en construir (¿comprar?) su camino a la fama para ocultar su soledad.
“Nuestra idea fue siempre contar qué había detrás del Ricardo que todos conocemos”, le cuenta a Página/12 Patricio Alvarez Casado, creador, director y uno de los guionistas de la serie. “Encontrar algo para anclar la historia en la persona y no en el personaje. Fue alguien muy famoso, pero creíamos que tenía una historia, un dolor, un conflicto que iluminar. Intentamos mostrar lo que no se sabía de su vida, lo que sentía él cuando se apagaban las cámaras. Y cuando tuvimos acceso a un depósito donde Ricardo guardaba cientos de tapados y trajes, cartas de fans y un manuscrito que había escrito hacía tiempo. Eso fue clave porque lo encontramos a él hablando sobre su problemática juvenil, sus conflictos, sus padres, sus primeras experiencias sexuales, con mujeres y con hombres. Encontramos a Ricardo hablando de sí mismo, en un documento inédito que ni la familia sabía que existía”, subraya Alvarez Casado.
Si bien El comandante Fort avanza bajo esa línea narrativa, la serie puede dividirse en dos partes bien diferenciadas. En los dos primeros episodios, el relato hace foco en su lado más ostentoso, extravagante y mediático, en esa carrera mediática que duró apenas 5 años pero tuvo una intensidad enorme. En cambio, en los últimos capítulos la trama se detiene en su mundo más personal, profundizando en sus relaciones familiares y en todas las dolencias físicas y emocionales que marcaron su vida y su muerte en 2013, con los testimonios de familiares directos que cuentan aspectos desconocidos sobre Fort.
Uno de los que brinda sus testimonio es su hermano Eduardo, que cuenta que Ricardo fue abusado sexualmente cuando era un niño. “Nosotros vivíamos en una casa y en el piso de abajo vivía un matrimonio grande, que nos cuidaban cada tanto. Ricardo pasaba más tiempo con ellos que nosotros. Y el hombre abusó de Ricardo. Cuando nos dimos cuenta, mi viejo casi lo mata. Era chico, tendría 5 años. El viejo era un hijo de puta”, relata Eduardo. Esa situación marcó a fuego su vida, al igual que la aceptación de parte de su familia de su identidad sexual. “Mi padre me ha llegado a decir que prefería tener un hijo drogadicto a uno homosexual… Y tuvo los dos”, se lo escucha decir a Fort en un material de archivo.
Pero tal vez los testimonios más valiosos son los de sus hijos Marta y Felipe, a quienes Fort tuvo mediante la subrogación de vientre. “A la gente por lo general no le caen bien los millonarios. Pero a papá lo amaban. Creo que era porque cumplía sus sueños, porque era un millonario raro, un mal millonario. No hacía las cosas que hacen los millonarios. No cumplía con el manual. No era discreto, no estaba reguardado, no ocultaba su play: no tenía una vida tranquila. Y todo lo hacía a mil kilómetros por hora”, cuenta Felipe. “Mi papá creía que si repetía las cosas en voz alta, terminaban pasando”, subraya.
“Papá luchó por su libertad contra la corriente”, analiza Marta. “Cuando pienso en él trato de entender cómo fue sentirse distinto en esa época. Mi papá era de escorpio: por afuera enérgico y extravagante, aunque por dentro muy inseguro. Todo el tiempo buscaba afecto y que lo cuiden. Vivía rodeado de gente. Supongo que para sentirse querido. En mi casa había 50 personas todos los días. Es un poco turbio que haya tantos desconocidos dando vueltas. Los chicos, aunque sean niños, ven las cosas. Hubo algunas cosas que no sé si hubiera elegido vivir a esa edad. Con mi hermano no disfrutábamos de eso y se lo decíamos”, detalla la hija del empresario mediático.
Entre el numeroso material de archivo de su vida real que él mismo se encargó de producir y financiar con un equipo de camarógrafos que lo seguía a sol y sombra para su canal de YouTube, y segmentos ficcionales que mantienen la estética kitsch y extravagante que lo destacó, El comandante Fort muestra luces y sombras de un personaje repudiado y amado con igual intensidad. Victimario y víctima del star system, adicto a la fama y a la imagen, Fort fue mitad fábula, mitad real. “Su mayor obra de arte es su vida. Fort fue el objeto de su propia creación”, concluye Alvarez Casado.